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El impacto de la pobreza en el imperio americano

Si algo hemos aprendido de esta última elección presidencial en los Estados Unidos es que la pobreza sigue siendo una palabra ignorada en el panorama político del país. Aunque los políticos evitan usar la palabra, como un hombre desnudo evita una serpiente venenosa, la pobreza es una parte integral del paisaje social y político de Estados Unidos, y no desaparecerá simplemente ignorándola.

La pobreza es un concepto multifacético que incluye elementos sociales, económicos, sanitarios y políticos. Una definición práctica de pobreza es que es un estado de privación en el cual la gente carece de la cantidad usual o aceptable de dinero o posesiones materiales para vivir con dignidad. En 2015, utilizando este concepto, 43,1 millones de estadounidenses (13,5% de la población) vivían en la pobreza.

Aunque los niños representan el 23,1 por ciento de la población total, ellos constituyen el 33,3 por ciento de la población pobre. Un informe de UNICEF de 2013 indica que los Estados Unidos tenían la segunda tasa más alta de pobreza relativa de niños entre los países industrializados.

La seguridad alimentaria existe cuando en un hogar sus miembros tienen acceso en todo momento a suficiente comida para una vida activa y saludable. En 2013 los niveles de pobreza infantil en los Estados Unidos eran tal altos, que 16,7 millones de niños vivían en hogares con inseguridad alimentaria, incapaces de recibir los nutrientes necesarios para una vida sana.

Un estudio de 2016 del Instituto Urbano, una organización de investigación de Washington D.C. que analiza cómo las comunidades se verán afectadas por las reformas políticas, afirma que los adolescentes de comunidades de bajos ingresos son forzados frecuentemente a unirse a pandillas, vender drogas o intercambiar favores sexuales porque no tienes medios para comprar comida.

La falta de vivienda agrava los problemas asociados con la falta de alimentos. Según un informe del 2014 del Centro Nacional de Familias Sin Hogar, el número de niños sin hogar en los Estados Unidos había alcanzado niveles récord, con 2,5 millones de niños -uno de cada 30- sin hogar.

Según cálculos recientes del censo, la mitad de la población de los Estados Unidos se puede calificar como pobre o de bajos ingresos, mientras que uno en cinco jóvenes adultos vive en situación de pobreza. Según el Manual Routledge de Pobreza en los Estados Unidos, formas nuevas y extremas de pobreza han aparecido en los Estados Unidos como resultado de las políticas neoliberales de ajuste estructural y globalización.

En junio de 2016, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió a los Estados Unidos que debía disminuir sus altas tasas de pobreza elevando el salario mínimo y ofreciendo licencia de maternidad remunerada a las mujeres para alentarlas a ingresar a trabajar.

La pobreza obstaculiza el acceso de los niños a una educación de calidad, y condiciona su calidad de vida futura y sus posibilidades de empleo. Debido a que el sistema de educación de los Estados Unidos es financiado por las comunidades locales, la calidad de la educación es con frecuencia un reflejo de la afluencia de la comunidad. Una educación más pobre tiende a perpetuar la desigualdad.

Además, las mujeres en situación de pobreza quedan embarazadas a edades más tempranas y, con menos recursos para cuidar a su niño, y frecuentemente abandonan sus estudios.

El nuevo gabinete de asesores económicos seleccionado por Donald Trump –el más rico en la historia del país- permite augurar que los problemas de pobreza no se solucionarán rápidamente. Desde tiempos immemoriales, los ricos han obtenido sus riquezas no por ayudar a los pobres sino por saber cómo explotarlos más eficientemente.

Aun cuando la pobreza existe en la mayoría de los países a nivel global, su existencia en el país más poderoso del mundo es imperdonable. El escritor francés Sébastien-Roch Nicolas, también conocido como Chamfort (1741-1794), escribió: «La sociedad está formada por dos grandes clases: las que tienen más comidas que apetito, y las que tienen más apetito que comida». Estados Unidos corre el riesgo de cumplir mayormente esta aseveración.

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