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Adrian Ferrero

Tríptico de escritores

 

La baronesa escribe delicadas piezas de cristal

Isak Dinensen
(seudónimo de la baronesa Karen Blixen)
escribe sus memorias en silencio
Solo el tintineo
de una cucharita de té de la China
al ser revuelto rompe la quietud
como si fuera un tornado
que azota los ventanales de la casona
O bien cuando la taza
al entrechocar sobre el plato
hiciera estallar los cristales
Todo ello rompe
esa sensación de parálisis
Esa idea de un cierto colapso
Ha concluido (¡Dios sea loado!) Out of Africa
(los manuscritos están dispersos sobre la mesa
como papales oficinescos)
Sus memorias en ese continente
sin demasiadas leyendas escritas
en el que todo es negro
como el café que ella cultivó
y comerció en su granja
Solo los dientes de marfil de los elefantes
con los que los cazadores furtivos lucran
brillan como recién repasados
en un blanco intensísimo
como el de los glaciares
Su té era célebre en Nairobi
por las especias que le agregaba
Eso congregaba a mucha gente
(no solo a los altos funcionarios o a la aristocracia)
en torno de su granja
de modo importante
No porque fuera pagada de sí misma
Amaba la buena lectura, la buena compañía
y la conversación interesante:
sin prisas
Hasta que un buen día,
luego de un incendio
coronado como un infierno
juntó todas sus cosas, incluidas sus fuerzas
Hizo una feria americana
entre las damas de sociedad
Se trajo tan solo lo más preciado:
el amuleto de un amor antiguo que no fue
y las alianzas de sus padres
que jamás usaría
Tres imposibles
Lleva ahora,
de regreso a Rungsted, Dinamarca
algunos años
Allí morirá en 1962
Sus Cuentos de invierno
junto con sus cuentos góticos
(exóticas y sofisticadas piezas maestras)
recogidos en volumen
dan idea de conjunto homogéneo
Se conservan sus manuscritos
como el rastro
de un delicado y diminuto
juego de cristal
con leyes secretas
que solo ella sabía manejar
¿Otra clase sincera de ajedrez?

 

El bostezo de Roberto Arlt

Roberto Arlt (tan argentino)
Guarda su colección completa
de novelas de Dostoievski
de Tolstoi, Gogol
de Editorial Tor
“Mala señal” dirán
algunos catedráticos
(los más ortodoxos)
Pero escritores habrá
junto a ciertos académicos
avant la lettre
que reivindiquen
esos saberes de pobre
como su gran capital
El que hace su diferencia
hasta volverlo mito
“Es la génesis de un estilo”, dirá
una entendida
en un in memoriam reparatorio
Para no faltar a la verdad
Arlt deambula todo el día
por las calles
de una Buenos Aires rufianesca
que tiene más para ocultar
que para mostrar de digno
Pero ¿es que han sobrevivido
acaso cosas dignas?
Quizás se acueste reconfortado
con alguna mujer profana
O conquiste a esa intelectual
ávida por conocer los trucos
del artífice magistral pero salvaje
que publica artículos excéntricos
(¿son artículos?)
en el diario El Mundo
Luego se recluye
en una habitación de hotel
(¿es que acaso
podría tener domicilio su escritura?)
Escribe su aguafuerte
para entregar justo a tiempo
Termina de trabajar
pero recién se irá a la cama
cuando los primeros rayos del sol
hieran la perfección del cristal
Un sol con la claridad justa
para acariciar los mejores sueños
Esos como el vello del pubis
de una exquisita mujer

 

Marguerite Yourcenar escribe en Maine

Los poemas de
Marguerite Yourcenar
son piezas de origami
Diminutas amatistas
Tienen algo
del sonido del oboe
Solo saben de la luz de la luna nueva
Caben en la palma de una mano
de una niña de cinco años
Ella los tomaba entre sus dedos
como si fueran las plumas
que se desprendían
de las águilas calvas
de la Isla de Mount Desert
en Maine, Estados Unidos
Esos poemas (¡Santo Dios!)
Son…
Su mecanismo de reloj de péndulo
ni un segundo más, ni uno de de menos
Las esferas celestres que giran
en su órbita
sin rozarse
No un geoide sino una esfera
La sabiduría de su alquimia
combina escenas sagradas
la con profana máscara de Micenas
En sus poemas
el más glorioso de los silencios
se agazapa
en el manantial cristalino
del lenguaje

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