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Paola Herrera
viceversa mag

They are as the spring and they sow flowers on the asphalt

Estoy con los de las flores, esos que día tras días resisten en las calles con la avidez de la libertad, como células que componen su cuerpo. Estoy con ellos porque los he contemplado con la valentía de la mano, con la codicia de manifestar su oposición a las garras abominables del monstruo que viste de saco y corbata, habita en un país que lo repudia y baila en una plataforma mientras las flores de la vida son atacadas, mientras sus voces, en un mismo compás, gritan consignas al ritmo de sus pasos, consignas de antagonismo a la decadencia, a la penuria, al sepulcro constante de seres que la delincuencia nos ha arrebatado, a la falta de oportunidades; oposición a una vida progresista y evolutiva en todos los ámbitos. Somos miles, miles corazones que palpitan pidiendo un cambio, millones de hormigas gigantes que claman la autonomía, que lidian con la pugna ruin e inadmisible de unos cobardes que se disfrazan con un uniforme despreciable, un uniforme que ha perdido la valía autoritaria de la magnificencia que alguna vez tuvo.

Admiro la capacidad, la creatividad y la osadía tenaz de mis guerreros al protestar en contra de un nefasto régimen. Ellos, los de las flores me han regalado en los más de setenta días de protestas masivas la esperanza de una permutación espléndida, me han obsequiado la posibilidad de maravillarme al observar, hasta por un pequeño orificio, que la libertad se logra conquistándola sin dejarse absorber y esclavizar, y que hay una sociedad que se niega cada vez más a caer de bruces en el asfalto.

Confieso que a veces no he encontrado las palabras suficientes para rendirle tributo a ellos: los de las flores, y por esa mínima razón no les he escrito, porque ameritan más que una combinación de conjugaciones verbales para honrarlos como ciertamente lo merecen.

Ha llovido en mis entresijos por cada uno de los héroes caídos, jóvenes como yo, estudiantes como yo, hijos como yo, seres humanos famélicos de libertad también como yo. La intrepidez es un don, no todos la poseen y es por eso que no me deja de enternecer ver como las flores resisten al vendaval de gases lacrimógenos que vuelan por el aire unos segundos y caen a pocos metros de sus cuerpos valientes, no me deja de impresionar la resistencia al cúmulo de perdigones que disparan los cobardes en las represiones mientras ellos, los de las flores, con ansias de justicia se olvidan de la bandera blanca y combaten con cada gota de sudor sosteniendo la bandera tricolor, esa que el viento acaricia mientras se pasea por las calles repletas de camisas blancas, esa que ondula con la fuerza de los impávidos y también grita con sus originales siete estrellas libertad. Y yo, yo estoy con ellos; con los de las flores.


Photo Credits: sree314

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