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50 años de un resfriado

No son comunes las efemérides de una enfermedad. Pero alguna hay. Se cumplen este año cincuenta años de un perfil mitológico del periodismo universal: la nota que escribiera en 1965 el periodista Gay Talese para la revista Esquire, titulada “Frank Sinatra tiene gripe’’. Así lo encontró al viajar de Nueva York a Los Ángeles, entusiasmado con la idea de entrevistarlo.

Estas fueron algunas de las palabras que escribió Talese a la hora de definir su perfil: “Sinatra resfriado es como Picasso sin pintura o un Ferrari sin gasolina, pero peor. Porque un simple resfriado le priva de esa joya de valor incalculable que es su voz, y hace mella en la confianza que tiene en sí mismo’’.

La prestigiosa editorial alemana Taschen un sentido homenaje para coleccionar: una edición limitada de texto “Frank Sinatra tiene gripe’’. Incluye introducción de Gay Talese y reproducciones en desarrolló facsímil de páginas manuscritas, correspondencia y storyboard de la planificación del trabajo, del archivo del autor.

El libro exhibe imágenes de un gran fotógrafo, Phil Stern, el único que pudo acercarse a la intimidad de Sinatra a lo largo de cuatro décadas (entre 1940 y 1970), así como de momentos inolvidables captados por fotoperiodistas de los años 1960: John Bryson, John Dominis y Terry O’Neill. Una edición de 5.000 ejemplares, numerados y firmados por Gay Talese. El estuche es de papel con metal repujado en metal. 244 páginas únicas.

Esta curiosísima edición, que estará disponible para coleccionistas y amantes de Sinatra en noviembre, cuesta 200 dólares. Alguien podría preguntarse por qué pagar tanto por un artículo publicado en Esquire en 1965. Hay razones de peso.

En ese momento Gay Talese tenía 32 años y había desempeñado una carrera brillante en la redacción de deportes de The New York Times, por diez años. De esa experiencia salió un texto crítico, con el periodismo y con una institución como el Times: El reino y el poder, traducido por Grijalbo en 1968.

Era un periodista curtido, inconforme, con ganas de cambiar. Y Esquire, una revista que le abría las puertas al nuevo periodismo impulsado por Capote, Mailer y Wolfe, le propone a Talese que viaje a Los Ángeles para hacer una semblanza de una estrella polémica y popular como pocas. La entrevista estaba concertada.

Pero Talese llegó a la ciudad de Los Ángeles de la costa oeste y se tropezó con obstáculos. Sinatra no se sentía bien. Tenía gripe, aunque esa era sólo la punta del iceberg de sus desarreglos. Había dejado a su familia; lo perseguía la polémica por enamorarse de una mujer muy joven, Mia Farrow; y se sentía inseguro con los cambios musicales que introducían unos muchachos de Liverpool. La conversación nunca se dio.

Gay Talese de todas maneras permaneció cinco semanas en Los Ángeles. Entrevistó a cien personas, dibujó las escenas que le interesaban, tomó notas en 200 hojas, reportó 5.000 dólares por gastos y regresó a Manhattan. Tardó seis semanas en escribir 50 páginas. Todo esto sin haber cruzado una palabra con la celebridad que se codeaba con la mafia y tenía una sonrisa para cada fanático.

Quienes han seguido la carrera de Talese saben que él prefiere mil veces hablar con la mujer que le maneja las pelucas que con el mismo Frank Sinatra. Todos los colaboradores terminaron armando un personaje más fiel que el que hubiera salido de sus palabras, infladas de ego, inseguridad y verdades a medias.

El texto sigue ahí, cincuenta años después de haber sido reporteado y escrito. Y sin duda representa la mejor lección de periodismo que pueda existir, la más económica y la más perdurable en el tiempo. Taschen nos la regala ahora envuelta en estuche de lujo.

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