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Absolut Teodoro

Teodoro Petkoff es un hombre universal. Ya pasa de 80 años, pero sigue al frente de TalCual, como si tal cosa, como el primer día. Lo último que supe, es que debía comparecer cada semana en tribunales, a raíz de cierta infausta demanda. Ha plantado cara a las agresiones del Gobierno con gallardía, con altura, sin que se le mueva un músculo de la cara. Teodoro es quintaesencial.

Fundador del Movimiento al Socialismo (MAS), militó en las filas de la guerrilla, pero se supo deslindar a tiempo de la Revolución Cubana, lo mismo que Pompeyo Márquez, Moisés Moleiro, y otros tantos que abrieron los ojos. No obstante, sigue siendo un hombre de izquierda. Pero un hombre de la mejor izquierda mundial, y como tal se le reconoce en todo el orbe.

Escapó del presidio, en medio de una fuga mítica, donde fingió un derrame sanguíneo, usando sangre animal. Uno podría decir que se puso unas pantuflas, pero la vida de Teodoro ha sido peligrosa y nada plana. Es lógico que al acercarse al ocaso de su vida, aspire a un mínimo de tranquilidad, pero eso no ha implicado que baje la Santamaría. Está activo. Como el primer día.

Gabriel García Márquez escribió una vez un texto sobre él, que tituló sencillamente “Teodoro”. Ahí, el Gabo dijo algo que recordaré siempre: “A Teodoro le alcanzará la vida para todo”. Supongo que a partir de una amistad, Gabo refiere cómo Teodoro podía pasar una noche entera bailando, sin tomar una gota de alcohol. Ha sido un tipo de hábitos austeros, contrario a lo que se suele ver en la izquierda.

Elemento “good looked”, tipo bien plantado, siempre despertó suspiros entre las mujeres. Pero él mismo ha dicho que su perfil es más bien de monógamo, si bien se ha casado varias veces. Es padre, por cierto, de la bellísima modelo Alejandra Petkoff, quien estuvo casada un tiempo con el vocalista de la banda de rock, Zapato 3, Carlos Segura. Alejandra aparece además en el video del track “Entrada de bala”.

Teodoro se lanzó a la presidencia en 2006. No era la primera vez que lo hacía, y, la verdad sea dicha, los números nunca le han sonreído. En 2006 no se produjo la excepción. Pero tuve el honor de trabajar tres meses en la campaña, dentro del departamento de prensa. Cubrí sus giras por Catia y Petare, y también verifiqué que la oposición es un genuino saco de gatos. Pero fue una gran experiencia.

Cuando lanzó TalCual, en 1999, yo era un reportero de política bisoño. La gran Isa Dobles me dijo: “Vente al programa de radio, que va a estar Teodoro, a ver si entras en TalCual”. Así lo hice. Pero Petkoff me dijo: “Estamos completos. People come, people go”. Nunca he firmado en TalCual, pero hace un par de años lo entrevisté para la revista GERENTE. Nunca he sido amigo de Teodoro, pero siempre he seguido su obra.

En el segundo gobierno del doctor Rafael Caldera, Teodoro fue Ministro de Planificación (Cordiplan), y adelantó un programa de compresas económicas y financieras, que se le deshicieron entre los dedos. Tuvo que enfrentar una cámara de televisión, y lanzar aquel recordado “estamos mal, pero vamos bien”, que ha sido objeto de tantas detracciones posteriores.

Lo cierto es que Teo, como lo conocen sus amigos, ha gastado lo mejor de su vida en un trabajo férreo y disciplinado en aras del bien nacional. Hay quien lo ama, y hay quien lo odia. Pero parece que nadie discute esto: Petkoff es un genio, un hombre universal, a la par de Pedro León Zapata, por sólo dar un ejemplo. Se le critica cierta tibieza ante Hugo Chávez; yo lo llamaría alta preparación académica, y oficio.

Petkoff es economista egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), y valga precisar que se recibió con los más altos honores. Más allá de su musculatura como político, que yo pondría al lado de la de Rómulo Bentancourt, Petkoff es un elemento cultísimo, un intelectual de alto voltaje, un cerebro, una mente, un estratega puro y duro. Si su hoja de vida ostenta cierta mala saña, hay que decir que la vanguardia es así.

Una cosa resalta cuando uno se acerca a la figura de Petkoff: su transparencia de palabra, como diría Platón. Su verbo. Esa capacidad feroz de hablar “claro y raspao”. La higiene matemática de su redacción (sus editoriales son históricos) no es otra cosa que el reflejo de una lucidez cartesiana. Si Teodoro es cool, simpático, un dechado de virtudes, el Pío de Pietrelcina criollo, es harina de otro saco. Don’t get sentimental.

He querido emborronar este par de cuartillas en honor a Teodoro, porque estamos acostumbrados a honrar la verdad, sólo cuando la gente se muere. Estamos a tiempo. Limpiando de polvo y paja, separando peras de manzanas, sin endiosar a nadie, sin satanizar tampoco, tengamos la hidalguía de hacer una reverencia ante un hombre universal, ante un genio. No lo dejemos caer en las tumbas de la gloria.

Tú dirás: “chico, pero no seas tan jalamecate”. Y yo te digo: “me apetece, me da la gana”. En última instancia, escribo desde la simpatía que me produce la figura de Petkoff. Teo Rocks. Teo mola. Larga y buena vida a Teodoro. Bye.

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