Por estos días tenemos una serie de sentimientos encontrados, por un lado sentimos la alegría que nos da el haber podido cumplir una meta que años atrás nos propusimos, pero por el otro también nos embarga una enorme nostalgia por tener que dejar a un lado a nuestro colegio, a nuestros profesores y ver que quienes compartieron con nosotros todos estos años en el aula de clase, toman nuevos rumbos en busca de otras metas.
De lo que sí estoy seguro, es que durante todo este tiempo pude compartir con verdaderos amigos y, a pesar de las diferencias que como es normal en algún momento tuvimos, alcanzamos un gran nivel de lo que es la verdadera amistad.
En particular jamás podré olvidar a mis profesores, a ellos les agradeceré a diario por cada una de sus enseñanzas, por contribuir a mi formación como una persona de valores y principios éticos que puede contribuir con el desarrollo de la comunidad.
La familia Galanista me brindó las mejores experiencias que he tenido y me dio un sinnúmero de oportunidades en diferentes ámbitos, me siento dichoso y muy satisfecho por haber compartido grandes momentos en el Galán.
Los trabajos en grupo, las salidas, las tardes de risas, las clases, los llamados de atención e incluso las discusiones entre compañeros son recuerdos que perdurarán por siempre.
Seguramente en algún momento de nuestra vida, haremos un alto y pensando en cada compañero, recordaremos las sonrisas que en su momento pudo sacarnos.
Ser Galanista me llena de orgullo, y será una gran motivación para comenzar a recorrer el largo, pero necesario camino que desde ya se divisa con mayor intensidad a medida que corre el tiempo.