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Agosto en París

Hacía mucho tiempo que Sofía no había visto París tan vacío de gente, de tráfico y del típico ajetreo de cualquier ciudad cosmopolita, incluso, en tanto caminaba por las calles del Barrio Latino, miraba sorprendida muchas boutiques y restaurantes con las cortinas cerradas. «En este país tan democrático, todo el mundo tiene derecho a vacaciones, seguro social y jubilación», le comentó a su maridonovioamante quien se encontraba muy ocupado con su celular descifrando el mapa de las calles parisinas. Hacia una semana que habían llegado a la Ciudad Luz, lapso en el cual, ya habían ido a museos, habían visto dos películas espléndidas: una coreana y una italiana; habían disfrutado de la comida vietnamita, italiana, china, libanesa y por supuesto, francesa, además de haber visitado las terrazas de café más frescas posibles para tolerar una temperatura de casi 38 grados.

Hasta ahora, lo que más le había gustado a Sofía de todo lo que habían descubierto en este viaje, había sido la exposición «Berthe Morisot (1841-1895)», la pintora impresionista más importante y audaz de su época. Ella era amiga de Degas, Monet y especialmente de Renoir. Morisot, de origen burgués, era una mujer sumamente secreta, apasionada, ardiente, cuya vida siempre estuvo habitada por los demonios del deseo y de los sueños. Uno de ellos y el más oculto y atormentado de todos era su amor hacia su cuñado, el pintor impresionista Édouard Manet, quien la pintara más de 14 veces (de perfil, con un abanico, con un ramo de violetas, con un sombrero negro y de tres cuartos). Por lo que se refiere a Berthe, también pintó a Manet, varias veces. Se podría decir, como dice la biógrafa de Morisot, Dominique Bona, que entre ambos existía un sentimiento de admiración y seducción recíproca, además de una profunda complicidad. Berthe Morisot se casa con Eugène Manet, hermano de Édouard, para estar cerca de su verdadero amor. «Ménage à trois?». Tal vez. No en balde una de las frases más socorridas de la pintora era: «Todos morimos con un secreto».

En relación a los secretos que todos nos llevamos al morir, lo que tenía muy triste a Sofía era que su amor de juventud, Alain Delon (83 años), estuviera en el hospital debido a un derrame cerebral. «Los médicos no están nada optimistas pues se encuentra terriblemente debilitado», había leído en una de las revistas de corazón francesas. Para colmo, sus tres hijos, peleados entre sí, aún no se ponen de acuerdo, ni respecto a las operaciones muy riesgosas a las que Delon deberá someterse, ni en qué hospital, ni país, tendrá que convalecer, si en Suiza (en donde tiene compañías de perfumes y lentes para el sol) o en París. Lo que tiene muy enojados a los hijos varones del actor, es que su hermana, Anouchka, de 28 años, como heredera principal y única invitada por su padre al pasado Festival de Cannes, es la única que puede decidir dónde internar al actor de Rocco y sus hermanos, una de las películas preferidas de Sofía, junto a El Gatopardo. «¿Te das cuenta con cuántos secretos no se irá Alain Delon a la tumba, secretos que tienen que ver con sus amores, como Romy Schneider?», le preguntó Sofía a su pareja después de haberle contado durante horas y con todo lujo de detalle que conoció a Delon durante el rodaje de la película de Bernard-Henri Lévy, El día y la noche de 1997.

«¿También los chalecos amarillos están de vacaciones durante el mes de agosto?», se preguntó Sofía en voz alta. «De ninguna manera, estuvieron muy presentes en la cumbre del G7 en Biarritz», le aclaró su esposonovioamante. En efecto, el movimiento de les gilets jaunes había tenido movilizaciones tanto en Estados Unidos, como en España o Grecia, se han observado algunos de estos deslizamientos los cuales, para los analistas políticos, permitirían avizorar un nuevo ciclo. «Estas luchas locales se multiplican, dejando suponer una relocalización de la política. ¿Serán los suficientemente sólidas para desarrollarse aún más y resistir?», se pregunta en su ensayo, In Girum Laurent Jeanpierre, profesor de ciencias políticas de la Universidad Paris-VIII.

Si algo le entusiasmaba a Sofía de Francia era el matrimonio Macron, por eso cuando leyó la forma en que Bolsonaro se había burlado de Brigitte Macron, no pudo más que exclamar: «El verdadero destructor de la Amazonia es el presidente de Brasil. Cómo es posible que se permita comentarios tan misóginos y corrientes? Bien dijo Macron en la reunión del G7 que era triste primero por él y los brasileños». Y yo agregaría, «¡¡¡y todavía más triste por el planeta!!!».

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