En toda la carrera cinematográfica de uno de los más grandes e importantes cineastas del mundo, Roman Polanski, jamás había suscitado una polémica y una división de opiniones tan intensa como la que ha provocado el estreno de su más reciente obra, J’accuse», («Yo acuso» como titulara el escritor francés Émile Zola a su abierta protesta contra los militares y el gobierno galo publicada en el periódico el 13 de enero de 1898). El argumento de la película gira alrededor de la injusta sentencia a Alfred Dreyfus, capitán del Ejército francés, por el solo hecho de ser judío. Acusado de espionaje y alta traición, dando lugar a una condena de prisión perpetua en la colonia penal de la Isla del Diablo. Después de muchos años de prisión, Dreyfus quedó liberado gracias al indulto que le otorgara el entonces presidente de Francia, Émile Loubet. Hay que decir que el llamado «Affaire Dreyfus» dividió a Francia en dos mitades irreconciliables durante mucho tiempo.
Nunca se imaginó Polansky que a pesar de haber ganado, hace unas semanas, el León de Plata en el Festival de Venecia, su filme provocaría un resurgimiento muy intenso del fenómeno social #MeToo, como el que se dio el día del estreno en muchos cines de París, de la película J’accuse, debido a una nueva acusación de violación contra el director. Un gran número de mujeres se presentaron a las puertas de los cines con pancartas en las que se leía: «Polanski, violador, salas de cine culpables». «Yo abuso». «Yo absuelvo». «Boicot a Polanski». Unos días antes, la ex modelo y fotógrafa Valentine Monnier acusó al director de cine de haberla violado, después de haberla golpeado en 1975 en Suiza, cuando ella tenía 18 años. Evidentemente, después de 45 años, el caso ya prescribió, sin embargo, la acusadora aprovechó el momento para que ella misma lanzara también su «J’accuse», justificando su acusación tardía en el hecho de que Polanski quiera emular a Dreyfus, pasando como víctima. No obstante las protestas frente al cine, se vendieron 3,100 entradas en las primeras sesiones. Polanski, a través de su abogado, ha negado todas las acusaciones. «Estoy familiarizado con muchos de los funcionamientos del aparato de persecución que se muestra en la película».
En momentos como el actual, en donde hay un evidente resurgimiento del antisemitismo en Francia, en países de Europa y otras partes del mundo, llama la atención la furia con la que protestan los y las detractoras del cineasta. ¿Cómo diferenciar al hombre del cineasta? ¿Cómo diferenciar el legítimo movimiento de #MeToo con el sabotaje a una película que habla de un problema social similar al que defienden? ¿Y cómo entender las verdaderas intenciones del cineasta, al crear una polémica que de suyo divide? Dicho lo anterior aclaramos que la película no es polémica, lo polémico es que el autor haya estrenado la película a pesar de las acusaciones que pesan sobre él.
La directora de cine Nadine Trintignant, esposa de Jean Louis Trintignant y madre de Marie asesinada por su esposo, defiende al director y dice que es una víctima y que hay un antisemitismo soterrado que se está despertando. El «affaire Polanski» también ha dividido a las familias como sucede en la de Trintignant, Vicente, el hijo de Nadine, y su nieto Roman Kolinka no están de acuerdo ni con su madre ni con su abuela. ¿Cuántas familias francesas están por o contra Polanski?
A pesar del apoyo de la industria francesa, a diferencia de la de Hollywood que expulsó a Polanski de la Academia en 2018, se prevé que la Sociedad Civil de Autores, Realizadores y Productores (ARP) muy pronto suspenderá a Polanski.
Polémico siempre, culpable a veces, genial a pesar de todo, Roman Polanski es mi director de cine preferido, sus películas y sus actuaciones han dejado en mí una marca indeleble. ¿Cómo olvidar Chinatown, El cuchillo en el agua, Repulsión, El bebé de Rosemary, Cul-de-sac, El quimérico inquilino, La danza de los vampiros, Luna Amarga y El pianista, Palma de Oro de Cannes y el Oscar al mejor director.
Aun cuando mi gusto por la obra de Polanski es incuestionable, no por ello dejaré de defender a sus cinco víctimas que lo acusan de violación y abusos. La genialidad no exime a nadie de sus crímenes. Finalmente Polanski se parece a varios de sus personajes villanos como víctimas, al vecino de Rosemary, al personaje del inquilino y al pianista.