Decir que Fito Páez es un genio, es una obviedad, una verdad de Perogrullo. Hay que ir más allá: Fito es un alma hermosa, noble, un corazón de oro puro. Genio era Nietzche, y murió atormentado por la sífilis. Es verdad que Páez lleva dentro algo “más feroz que mil buitres”, y aprendió la lección de Bukowski al dedillo, pero irradia luz a borbotones; basta con ver el video de la rola “Margarita”. Entrañable.
Para mí, que hago música desde los 9 años, ha sido una influencia capital, incluso por encima de Charly García. De los argentinos, puedo decir -con toda seguridad-, que es el músico que más me influenció, y el que más se parece a mí, además. Fito nunca tuvo la voz de Pavarotti, pero sabe usar muy bien su cuerda, y ostenta un falsete espectral como nadie, que puede oírse en “La Balada de Donna Helena”.
Una cosa sobresale cuando uno se aproxima a Fito Páez. Sigue haciendo discos colosales, como el primer día. Un disco como “El Sacrificio”, no tiene nada que envidiarle a “Ciudad de Pobres Corazones”, por ejemplo. Y no hacen muchos años, cuando Páez lanzó a los anaqueles una barbaridad de obra: “Naturaleza Sangre”; para mi gusto, superior a “El Amor Después del Amor”. Es decirlo todo.
Fito raja con un puñal su propio corazón, para alcanzar cotas de composición sinceramente asombrosas. Es, además, un pianista de excepción. ¿Hay músicos más refinados que Fito Páez? Tal vez sí. Quizás Penderecki, dos o tres más. También hay más arriba que Lennon y McCartney. Uno no puede decir que Fito no es un artista férreamente trabajador y disciplinado. No habría llegado allí. Tan sencillo.
El Maestro Páez ha dicho que “todo lo que pasa conviene”, tal vez parafraseando a Shakespeare, quien ya había lanzado esa idea al aire. Es una bella idea. Sí. Fito cree en el destino. Yo no. Tal vez Páez piensa que estaba destinado a ser el artista sideral que hoy es. Yo no lo creo. Pienso que Páez tomó decisiones acertadas, le puso toneladas de corazón y esfuerzo, y allí está. Es lo único que resiento de la obra de Páez. ¿Destino?
Pero, bueno, cada cual tiene un trip en el bocho. ¿Isn’t it? Lo cierto es que, no contento con ser el músico que es, también incursionó en el cine, y en la novela, con “La Puta Diabla”. Es excelente actor, además. Basta con ver el video de “La canción del Soldado y Rosita Pazos”. El soldado que interpreta Páez es genial. Muy bien logrado, muy acertado, en el centro de la diana.
En fin, estamos ante un tipo de un talento que siempre se perdió de vista. Lo que más admiro y respeto –quiero insistir y remarcar muy bien-es que Fito no se ha echado a dormir en los laureles. La placa “Rock And Roll Revolution” también honra perfectamente el nivel de sus discos anteriores. Ha dicho que puede tomarle 10 años componer una rola. No para de trabajar. Porque ama con locura su trabajo. That’s it.
Si uno revisa, por otra parte, el perfil de Páez en la red social Facebook, puede constatar que el maestro no para de tocar. Constantemente está ofreciendo conciertos. ¿Por qué me detengo tanto en esto? Bueno, porque se suponía que Páez era un drogadicto irrecuperable, un paria, una bala perdida, un vago de pura cepa. No se levanta una carrera de esas dimensiones siendo un holgazán. Los discos no se hacen solos.
A mí, en lo personal, me gustan mucho sus discos tempranos, como “Ey”. Eran presupuestos acaso más discretos, pero –wow- cuánta solvencia. Páez tiene apenas 52 años. Es, valga la precisión, y en otro orden de ideas, el más estable sentimentalmente de esa “santísima trinidad” (García, Páez y Cerati). Sus hijos –Martín y Margarita- son hermosos, y se me antojan chicos muy sanos, que han recibido una crianza verdaderamente limpia y espiritual.
No tengo el honor de conocer personalmente a Páez, pero sí me he aproximado a su figura como reportero, e incluso he dado cobertura a un par de sus ruedas de prensa, acá en Caracas. Creo que los orígenes de Fito son muy cristianos, entiendo que sus tías, sus abuelas, eran damas de fe; esa luz tocó para siempre a Fito, quien alude –cada tanto- alguna figura católica (como la Virgen del Luján) en sus rolas.
Ya se nos fue Cerati, y Charly -por poco- no vive para contarla. Páez ha sido el que más sindéresis ha tenido allí. Que no se nos vaya Fito por el camino viejo. Un músico de 52 años es casi un niño. ¿Qué podrían quedarle? ¿50 años más para hacer obras maestras? Fito podría incursionar en el jazz, podría hacer música coral, drum & bass, cumbia, podría grabar un disco con nocturnos de Chopin (su alter ego), qué se yo.
Tipo con una vibra muy cool, muy limpia. Y acá lo mejor de Páez: un brillante, una luz que lleva adentro, y que se ha comprometido a “no dejar escapar jamás”. Esa luz interna de Páez, es la misma que brilla en los miles de aparatos celulares que ordena encender en sus conciertos cuando toca “Brillante sobre el mic”. Temas como “11 y 6” son el reflejo de la pureza de su corazón. Temas como “Resaca” son el reflejo de un lado oscuro que vale, que mola. Fito no es un santo apenas por un tris.