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Bello púbico, vello público

¿Sabías que son muchas las mujeres que llegan a las emergencias de los hospitales estadounidenses, por laceración de sus labios genitales?

No es religión ni violencia doméstica, es el maltrato de la mujer a manos de la cultura occidental que se rige por los standards de belleza blanca. Las mujeres que llegan con el entrepierna ensangrentado, son ellas mismas responsables de su lesión al tratar de afeitar el área del pubis. Por inexperiencia, en su mayoría se trata de adolescentes, de apenas 15 años, que actúan en consecuencia a la presión que nos obliga a ocultar los signos de pubertad. Ser femenina y bella tiene que ver con permanecer luciendo como una niña… bellas libres de vellos, ¿sin hablar demasiado, saber escuchar, cocer y bordar, poner la mesa en su santo lugar?

Aunque la aparición del vello púbico indica la llegada de la madurez sexual, muestra que la hembra está lista para la procreación o que el macho tiene la madurez para asumirla, hoy en día esta función está censurada: ahora se ejerce a través del consumo de vestimentas que muestran más con menos, y justamente a través del contrario: la depilación.

Son muchas las mujeres que están dispuestas a remover su vello púbico aunque no estén del todo conformes con las razones: un 56% de mujeres, entre 18-29 años de edad, creen que deben eliminarlo y un 72% de ellas ciertamente lo hacen, aunque no estén del todo convencidas.

Entre los hombres jóvenes en cambio, el 46% piensa que debería eliminar el vello púbico pero sólo el 37% lo hace realmente. Una vez más, las mujeres somos más propensas a actuar según los «deberes» de la sociedad, que los hombres. Por eso nos pelamos brazos, axilas y piernas, y el bigote, el bozo (al contrario de los hombres que se acomplejan ante la falta de vello facial)… nuestros vellos públicos, pelos que crecen como resultado de la producción de hormonas y que por lo mismo, vuelven a crecer y hay que volver a afeitar, depilar, lacerar… hasta llegar al pubis, los vellos de la intimidad que ya se han vuelto también cuestión pública y notoria que se comenta.

No importa lo doloroso y costoso que sea, hemos de ajustarnos a los requerimientos de una sociedad sin pelos. Sin mucho pensamiento, tampoco, en el sentido del desarrollo de posturas propias, pero sí mucho consumo y cada vez más antiséptica, más separada de la naturaleza, de la realidad que nos explica. Los pelos ahora se han vuelto para muchos y muchas, sinónimo de falta de higiene, de educación… así que sin vellos púbicos que nos regulen la temperatura, no importa, compramos pantaletas que cumplen con esa función y como protectoras ante la entrada de patógenos al organismo, vía el sistema urogenital. Y para la amortiguación de la irritación en la región genital durante el coito, que también era asunto de los vellos púbicos de siempre, pues hay todo tipo de lubricantes en el mercado que te protegen del continuo roce del amor, ya que la piel contra la piel “puede causar enrojecimientos y afectaciones de la epidermis que pueden resultar muy incómodas.”

Y si las cejas eran las que impedían que el sudor cayera sobre los ojos, o los vellos de la nariz y las pestañas, disminuían la probabilidad de que el polvo o los microorganismos entraran en la nariz y los ojos, para eso están ahora los lentes oscuros cuando hace sol, sombreros, gorras y pañuelos… de todos colores, texturas, estampados, de venta en cualquier lugar. Y si las axilas eran muy importantes en la retención de olores corporales provocados por sustancias secretadas por las glándulas apocrinas, potentes atrayentes sexuales, pues existen opiniones, ya no nos gustan esos olores… preferimos el halo de desodorantes, perfumes, esencias, aceites, que se consiguen al cruzar la esquina. Y en el caso de los testículos, a los que los cambios bruscos de temperatura pueden dañar sensiblemente la producción de espermatozoides, para eso también hay ropa interior especializada. Porque a los hombres también les toca su parte, y cada vez son más las mujeres que los prefieren sin pelos.

Sin embargo, lo más alarmante de toda esta afeitadera de lo que somos, es que entre las funciones del vello púbico está la diseminación de feronomas. Las feromonas son sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de provocar comportamientos específicos en otros. Muchas especies de plantas y animales utilizan diferentes aromas o mensajes químicos como medio de comunicación, enviando códigos para atraerse o rechazarse sexualmente. Algunas mariposas son capaces de detectar el olor de la hembra a 20 kms. de distancia.

Pero no todo está perdido: ahora contamos con la ficción de Tinder, el coqueteo virtual que no incluye pestañeo, la cultura del selfie escrito y fotografiado, que no huele. Me pregunto si con eso se podrán escribir grandes historias de amor.

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