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Wild Tales (Relatos Salvajes): cuentos extremos para cine de tamaña envergadura

Relatos Salvajes, ahora en cartelera, de Damián Szifrón, reúne todo lo que necesita un filme para triunfar, el mal llamado cine negro que para América Latina es trágico, o sino dígaselo a los compadritos, actores de primera línea que solo quieren trabajar para el mercado hispano, y no para Hollywood; por eso vemos en estos relatos actores favoritos como Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín, Erica Rivas, la envidia de muchos corazones, sudando la camiseta.

El  cine argentino logra encaramarse en el tope comercial, gracias a los éxitos obtenidos en la última década con filmes como Nueve Reinas, El hijo de la novia y El secreto de tus ojos. Sus guionistas también son la envidia de Hollywood, siempre copian sus versiones originales, en este caso, la pelicula se defiende con 6 guiones para seis relatos escritos por el mismo Damián Szifrom, lo que comprueba la regla sin excepción. Nunca vemos en el cine argentino cansancio, repetición o copia, una inspiración que les viene desde los años 40s, con autores que han sacrificado sus vidas por un cine que casi nunca proviene de una industria sino del bolsillo de los creadores a voluntad libre.

Leopoldo Torre Nilson, Leonardo Fabio (nuestro director por muchos años, Richard Peña del Festival de cine de New York, prepara el lanzamiento de su libro acerca de Leonardo Fabio), Raúl de la Torre, fueron algunos de los forjadores, hoy con las nuevas generaciones, se puede convertir en una Era de grandes directores, salidos de ese mundo amplio y generador de ideas entre diferentes culturas. Guionistas para la exportación como los argentinos que escribieron la película triunfadora  Birdman de Alejandro González Iñárritu.

Desde el comienzo la película con una amplia influencia de Pedro Almodóvar, que es parte de la producción, denota repetición, línea o desparpajo, pero interesante y conmovedor son los acartonados planos del avión, que presagia lo acontecido con el piloto alemán que estrelló el avión en los Alpes. Algo inimaginado, y que catapulta el filme con la tragedia. Comedia negra desintegrada.

Y si no te sales del teatro es porque algo viene fuerte en el segundo relato, de frente con Leonardo Sbaraglia, que siempre está atento a actuaciones con buen guión, gótico, y vaya si este tiene su valentía, su escatología visual, y su final tragicómico y en el siguiente, la ironía, la venganza y la cofradía, el atropello a una mujer embarazada del hijo de un millonario, con su carro y el tope de la corrupción, los déspotas y su terquedad.

En  las últimas la crítica sube a un alto nivel, con Ricardo Darín en confusas situaciones, de frente a una criminalidad encomendadora única en la Argentina de los Kirchner. Cortas películas que lo dicen toda, el sainete de la respuesta con terrorismo incluido, buñueliano.

El tono explota y llega la sesta película (la sexta) con lenguaje arrobador, signos, montajes musicales, con la gran boda judía, típica imagen hebrea de Argentina que marca para los contextos la matriz sosegada, la parodia a la sociedad argentina, el gran espectáculo, empaquetada y corrupta. Uno se acuerda de La grande belleza, La película del rey, también de  Fellini a menor escala, y aplaudes las versiones libres, el biopic de cada complemento y la sincronía de Saussure empieza su trabajo estructural para ver el cinematógrafo como una máquina de sueños.

El cine es para todos, no dejemos que el neofascismo nos clasifique y nos reprima para bien de unos demonios vestidos de fiscales generales, que lo que desean es lo extrajudicial moldeado con el dinero de la plusbalía.

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