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Absolut Marley

Tiene que haber sido a través de mis dos hermanos mayores, hoy sobre la cincuentena, que entré en contacto con la música de Bob Marley, siendo muy pequeñito. Estoy casi seguro de que la primera rola suya que escuché fue “Could You Be Loved”, esa electrizante cadencia, cuyos arreglos ya pertenecen a la fase de penetración en el mercado de Estados Unidos, es decir, con un packaging del producto mucho más brillante y comercial.

Sin embargo, los años pasaron, y Marley se mantuvo allí como una referencia obligada. Uno se decantó por The Beatles, los Stones, el rock argentino, pero Bob subyacía, le hacía guiños a uno, en esa especie de subcultura marcada por la fe Rasta, la marihuana como vía de acceso a los ancestros, en fin. Lo cierto es que pude descargar (cuando eso se podía) cuatro discos con la obra de Marley, y allí descubrí una fase inicial del artista mucho más básica y primigenia.

Acá en Caracas emergió toda una movida –más o menos burguesa, más o menos naive- de chicos que nunca quisieron plantar cara a un examen universitario, ni marcar tarjeta en una oficina. Optaron por la yerba, la distendida vida playera, y una paráfrasis relativamente ilegible del reggae. Salvo dos o tres contadas excepciones, se trata de muchachos sin criterio, sin obra alguna, sin hechos que mostrar no digamos a la Historia, siquiera a sus padres.

De lo cual no se puede desprender que la religión Rastafari carezca de sentido o profundidad, o sea, no pueden pagar justos por pecadores, que Jamaica no tiene nada que ver con Caracas, ni con los vástagos de Rafael Caldera. Pero no desenfoquemos esta nota. ¿A dónde quiero desembocar? Hombre, todos hemos sentido ese Groove inconfundible de Marley, aunque en un punto nos sea inasible, acaso por la distancia cultural, por el hermetismo de la cultura que Marley encarna.

 

El Reverón jamaiquino

Cuando echo a andar una nota para ViceVersa, suelo acompañar con algún playlist, en shuffle mode. Ahora suenan estos 4 discos de Marley que refiero más arriba. Suena “Guava Jelly”, y sobresale la pureza de la rola, la sencillez minimal, la austera alineación de la banda. A ver. Bob era una especie de Armando Reverón jamaiquino. Que luego se haya hecho internacional, y haya sonado hasta en la China, es harina de otro saco.

Los Rasta, corríjame alguien en los comentarios si digo una barbaridad, usan lo que para los católicos romanos (como yo) es el Antiguo Testamento. Van a dar a Haile Salassie, instead Jesucristo. Puedo estar hablando “pavadas” (como dirían en Baires) pero sólo quiero lanzar mis insumos de forma descarnada, cruda, desnuda, so pena de estar siendo inexacto o bien torpe. Me comprometo a hacer “mea culpa” públicamente, de ser esto así.

Con lo cual -digamos que puedan haber matices- los Rastafari son gente generalmente humilde (en la forma y en el fondo), y esto se siente en la “vibra” de los temas primeros de Marley. Cosa de pueblo, de provincia, de dreads, de mujeres puras, de niños sanos, marihuana aparte. La masificación del reggae, su recalada en los mercados anglosajones, ya se toca con el marketineo puro y duro, y desciende a nuestras sucias callejuelas americanas a través de los mass media.

Entiendo que Lauryn Hill está casada con un hijo de Marley, y, pese a haberse declarado públicamente católica, tuvo el desatino de romper públicamente una foto de San Juan Pablo II. Hace parte de una rebeldía inocua, per se, poco culta, de un anticlericalismo pediátrico. Lo que no resta méritos a la cuerda vocal de Hill, ni quiere decir que no pueda jactarse de al menos una obra muy bien producida: The Miseducation of Lauryn Hill.

 

Alfa y Omega

Todo esto pareciera conducir a una última reflexión: Bob Marley solo hay uno. Y tal vez el reggae nació y murió con Marley. Lo demás, es “monte y culebra” como decimos los caraqueños para referirnos a todo aquello que, en Venezuela, no es Caracas. Bob capitalizó el verdadero Groove de este movimiento, su alma, su quid, cosa que percibe uno desde la ejecución de los drums, hasta el corpóreo reverberar de cada riff de guitarra, único e irrepetible en su caso particular.

Para escribir como Mario Puzo, nadie como Mario Puzo. O sea, la novela de la mafia está encarnada por la pluma de Puzo. Nadie antes, nadie después. Lo mismo con la literatura de no ficción: yo no conozco a nadie mejor que Truman Capote. Veo que pasa lo mismo con el reggae. Hordas desorientadas de jovencitos pugnan bravamente por engalanar el remedo, pero tienen poco éxito, por decir lo menos. No me preguntes por qué. Equis.

Y al final de la jornada te quiero decir lo que percibo yo. Bob Marley era un alma pura, un alma libre, un tipo súper sencillo, súper under, súper low profile. Todo este sudor por remedar a Marley va de una ambición rayana de pasar a la historia como una suerte de enviado. Muchachitos que quieren meter el triste polvo de su mediocridad bajo la alfombra de algún sino profético, o qué se yo. De locos está lleno el mundo. De vagos no tenemos precisamente escasez hoy día.

Planta cara a lo que Marley emblematiza. No se me antoja ningún instrumentista virtuoso. Era un tipo que tocaba la guitarra, como tú o como yo. Su mérito no es ese. Lo que pasa es que la música (ese algo siempre imposible de caracterizar) no es otra cosa que alma y sentimiento. A Bob eso le sobraba. No por iluminado, ni por enviado de los dioses, sino por tipo humilde, sencillo, con vida propia y con vida privada. Comienza por ahí. Luego me cuentas. God bless U. Lov3.

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