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Paola Maita
Photo Credits: Alex Gaylon ©

Un paso atrás y a la derecha

Hay ciertas cosas por las que la mayoría de los seres humanos pasamos cuando somos jóvenes. Ser irresponsables, impulsivos, rebeldes… Esas palabras me suenan a adolescencia, pero ahí falta una: Comunista.

Durante la adolescencia, nuestro cerebro sigue madurando, estamos definiendo nuestra identidad y somos un huracán de hormonas. Tiene sentido que tengamos coqueteos con algunas doctrinas utópicas porque soñamos con revolucionar el mundo. Pensé que esto se mantenía así hasta que hace unos días me tropecé con este artículo que menciona que hay jóvenes que apoyan a Bolsonaro, un diputado brasileño, ex policía, abiertamente homófobo y machista, que ocupaba el segundo lugar en las encuestas para las próximas elecciones presidenciales de Brasil. Después del encarcelamiento de Lula Da Silva, este representante de la ultra derecha pasó a ser el favorito, al menos por ahora.

Este fenómeno no está geolocalizado exclusivamente en Brasil. El año pasado, había jóvenes que apoyaban a Marine Le Pen en Francia, y en Estados Unidos hay muchachos que apoyan a Trump. ¿Qué pasó que de jóvenes soñadores con ideales utópicos viramos al extremo contrario?

No sólo le apuestan a ideologías ultra conservadoras, sino también a predicadores que podrían atentar contra los derechos que ellos poseen tras la lucha y muerte de otros. Hay jóvenes gays que apoyan a Bolsonaro. ¿Acaso no comprenden la amenaza que eso les significa?

No creo que haya transcurrido el tiempo suficiente para decir que hay una mutación en nuestro cerebro que haga que el desarrollo sea distinto que hace un par de décadas atrás. El cerebro adolescente es impulsivo porque el lóbulo temporal, encargado del control de los impulsos, aún está en desarrollo. Por ello cuesta que el adolescente pueda planificarse a largo plazo, y aún más difícil es que contemple las consecuencias sociales de sus elecciones.

En mi caso jamás pasé por esa etapa comunista, porque ya había vivido una parte de mi vida en él. Unos días antes de mi decimocuarto cumpleaños, ocurrió la tragedia del 11 de abril del 2002, el día en el que abiertamente dispararon a una marcha de la oposición antes de llegar a su destino. ¿Cómo podría haber sido comunista después de ver a gente de “izquierda” cometiendo semejante atrocidad?

En el caso de los jóvenes de Brasil, EE.UU, Francia y cualquier otro lugar donde esto pueda estar ocurriendo, creo que no sólo cuenta la decepción que podrían haberles dado personajes de la izquierda (o de alguna ideología medianamente afín) de sus países, sino que pueden encontrar en los representantes del otro lado respuestas rápidas a sus temores y angustias, aunque estas sean las más dañinas a largo plazo. Coincide con su cerebro adolescente impulsivo, y no es por justificarlos, sino que estoy tratando de encontrar la razón más allá de lo evidente.

Cuando Trump propone deportaciones masivas o cierres físicos de fronteras, un adolescente que lo escucha podría pensar que esa es la solución directa a los problemas de los que se quejan los adultos o que él mismo percibe. Quizás esto le haga pensar “Trump tiene razón”, sin que se detenga a considerar las consecuencias sociales, políticas o económicas de este tipo de propuesta. En realidad, ese no es su rol en la sociedad en ese momento de su vida, pero esa influencia marca pauta en lo que será su pensamiento en un futuro.

Más allá de una lucha entre lateralidades políticas por los votos y el apoyo de los más jóvenes, creo que esto debe invitarnos a reflexionar en lo intolerantes que se están volviendo aquellos que son el futuro de las sociedades. Eso también me lleva a pensar en lo paradójico de la tolerancia social, donde queriendo que todos tengan una voz, se da espacio a aquellas voces con mensajes que podrían significar el fin del entorno que en principio permitió su existencia.

Podría encadenar otros pensamientos, pero entonces este texto sería interminable. Sólo espero que no volvamos a la política de antaño, porque esa fue la que nos trajo hasta esta orilla. ¿Será que tenemos que repasar nuestros pasos para ver qué lección nos perdimos?


Photo Credits: Alex Gaylon ©

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