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Alex Lima
Alex Lima - viceversa magazine

La propagación de la plaga: Whitman, termitas y la voz poética

Tras examinar las primeras páginas del poemario de Zachary Payne, me transporté a la tarde en la que presencié la poesía conceptual de Kenneth Goldsmith en un simposio de poesía Trans-americana. En aquella ocasión, Mr. Goldsmith reprodujo palabra por palabra la transmisión de Radio Valparaíso de los eventos que se suscitaron durante el golpe de estado chileno, mejor conocido como la toma de la Casa de la Moneda. No obstante, el artefacto de Payne titulado, Termites: The Illegal Occupation of Paradise (Prote(s)xt, 2018), trasciende la mera reproducción del momento-cuando-todo-cambió para configurar una narrativa en la cual la voz poética se auto-inscribe como un personaje semificticio que establece una conversación con Walt Whitman y una termita representativa tanto del colonizado como del colonizador.

La denuncia joco-seria de Payne contra la invasión de Hawaii, justificada por la defensa de los intereses estadounidenses, se remonta a comienzos del siglo diecinueve cuando Estados Unidos “accedió a tratados y convenios con la monarquía hawaiana para regentar el comercio y los derechos de navegación”, hasta 1893, año en el que los misioneros de la Iglesia Congregacional conspiraron para “derrocar al legítimo gobierno autóctono de Hawaii”. La voz poética equipara la exterminación de las termitas a la de los nativos hawaianos producto del envenamiento (liquid death) es decir, mediante el uso de químicos y pesticidas. La colonización del paraíso fue un proceso lento y doloroso. Primero se produjo la evangelización del Reino de Hawaii por parte de los misioneros de la Iglesia Congregacional entre 1820 y 1850. Posteriormente, se suscitó el trasplante de caña de azúcar por los descendientes de aquellos misioneros, sentando así las bases para una economía de productos primarios que culminó con el derrocamiento de la Reina Liliuokalani en 1895. La “ocupación ilegal” se cristalizó con la anexión inevitable de las islas en 1898 como consecuencia de la Guerra Hispano-Americana.

La expropiación del paraíso se equipara a la reproducción y propagación de una plaga de termitas, leit-motivo también recurrente en la novela indigenista latinoamericana del siglo veinte, en la cual las micro/macro agresiones se legitiman mediante la institucionalización de la “trilogía de la tierra” compuesta por la iglesia, los terratenientes y el ejército. A diferencia del canto whitmaniano, Payne no se propone extraer belleza de los rincones oscuros de la historia, sino que mantiene un tono constante de denuncia, ilustrado con copias borrosas de documentos ficticios que aparecen en la cara izquierda de cada sección. En la cara derecha del texto, la voz poética intenta racionalizar los motivos del exterminio a través de un diálogo con Whitman y una termita, pero la mayoría de las veces concluye que “en cada momento se hace más difícil poder amar”. Aún después del previsible ataque a Pearl Harbor (1941) y tras convertirse en el estado número 50 de la Unión Americana (1959), Hawaii seguía siendo retratado como un lugar exótico, un paraíso terrenal abundante, donde uno podía adueñarse de todo, incluso de sus habitantes; por algún motivo se me vienen a la mente imágenes de Hawaii Cinco-0 y La isla de la fantasía. Cada apartado del artefacto metapoético de Payne consigue recordarnos que aquellos hechos horrendos de violencia y apropiación suelen permanecer latentes en las fisuras de lo sublime, detrás del marketing de nociones preconcebidas de lo que es el paraíso.

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