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Ganó el poder de los ciudadanos

Ya no hay incertidumbre, tenemos certeza: AMLO será el próximo presidente de México. Después de 18 años en campaña por fin logró realizar su meta. En anteriores elecciones sorpresivamente se declaró presidente legítimo, parecía un juego, de suerte qué no se rindió y continuó en campaña. A pesar del desgaste y de las críticas, tenemos que reconocer que en las urnas ganó la democracia. Los ciudadanos, con amplio margen, eligieron a los candidatos con su voto. Los electores acudieron responsablemente a las casillas, desde temprano. Había filas para emitir el sufragio, la asistencia fue numerosa como no se había visto antes en nuestro país. Las redes sociales fueron parte importante para que Morena se llevara carro completo, lo mismo sucedió en Estados Unidos con el triunfo de Trump. La actitud beligerante del candidato, las críticas al sistema, a la mafia del poder, alimentaron el odio al gobierno.

La campaña estuvo bien orquestada, por años las redes sociales se convirtieron en una caja de resonancia, el ruido de tambores preparó el terreno para sembrar el odio. El ataque a las instituciones, a las reformas estructurales; las noticias falsas, como las que alertaban sobre la privatización del agua, la venta de Pemex, la Comisión Federal de Electricidad así como las críticas a la reforma educativa, le permitieron aglutinar a más seguidores. Muy generosamente dijo que los recursos de su partido los destinaría a los damnificados del terremoto. No importaba compartir noticias falsas, la tarea era reenviar el mensaje a sus contactos lo más rápido posible.

El coraje hacia el gobierno se convirtió en resentimiento. El derroche de recursos en las campañas fue escandaloso, de cada peso que otorgó el INE, se gastaron cinco más, la campaña de encono, división, fue creciendo, parecía que en este país no existían buenas noticias.

La elección deja poco espacio al litigio, los otros candidatos Meade, Anaya y el Bronco, reconocieron con mucha dignidad su derrota, aceptaron que la votación no les fue favorable; con civilidad democrática felicitaron al ganador. Como dijo sabiamente Thomas Jefferson “La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde el 51 por ciento de la gente, puede lanzar por la borda los derechos del otro 49 por ciento”. Ahora falta ver que cumpla sus promesas de campaña.

El panorama se ve complicado: la deuda externa es enorme, no da para los tantos ofrecimientos que hizo durante la campaña. No sabemos qué historia nace el día de hoy, las expectativas de los ciudadanos son enormes. Los programas sociales no han tenido el efecto planeado, de manera que el país no da para más experimentos. Esperamos que el primero de diciembre, día en el cual tomará posición, realmente empiece a desaparecer la corrupción.

López Obrador cumplió su aspiración de vida, no va a tener excusas para no cumplir las promesas. Veremos cuál será el contrapeso de los otros partidos, no podemos creer que en nuestro país viviremos en el paraíso, tampoco podemos confiar en que la relación con Trump vaya a mejorar; ambos son ciclotímicos, un día prometen una cosa y al siguiente cambian de opinión. Ganó el populismo y quienes no simpatizaron con su proyecto estarán a la expectativa. Por el bien de México quienes no esperamos un cargo en el gobierno, vamos a seguir trabajando.

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