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La violencia frena crecimiento de América Central

WASHINGTON: Violencia y criminalidad son los grandes enemigos de las economías de los países centroamericanos. Según el informe del Banco Mundial “Crimen y violencia en Centroamérica: un desafío para el desarrollo” la espiral de criminalidad, además de afectar a la población víctima de los hechos violentos, puede causar un descenso de hasta un 8 por ciento del PIB de la región, ya que hay que tomar en cuenta el costo en términos de seguridad pública, seguridad ciudadana y de salud.

En los últimos años, los gastos públicos para fortalecer la justicia, los servicios de policía y las instituciones de prevención y rehabilitación corresponden a cerca del 1.6% del PIB regional, lo que representará en 2014, aproximadamente USD3,400 millones. Estas inversiones equivalen, casi al 18% del gasto social ejecutado en salud, educación, protección y asistencia social.

No es poca cosa en una región cuyo PIB creció alrededor de 2 por ciento en 2010, en marcado contraste con el promedio regional del 6 por ciento.

La tasa regional promedio de homicidios por cada 100,000 habitantes ésta en torno a 31 y en 2012 trece de cada cien centroamericanos fue víctima de robos, en el 50% de los casos realizados de forma violenta.

Latinoamérica, contrariamente al resto de los países donde se registró una disminución de las tasas de homicidios está padeciendo de altos índices de criminalidad tanto que se ha convertido en una de las regiones más inseguras del mundo. Y eso a pesar de haber crecido económicamente y de haber logrado disminuir los índices de pobreza. Esta situación pareciera ir en contra de los estudios según los cuales a mayor pobreza mayor violencia. Para analizar una situación en apariencia anómala el Banco Mundial promovió un estudio en más de dos mil municipalidades en México.

El resultado demostró que efectivamente en los municipios con menores desigualdades y menor pobreza también la tasa de criminalidad es inferior.

Eso indica que en la realidad los crecimientos económicos en muchos casos no significaron una real distribución de las riquezas y también que el problema de la violencia es muy complejo y depende de varios factores. La desigualdad es sin duda uno de los factores que influyen sobre los índices de la criminalidad pero también hay que tomar en cuenta el narcotráfico, las posibilidades de desarrollo, el acceso a la educación y al trabajo. La falta de empleos formales con buena remuneración, así como la carencia de instituciones educativas y de salud, unidas muchas veces con la posibilidad de riqueza fácil generada con el narcotráfico y la delincuencia común, son factores que no permiten bajar los índices de criminalidad. A todo esto hay que agregar también la debilidad de los sistemas de justicia y de seguridad así como de los sistemas penitenciarios y la carencia de programas de rehabilitación y reinserción social y económica.

La violencia afecta fuertemente el clima de inversión a pesar de los esfuerzos de los gobiernos para atraer a los inversionistas extranjeros y fortalecer a los nacionales.

De todas formas el estudio del Banco Mundial indica que, aunque el índice de la criminalidad en Guatemala, Honduras y El Salvador se sitúa entre el más alto de América Latina, y que en Costa Rica, Nicaragua, y Panamá va creciendo de manera preocupante, una reducción del 10 por ciento de la tasa de homicidios ayudaría el crecimiento económico anual de esos países hasta un uno por ciento.

Por lo contrario si no se logrará bajar los índices de criminalidad los flujos de inversión seguirán siendo cada vez menores porque los inversionistas no quieren arriesgar su vida y en consecuencia no los atraen tampoco los incentivos fiscales.

 

Photo credit: worldbank.org

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