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reuben morales
Photo by: Silke Remmery ©

Ver Youtube bañándote

Cantar solo en la ducha… ese analógico y ordinario acto de placer que ya no haría más nunca en mi vida. Había descubierto una repisa en la cual cabía mi celular perfectamente, sin que lo mojara la regadera. Ahora podría ver videos bañándome cuantas veces quisiera. En mi escala de valores, el cuarto mejor invento de la humanidad después de la televisión, el internet y el poder salirse de los grupos de Whatsapp.

Así comenzó mi primera función. Con las manos aún secas, busqué un video del Gran Combo de Puerto Rico en concierto. Lo coloqué a buen volumen y comencé a bañarme. ¡Atrás quedaron las salas de cine 4D! Había descubierto la tecnología de entretenimiento 5D: altura, anchura, profundidad, estímulos táctiles… y ahora psicológicos, pues de afuera me pegaron un grito: “¡Te vas a gastar toda el agua caliente!”.

Sin embargo, y a pesar del regaño, todo iba bien. Comencé a echarme champú, cerré los ojos y mientras masajeaba mi cuero cabelludo, sucedió algo peor que cuando un comercial te interrumpe un video de YouTube… Un comercial interrumpió mi video de YouTube. Ya nada sería igual. Me sentí como cuando te meten en un grupo de Whatsapp del cual sabes que no podrás salir jamás. No me tocó sino asumir la derrota frente a la Matrix y enfrentarme así a las etapas del duelo:

1) NEGACIÓN: Cuando de la nada arrancó el comercial, no hice sino pensar: “No es un comercial, es un nuevo remix del Gran Combo con un declamador. Si Carlos Vives mezcló Rolling Stones con El Binomio de Oro, esto no será nada. Tranquilo”.

2) IRA: “¡YouTube me lo volvió a hacer! ¡Deseo que Matías De Stéfano vea las vidas pasadas del sueco que te hace bilingüe en dos semanas y los dos pierdan todo su dinero invirtiendo en eToro”!

3) NEGOCIACIÓN: “Bueno, seamos sinceros… Jamás he escuchado ese comercial completo. ¿Cuánto durará? Además, ¿qué son dos minutos de mi tiempo escuchando cómo hacer mi primer millón de dólares? Uno debe ser agradecido. Tengo agua, está caliente, el jabón no está gastado, no tiene pelos ajenos, no está cuarteado… Al menos me estoy bañando y no viendo cómo rayos me salgo de un grupo de Whatsapp sin que se den cuenta”.

4) DEPRESIÓN: “¡No puedo parar el comercial! ¡Tengo los ojos llenos de champú! ¡Las manos mojadas! ¡No quiero cerrar la llave porque me da frío! ¡No quiero secarme las manos con la toalla para no encontrarla mojada al salir! ¡No quiero tirar el teléfono al agua pues no tengo para comprarme otro! ¿¿Dónde está el secador de pelo para acabar con todo de una vez??”

5) ACEPTACIÓN: Bueno, ya acepté que el comercial dura más que el video del Gran Combo. Pero veamos lo positivo: Ya sé cómo ganaré mi primer millón de dólares. Invertiré mi dinero en eToro para así pagarle una consulta a Matías De Stéfano y finalmente descubrir que en mi vida pasada fui el tatarabuelo del sueco que te hace bilingüe en dos semanas. Entonces me le presentaré, le diré que somos familia, se asociará conmigo, ganaré la mitad de todos sus cursos y ¡pum!… ¡Tendré mi primer millón de dólares!

Así fue como terminó mi baño. Salí de la ducha, comencé a secarme y… ¡Arrancó el Gran Combo de nuevo! Ya entendí todo. La próxima vez que quiera ver un video del Gran Combo, sin interrupciones, colocaré un video de cómo ganarme un millón de dólares para que YouTube me lo interrumpa con una publicidad del Gran Combo. De momento, prefiero evitarme más complicaciones. Por ello seguiré bañándome solo y sin teléfono. Es que, pensándolo bien, no hay nada más sabroso que desconectarse del celular y entrar al baño para practicar una de las terapias más desestresantes de la vida: cantar solo en la ducha.


Photo by: Silke Remmery ©

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