“Tu indiferencia lastima mi país” era el contenido de una pancarta que sostenía un joven en la entrada de un pequeño restaurante ubicado en playa El Agua, estado Nueva Esparta, en Venezuela. Detrás de él, observé a unos jóvenes que mientras degustaban una buena dosis de cerveza y se tomaban fotos, protestaban contra la indiferencia de las personas que en lugar de salir a las calles a defender sus derechos habían decidido pasar el rato entre sol y arena.
Inseguridad y escasez son sólo dos de los demonios con los que el venezolano tropieza día tras día. Ante estos y otros problemas, desde hace más de dos meses la gente ha decidido protestar de distintas formas en varios rincones del país. En aquella oportunidad, algunos manifestaban tocando cornetas entre sonrisas, fotos y tragos de alcohol, desde distintos vehículos que circulaban en el congestionado estacionamiento de la playa, mientras una ignorada bandera tricolor bailoteaba por la ventana de uno de los carros.
Dos jóvenes sostenían unas pancartas en la entrada del restaurante mientras miraban con recelo a las personas que circulaban con normalidad entre olas y bronceador. Los muchachos conservaban una actitud seria, no decían nada, pero la expresión de sus caras mostraba más de lo que las cornetas de sus compañeros pudieran expresar.
A pesar de que el movimiento estudiantil venezolano anunció una agenda de protestas para Semana Santa, los visitantes de aquella playa no le prestaron atención a la pequeña manifestación. Aún en ese minúsculo espacio, puede observarse como en vez de restar defectos y multiplicar virtudes, el venezolano se empeña en señalar al otro en lugar de darle la mano.
Photo Credits: Luigino Bracci