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Santa María del Diablo

“Santa María del Diablo”, 2015, una novela que te lleva por la pesadilla de la historia del siglo XVI, en la Tierra Firme del Mar Caribe.

Que al correr de los tiempos, nuestros apellidos y nombres se vayan complementando para darle origen a nuestras metas, esa es la zozobra, la otra cara de la moneda, el quinto para el rey Adburgo y luego al Borbón. La promesa de una esperanza frente al mundillo cruel y galopante de las culturas que van desfilando en el Nuevo Mundo.

Santa María del Diablo del novelista colombiano Gustavo Arango (Ediciones B Colombia, del grupo Zeta), la crónica histórica, los delirantes pasos forzados de nuestros primeros letrados, Gonzalo Fernández de Oviedo, los franciscanos, los dominicos, Bartolomé de Las Casas, Bernal Díaz del Castillo, obispos y más obispos que poco o nada interesan, en esta novela de los archivos de los primerizos descubrimientos de las islas del mar Caribe, La Española, Cuba y La Tierra Firme de América, que antes no se llamaba, con sus tribus con caciques lo mismo que rey o gobernador gral, el oro y su embrujo, ya unos lo poseían y nada escribieron de cómo fue, y estos conquistadores de España-Portugal primero sabían lo mismo pero tenían otro concepto de su poder, pues les gustaba ver apiñado el oro a la luz de la luna incandescente, y como peso al pago de la guerra.

Juan de la Cosa, que llegó primero (y trazó el primer mapa del Nuevo Mundo) y dice Arango que los territorios que encontró poblados de indios-indias, debieron llevar su nombre; América no, La Cosa, mejor. 1503. Comienzos del siglo XVI, continuaba el siglo XV, el de los venenos papales, Cristóbal Colón y sus viajes, al que olvidaremos en esta novela, para adentrarnos pasito a paso con la fundación de la primera ciudad de Tierra Firme  que llevaría el nombre de Santa María Antigua del Darién. Un encuentro entre dos mundos que fue y será una carnicería completa: Bastidas, Ojeda, Nicuesa (desapareció por ese mar de los Caribes, esperando su reencarnación como la del Rey Sebastián que llegó en 1882 con el poeta Fernando Pessoa), Balboa, Pedrarias, Isabel de Bobadilla.

Y los gobernantes de estas tierras húmedas, vampirizadas, cacique Catacapa, Tirufi, Castilla de Oro era la capital imaginaria de la Nueva Andalucía, así se llamaba toda la Costa Atlántica de Tierra Firme, así quién no corre, quien no se embarca como en el Mariel de 1980, salieron todos los locos de las loqueras, y los ladrones y asesinos (Rinconete y Cortadillo, la gran novela ejemplar de Cervantes como un vivo retrato de lo que acontecía en la España en el siglo 16),  mercenarios a conquistar y poblar esa tierra que venía a ser del Rey Carlos V (nieto de F.E. Católico), desde 1616, con su cruz de madera gigante, a nombre del saqueo y,  El Dorado empezaba a cobrar fuerza hasta el presente que vuelven a dar las tierras para la explotación y el saqueo del oro de lo más profundo de sus montañas, contaminado los ríos de lo que queda conquistado e industrializado.

Santa María del Diablo, que así se da en llamar la novela tiene como protagonista al cronista Fernández de Oviedo, que según la ficción vivió en la ciudad más grande de América comparable con Madrid, que luchó con los gobernadores asesinos como Pedrarias el que se jactaba de haber matado 4 0 5 mil indios en una tarde de diversiones; todo a nombre del rey Fernando el Católico, rey de venenos frente a las flechas envenenadas de Los Caribes y otras tribus, que por miles y centenares habitaban esta Tierra  a la que le quitaron el origen los españoles de entonces que actuaban como los del Estado Islámico actual, arrasando y quemando sus verdades orales, Tótems y sus meditaciones eternas con la piedra y los astros.

Las historias detalladas de los caciques (Cemaco, Dabeiba, Abraibe, Nachancan, entre otros) y sus mujeres, sobre todo sus hijas, que se unen a los recién llegados, es quizás la parte más atractiva de la crónica, por lo mismo, no venían mujeres sino hombres solos carismáticos y dispuestos a voltear la arepa, algo que la tradición católica castigaba a lo lejos como un mal sueño.

Y es que el diablo de los católicos, tan antihebreo, es tan sinvergüenza como el de ellos, pues en todas partes está antes que Dios, que todo lo puede y todo lo relaciona. Pero nada, jamás un acuerdo de paz que dure 100 años, ni nadie que lo aguante, parafraseando el dicho. Gustavo Arango se quemó las pestañas una vez más en esta investigación que de Macondo tiene las proximidades a la vena García Marquiana, al interés prosaico de no perderse ni el más insulso detalle del cumplimiento de las ordenanzas que iban y venían por carabela por el mar de la Atlántida (neoplatonismo mercantil).

Arango, entre otros, lleva el alma de Oviedo, y hay si se prendió la vela de esta inmortalidad, él le llega por Santa María, y en lo que es un aserto tras aserto, le habla del diablo, de las agonías por los atentados intelectuales de Pedrarias, que me lo imagino rechoncho (por bruto) y dientón, comelón de cuanta mierda hay a su alrededor, y matando como un lugarteniente de Aguirre, en fin, esa alma doble, Oviedo-Arango que medita con el enemigo de la gratitud y la caridad,  y que le sirve de amanuense,  nos llena de poesía barroca en estos tiempos secos de la bobería en la novela histórica. 

El hecho es que la lectura de la novela de G.A. nos hace ver las caras de los gobernadores y de los caciques confabulando. Hasta el rostro sin cara de Fernando El católico, padre de la infortunada Juana I (La loca, que así mismo la embotelló su padre), y la lucha de los comuneros en España por alguna reivindicación  de derechos por la vida.

Entran y salen las carabelas por los estrechos puertos de Uraba y Tierra Firme (el itsmo de Panama), y la ciudad bandera, Santa María,  de este encuentro entre dos mundos, solo se acuerdan de rezar cuando el obispo ha recibido sus diezmos en oro. ¿Qué tiene el maldito oro, que a los indígenas poco o nada interesa, pues lo mantienen en el cuarto de san Alejo (sic), y a los españoles les causa furor y destrucción tenerlo? La respuesta me importa un soberano c… Cuando ya se vislumbraba el Mar del Sur de nuestra querida Suramérica.

Solo una década duró Santa María la antigua del Darién, acampados con todo el oro del mundo, en nada ayudaron a salvaguardar a las tribus nativas- indígenas que en su mayoría los recibían con placer como culminación de un mito (véase Los Aztecas).

Una estela de destrucción que solo la novela con sus archivos logra connotar, dado el interés de algunos por dar nueva luz a los descubrimientos. Oviedo, el gran personaje que dice haber hecho cosas inverosímiles con lo que no era de él, reflexiona, y logra sobrevivir a los atentados, que según la escritura le alcanzó para ver como todo un continente nuevo era arrasado y poblado de malhechores, que poco  o nada les importaba Dios y sus monaguillos. Murió viejo después de la mitad del siglo demoledor y manierista. Le tocó ver como todo el oro que llegaba de las colonias era para el Santo Oficio, que empezaba a comandar el rey prudente, para mi imprudentísimo y pederasta por su sangre azul, Felipe II.

Si te gusta Vasco Nuñez de Balboa ve a la novela, y colócale una flor en medio del holocausto de vieja guardia, y celebremos que la poesía todo lo cura y lo envuelve en una alma de misterio, del que pocos, agresivos con sus churumbeles (insectos malignos), saldrán ilesos en la inmortalidad.

Gustavo Arango es profesor de literatura hispanoamericana en la universidad de Oneonta (New York). Sus últimas novelas son El origen del mundo, 2010, La risa del muerto, 2002. Es también autor de biografías literarias (García Márquez y Cortázar) y de libros de poesía. Fue editor del diario El Universal de Cartagena.

A Gloria Virginia Martínez, que me obsequió el libro.

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Francisco Maciel
Francisco Maciel
9 years ago

No es este un acto más de tu show poético de Juan I, la enlagunada? pues así si, con vehemencia su majestad, la maltratada por el Rey de los venenos.

Maria Idarraga Veras
Maria Idarraga Veras
9 years ago

Una novela de tema historico alucina cuando los archivos y la ficcion concuerrdan, cuando la objetividad es de por si critica, y da pie para que un lector como Gajaka, irreverente y mordaz le de el punto final. Que verdad tan amarga lla llegada de los espa;oles, que en resumidas cuentas asesinaron en 300 a;os 200 millones de nativos, llamados por ellos indigenas.

Juan Pablo Ortiz
9 years ago

Puedo adquirir la novela en Nueva Yokr?
Yo también quiero arrancarle la cabeza a Pedrarias por haber asesinado a Vasco Nuñez de Balvoa, pero dentro de la pesadilla.
Me gustó mucho la película Whiplash, ¿tienes algo que decir sobre esto?

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