Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Saudade

Hace un tiempo, me tropecé con una palabra hermosa en portugués que es calificada como intraducible, porque en los otros idiomas no se encuentra una palabra que englobe todo lo que ella describe. Saudade es el sentimiento de añoranza o tristeza por algo que está lejano o perdido.

Creo que no hay palabra que describa mejor el sentir venezolano por la situación que atraviesa el país. En cualquier latitud, todas las personas tienen que pasar por pérdidas y ganancias, porque ese es el proceso de la vida, así de simple; pero en el caso venezolano, se le suman no sólo las pérdidas y ganancias normales, sino que además el perder la gente que se va (bien sea porque emigran o porque los mata la delincuencia), la pérdida de la capacidad adquisitiva y de ahorro, los bienes que ya no se consiguen, las aspiraciones que ahora resultan irrealizables… Es como si viviésemos en saudade permanente.

Siempre hay algo que, como personas, hemos perdido: desde un bolígrafo hasta un ser querido, cualquier cosa puede ser objeto de ser añorada. La cuestión está en si todos los días añoras cosas diferentes, porque la situación del país hace escasa la mayor parte de los bienes básicos que necesitas para sobrevivir. ¿Cuánta saudade puede aguantar un alma antes de que sea un episodio depresivo?

En Venezuela, la salud mental está subestimada. La mayoría de los venezolanos, sobre todo los mayores, no creen en la Psicoterapia, porque “es pa’ locos”. Casi todos, antes de la crisis de los medicamentos, solíamos tener una “tía pepera”, una señora que cargaba una farmacia entera en la cartera, que en un funeral le daba una pastillita a los dolientes para que durmieran un poco. Un Tafil o un Prozac eran recetados por esta doñita para lidiar con las situaciones; una solución poco sana para la salud mental, porque realmente no se vivía la emoción en el momento, sino que se adormecía a la persona para que “sufriera menos”.

En esta situación no sé qué estarán haciendo estas señoras, porque ya las pastillitas no se pueden regalar así de fácil. ¿Cómo hacemos entonces con la tristeza?

Estamos en una encrucijada. Comprendo a las personas que prefieran gastar el dinero de una consulta terapéutica en comida, porque eso es prioridad para ellas, pero creo que la salud mental de Venezuela está en caída libre. A diario, experimentamos más estrés y tristeza de los soportables sanamente, e incluso, ya se han reportado suicidios motivados con la situación país.

Pienso que se está gestando una secuela invisible en nuestro inconsciente colectivo, una de estas mentalidades parecidas a aquellos que han vivido una guerra y que como país tendremos que afrontar en su debido momento. Yo quisiera creer que toda esta saudade se transformará en algo mejor, pero no soy adivina… Sólo me queda esperar que toda esta situación no pase en vano.

Hey you,
¿nos brindas un café?