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Corrupcion america latina
Corrupcion america latina

El teatro macabro de la corrupción

Esa primera piedrita que empezó a rodar en Brasil a raíz del inicio de la operación Lava Jato, investigación orientada a descubrir la red de corrupción que unía la política al mundo económico, se ha transformado en una avalancha que ha superado con creces los límites de ese país. La colusión entre el mundo económico y el político no sorprende. Su fuerza y amplitud depende de la independencia y honestidad de las instituciones de control. En muchos países de América Latina y del Caribe la corrupción, más o menos evidente, es parte del vivir cotidiano. Sin embargo nadie imaginaba, al comenzar la investigación en Brasil, la magnitud de los entretelones que tejieron durante años y años los dirigentes del grupo Odebrecht, la constructora más grande de América Latina, con los políticos de al menos 12 países. Nadie podía imaginar tampoco que en esa compañía existía un “departamento especial” para manejar los sobornos, mucho menos que esos sobornos habrían definido el éxito de varias elecciones presidenciales.

Es de estos días una noticia que agrega sal a la herida. El Tribunal Supremo Federal de Brasil, levantó el secreto sumarial sobre las delaciones de los publicistas João Santana y su esposa y socia Mónica Moura, responsables de las campañas presidenciales de varios candidatos en distintas naciones. Son revelaciones candentes que, al develar la estructura de una red de corrupción activa y pasiva extremadamente organizada, salpican a varios Presidentes y ex Presidentes de la región, desde Perú, hasta Colombia, República Dominicana, Panamá y Venezuela.

Según las declaraciones de Santana y Moura el actual Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, cuando era Ministro de Relaciones Exteriores, les habría pagado 11 millones de dólares, en efectivo y no declarados, para asegurar la reelección de Hugo Chávez en 2012. Siempre según esa confesión otros 9 millones los habrían abonado, con el mismo fin, dos constructoras brasileñas con negocios en Venezuela: Odebrecht y Andrade Gutiérrez.

También hablan de 16 millones de dólares que habrían recibido de Odebrecht para facilitar la victoria de José Domingo Arias en Panamá, candidato del Partido Cambio Democrático (CD), fuertemente apoyado por el ex Presidente Martinelli y quien luego resultó derrotado por Juan Carlos Varela de la oposición.

Las investigaciones sobre conexiones entre partidos, gobiernos y grandes empresarios en distintos países, van revelando la existencia de una multinacional de la corrupción, a los más altos niveles, que movía los hilos de los ciudadanos, como si fueran títeres de un teatro macabro.

La justicia deberá determinar la verdad de las declaraciones que Moura y Santana están dando a cambio de una reducción de la pena de ocho años a la cual fueron condenados en 2016 con la acusa de lavado de dinero, pero el inmenso hueco negro, abierto a raíz de la trama de sobornos de Odebrecht, está tragando la respetabilidad de más de un político y causando un terremoto en toda la región que puede reforzar o dinamitar nuestras democracias.

Las investigaciones que llevan a cabo la fiscalía de Brasil con la colaboración de las de muchas otras naciones, así como el meticuloso y serio trabajo periodístico que están realizando, desde hace dos años, profesionales de la comunicación en distintos países, unidos a las declaraciones de Moura y Santiago, obligan a una reflexión sobre los procesos electorales que se han desarrollados en distintas partes en los últimos años.

Es evidente que el “fraude” que muchas veces se quiere individuar en los votos que llegan a las urnas, en realidad se fragua mucho antes. Empieza desde el momento mismo en el cual los gobernantes de turno utilizan todos los recursos del estado, lícitos e ilícitos, y todos los medios de comunicación de los que disponen, para orientar los votos hacia un determinado candidato.

Promesas, amenazas, dádivas, aumentos salariales de última hora, inauguraciones reales o ficticias, una propaganda constante que silencia casi completamente la voz de los opositores: todo sirve para comprar consensos y llevar amplias capas de la población a las urnas.

Es una verdadera estrategia de guerra que se nutre del dinero de las naciones y que se mueve a niveles impensables para el ciudadano común. Pareciera un juego de ajedrez con un final de jaque mate anticipado. Y sin embargo, a pesar del río de dinero que corre por las rutas de la ilegalidad, ese partido de ajedrez a veces da sorpresas. Y termina con un jaque mate a favor del otro jugador. Ese final a sorpresa lo pueden lograr los electores, solamente ellos, con su voto. Frente a una avalancha de votos no hay fraude que valga. Es lo que se demostró en Panamá, es lo que pasó en las última elecciones de la Asamblea Nacional en Venezuela y es la razón por la cual siempre en Venezuela el actual gobierno está tratando de evitar un regreso a las urnas.

Quienes utilizan las denuncias de corrupción de los políticos para elaborar discursos incendiarios en contra de “la política” y de las elecciones, favorecen los intereses de los populistas quienes cambian nombre pero no dinámica en su acción.

La corrupción, y Brasil es un ejemplo, se puede detener o cuando menos reducir solamente con más democracia. Instituciones fuertes, división de poderes y una prensa libre son los mejores antídotos para una enfermedad tan dañina como común. Hoy más que nunca el ciudadano común debe tomar consciencia de su responsabilidad y arrancar los hilos de quienes tratan de definir su vida cual marioneta. Sin olvidar que el titiritero puede estar tanto en el gobierno como en una oposición que con su actuación debilita el bien más preciado de una comunidad: la democracia.


🇺🇸 Ahora puedes leer los Editoriales también en inglés: http://bit.ly/2r6DgnE

Photo Credits: Javier Gutierrez

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