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¿A quién le importa la censu?

Silenciar es una forma peculiar de hacer el mal. Se controla a través del silencio y el miedo que este genera. Silenciar es demostrar que el otro tiene la razón. Censurar es la antítesis del diálogo, acción que trae consigo la armonía y el entendimiento entre los poderes y el pueblo. En México esta forma de hacer el mal ya se ha convertido en el pan de cada día. Se agreden, amenazan e incluso asesinan a periodistas en cantidades industriales y las personas se muestran indiferentes y desinformadas ante la masacre que hoy en día se vive. Especialmente se ve este patrón en las personas que normalmente son la fuerza motora que se alza y genera cambios: los estudiantes universitarios.

¿Qué pasó con el deber ser?, ¿a dónde se fue esa inquietud y sed por la libertad que tanto caracterizaba a los jóvenes universitarios?, ¿será porque están acostumbrados los jóvenes a escuchar tales catástrofes?

El autor mexicano Samuel Ramos (1961) en su obra El Perfil del Hombre Y La Cultura en México determina que la auto denigración y la indiferencia son parte de la psicología del mexicano, diciendo que “son un claustro en el que se refugian los hombres que desprecian la realidad patria para ignorarla” (página 21).

Como antítesis, otro autor llamado Agustín Basavé Fernández Del Valle (2011) le agrega otros aspectos ontológicos y psicológicos al mexicano describiéndolo como revolucionario, que aguanta, que nunca se rinde (página 3).

Entonces, ¿qué está ocurriendo? Cuando uno observa la actitud indiferente de los jóvenes, se pudiese decir que pareciera que a esta generación faltara una chispa, aquello que describe casi poéticamente Ortega Y Gasset (1967):

Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender. Es el deporte y el lujo específico del intelectual. Por eso su gesto gremial consiste en mirar al mundo con los ojos dilatados por la extrañeza. Todo en el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas. (Página 24)

Pero a la vez hay otros aspectos a tomar en cuenta en la actitud del mexicano que expone y refuta Octavio Paz (1950) con su muy famosa obra El Laberinto de la Soledad:

Me parece que todas estas actitudes, por diversas que sean sus raíces, confirman el carácter «cerrado» de nuestras reacciones frente al mundo o frente a nuestros semejantes. Pero no nos bastan los mecanismos de preservación y defensa. La simulación, que no acude a nuestra pasividad, sino que exige una invención activa y que se recrea a sí misma a cada instante, es una de nuestras formas de conducta habituales. (Página 14)

Por eso, se presenta esta problemática que junta la psicología mexicana con el tema de la censura a los periodistas, censura que proviene de otros conflictos ligados al deseo de permanencia en el poder, de control absoluto y de la fuerza que tienen los grandes medios de comunicación.

La censura es un arma poderosa de los gobiernos adictos al poder. Callar verdades parece ser algo que día a día sigue aumentando, a pesar de las libertades que brinda la era 2.0. El maquillaje que enmascaran los regímenes le dan cara de democracia a muchos países del mundo.

La censura en México no es un mito, es la causa principal por la cual se encuentra encabezando la lista de países más peligrosos del mundo en los cuales desarrollar la profesión del periodismo. Al no existir ningún artículo en la prensa mexicana que llame la atención de las personas sobre el fuerte ataque a los periodistas en su país, posiblemente por censura, conveniencia o autocensura, aparece la muy renombrada editorial del fuerte sexto poder internacional conocida como New York Times.

El problema ha llegado a niveles en los que el llamado de atención lo está haciendo un medio internacional y no uno nacional gracias a un editorial publicado en agosto con el título “El Asesinato a La Libertad de Prensa de México” (2015). En el artículo mencionan casos como el reciente asesinato del fotoperiodista de Veracruz luego de haber retratado a unos enmascarados amenazando a unos activistas estudiantiles. El reconocido diario The New York Times (2015) hizo un llamado de atención internacional acerca de la masacre que tiene como blanco a los periodistas mexicanos. Ante esta situación, las víctimas entran en un dilema existencial entre la auto-censura o una bala en sus cabezas.

El artículo editorial del conocido medio comunicacional (2015) revela que “desde 2010, por lo menos 41 periodistas han sido asesinados en México y unos 20 han desaparecido.” (parr. 3). Las cifras son atemorizantes, especialmente para los que siguen arriesgándose para informar la verdad.

La ventana informativa Animal Político (2015), siempre firme y crítica, revela que:

La prensa mexicana vive bajo una censura indirecta ejercida por los Gobiernos federal y estatales, a través de la asignación de la publicidad oficial: mientras a los medios críticos se les castiga retirándoles el pago de anuncios, una cobertura favorable se recompensa con compra de espacios, lo que afecta directamente en el papel que deben juzgar en la democracia, advierte la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias. (parr. 1)

En México, los periodistas críticos se ven amenazados directa e indirectamente para evitar que revelen la verdad, manteniéndolos al borde del silencio obligatorio que una fuerza mayor les aplica o que lamentablemente, ellos mismos se ven forzados a hacer.

Por otro lado, también podemos leer en portales informativos como NotiCaribe (2015) que escriben que “en México un periodista es agredido cada 26.7 horas”. Incluso, la organización Freedom House recalca que el país recibió su peor nota en los 35 años que lleva elaborando el reporte.

Curiosamente el informe indica otros datos de interés: que también hubo un declive en cuanto a libertad de expresión y de prensa en toda Latinoamérica. Especialmente en países que están sufriendo una dictadura o dicen que están con el Socialismo del Siglo XXI.

La organización Freedom House en el estudio mencionado y publicado este año (2015) coloca de primero en la lista a Cuba (con 91), Venezuela (con 81), Ecuador (64), México (63) y por último Honduras (41). Las cifras están más que claras. Entonces, ¿por qué el pueblo mexicano no hace nada al respecto? ¿están al tanto los estudiantes de esta situación?

La pregunta sigue tres opciones: ¿son los estudiantes fríos e indiferentes ante la situación que viven los periodistas mexicanos?, ¿están siendo desinformados y manipulados a través de la censura y control que los grandes medios de comunicación aplican?, ¿estarán viviendo un híbrido de las dos opciones expuestas anteriormente?

La resolución de esas preguntas es esencial para poder entender qué tan grave puede continuar a ser la censura a los periodistas en México en la actualidad y en el futuro, ya que los estudiantes universitarios son quienes representan el futuro del país. También se podrá comprender un poco más la raíz del problema. Es esencial entender el porqué para manejar el qué.

Si el qué no es controlado, entonces será un círculo vicioso. El periodista no podrá informar. Al no poder publicar la verdad, el mexicano no podrá conscientizarse. Al no estar consciente de la situación, la sociedad no podrá hacer nada al respecto porque simplemente no está enterada. En ese caso, se seguirá atacando y censurando al periodista crítico, quien menos todavía, podrá informar.

Se supone que en México, por ley, existe el derecho a la libertad de expresión pero nos preguntamos entonces, ¿qué sucedió con el derecho a la vida de Rubén Espinosa, el fotoperiodista asesinado luego de retratar a unos hombres enmascarados que asaltaron a unos activistas estudiantiles? ¿Existe igualdad ante la ley cuando queremos publicar una verdad en los grandes medios sin tener que velar las conveniencias de estos? ¿Qué sanción se le dio a quienes le privaron la libertad de expresión a Carmen Aristegui? ¿Tuvo Rosario Fuertes Rubio libertad de prensa tras ser rechazada por los grandes medios y luego, ser asesinada por narcotraficantes ya que tuvo que denunciar los crímenes de los señores de la droga en Tamaulipas por su propia cuenta de Twitter? ¿Tienen los mexicanos, realmente, accesibilidad a la verdad? ¿Por qué no se están respetando estos derechos fundamentales que están contenidos en la Constitución Mexicana? ¿Por qué el gobierno no está haciendo nada al respecto? ¿Por qué nosotros no estamos haciendo nada al respecto?

No escucho una voz crítica en los estudiantes mexicanos ante las injusticias. Están dormidos. Ya sea porque no les importa o porque no saben. O ambos. El silencio de los periodistas, forzado, es un impedimento a la libertad que hoy los mexicanos, sin saberlo, están perdiendo.

El caso es que existe, como aportan Shannon y Weaver en su modelo matemático de la comunicación, una fuente de ruido. Esta fuente de ruido, según los autores de la teoría de la comunicación en su trabajo The Mathematical Theory of Communication (1949), “produce una pérdida o distorsión en la señal”. El punto es encontrar dónde se encuentra este ruido. Si en el canal (que se trataría de la desinformación) y/o en el mismo receptor (que tiene que ver con la indiferencia).

Este ruido que mencionamos es el causante de que no exista atención alguna a la censura que estamos padeciendo hoy en México. Este ruido está permitiendo que la sociedad esté siendo manipulada por el poder y por los mismos grandes medios de comunicación que se supone, deberían informarnos y educarnos. Al tener la sociedad información y educación, puede entonces estar consciente de su realidad y tener una meta. Como menciona Ortega y Gasset en su gran obra La Rebelión De Las Masas (1967):

Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo está fuera de ella, más allá. Si me resuelvo a andar sólo por dentro de mi vida, egoístamente, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada, que se pierde en sí mismo, de puro no ser más que caminar por dentro de sí. (página 167)

Busquemos salir de este laberinto en el que vive México, que no lo lleva a ninguna parte. Que lo mantiene desinteresado, poco educado, inactivo, dormido. Preguntémonos entonces cómo podremos sacar a la luz el nivel de inconsciencia de los jóvenes universitarios de México y explicar el porqué de esto, para luego así, lograr conscientizarlos y evitar que los gobiernos con sed de poder y sus mascotas, los grandes medios, logren enajenar a la sociedad. Es así, como se logrará despertar esa pasión y esa inquietud que tanto nos caracteriza a los jóvenes: querer hacer de este mundo un lugar mejor.

Para poder explicar con aún más precisión el punto a discutir sobre la inconsciencia ante las injusticias que están ocurriendo en México hoy con los periodistas, cito a Giovanni Sartori en su obra Homo-Videns (1998), porque creo rotundamente que la pasión por la libertad es lo que a los jóvenes universitarios de México les hace falta: “Apasionarse es implicarse, hacer participar, crear sinergias «simpáticas». Apasionarse está bien cuando se hace en su momento y en su lugar, pero fuera de lugar es malo.”

México hoy es el momento y es el lugar. Es hora de despertar.

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