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guadalpe loeza
guadalpe loeza - viceversa magazine

¡¡¡Las listas!!!

Con una terrible angustia le llamé a la secretaria de la doctora Fifí de la Huerta, para hacer una cita. «Le puedo hacer un huequito el viernes a las 8:00 p.m.», me dijo su asistente con una voz muy ejecutiva, no sin antes advertirme que tenía que llegar puntualmente, ya que «últimamente la agenda de la doctora está saturada». Imagino que desde que empezó el gobierno de López Obrador, la psicoanalista ha incrementado al doble el número de pacientes. De hecho, el día que me recibió la vi particularmente agotada.

-Ah, también a usted le urgía verme por lo de las listas, ¿verdad?

-Ay, doctora, es que es un escándalo… Como dice la Biblia eso sí es pecado porque perturba a toda la comunidad. Así me siento, per-tur-ba-da. Le confieso que yo ya sabía de muchos de ellos, especialmente del que encabeza la lista de 36 nombres de periodistas. Según los datos del INAI, nada más él solito recibió 250 millones de pesos, y entre todos, se embolsaron, exclusivamente del sexenio de Peña Nieto, 1,080 millones de pesos, sin contar lo que han de haber recibido por parte de los estados, cuyos gobernadores seguramente se apantallaban con dizque su prestigio de comunicadores, de historiadores y de analistas políticos. Cuando en realidad han ido por la vida con una máscara, son los típicos engaña-bobos, no tienen llenadera. Conozco personalmente a varios de ellos; además de ser muy, pero muy «mamones», créame, doctora, son de lo más soberbios del mundo. Siempre se habían sentido: in-to-ca-bles; in-ta-cha-bles e in-corrup-ti-bles. Pero como decía doña Lola, «todo se paga en la vida». Y ellos están pagando lo que se robaron.

-Bueno, pero ¿por qué está usted tan enojada?

-Ay, doctora, porque no estoy en las listas… Se imagina si estuviera en los primeros lugares, sería millonaria… Sí, estoy enojada porque soy pobre, porque no pude comprarme el Vochito que se subastó el domingo en Los Pinos, porque ya no puedo contratar una secretaria y porque, tal vez, nadie me vea como una verdadera periodista. Nunca nadie me ha buscado para hacer un «deal» y que hable bien de cualquier político o de uno de sus programas sociales. Nadie me ha hecho jamás una mala propuesta, ni para una campaña o una contracampaña. ¿O me verán muy decente y fifí o han de haber pensado estos políticos corruptos que nadie me lee, o porque no soy lo suficientemente cabrona para entrarle… a la «chayotiza»? ¿Me entiende? Es cierto que el hecho de no haber recibido jamás un «chayote» habla muy bien de mi trayectoria periodística. Lo que me duele es que nunca me lo hayan propuesto, de lo contrario hubiera sido una espléndida oportunidad para negarme y decir muy indignada: «Óigame, no me confunda… ¿Qué pasó señor secretario (o candidato o gobernador)? Yo soy una periodista decente, honrada y ética, etcétera. Eso déjeselo a otros periodistas que venden no nada más las planas de sus revistas, de sus entrevistas y de sus páginas de internet, sino su opinión sesgada y manipuladora». ¿Verdad que también eso es corrupción, doctora?

-Así es. Pero hábleme más de lo que usted siente.

-Yo siento mucho coraje, porque es mucho dinero, doctora. Dinero que se pudo haber ocupado para programas sociales, para medicinas o para escuelas. Me da coraje que esos dizque periodistas e historiadores nos hayan tomado el pelo (no el que encabeza la lista… porque de ese todo el mundo lo sabía desde hace años…) y nos hayan hecho creer que eran muy respetables… Ahora claro, todos esos «periodistas», balconeados con su respectivo nombre, se cubren entre ellos y dicen que las listas están mal hechas, que son discrecionales, que lo del INAI «es una campaña permanente de difamación». Y los otros periodistas que no están en las listas prefieren no hablar sobre el asunto para no comprometerse. A los de la lista ya no los voy a leer… ni, mucho menos, creer. De hecho, desde hace un tiempo no creo en nadie, yo nada más creo en mí, como dice la canción de John Lennon que se llama God: I don’t believe in magic, I don’t believe in I-Ching, I don’t believe in Bible, I don’t believe in tarot, I don’t believe in Hitler, I don’t believe in Jesus, I don’t believe in Kennedy (…) I don’t believe in Beatles, I just believe in me… Finalmente, qué bueno que mi nombre no aparece en las listas, de lo contrario, ya hubiera dejado de creer en mí, y eso sí que ha de ser terrible. Pobre, pobre pero me creo. Muchos de estos 36 periodistas, ricos, ricos, son tan soberbios que seguramente continúan creyendo en sí mismos… sin importarles que sus lectores ya no les creerán jamás…

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