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Talleres de Creación Literaria en Español
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Talleres de Creación Literaria en Español

Como modo de sobreponernos a los numerosos estragos que la epidemia COVID-19 ha estado causando en el mundo entero desde comienzos del 2020 –millares de muertos, pérdida de trabajos, cancelación de clases, reuniones y espectáculos – nos hemos visto obligados a buscar nuevas estrategias de creatividad. Me referiré aquí a un resultado positivo y gratificante que ha tenido lugar durante el mes de junio, en los talleres gratuitos de Creación Literaria en Español auspiciados por la CUNY Academy for the Humanities (Revista Enclave) y el Instituto de Escritores Latinoamericanos (LAWI), de la Universidad de la ciudad de Nueva York.[1]

Mientras que en su inicio los talleres fueron solo presenciales, con sede en uno de los colegios de CUNY en Manhattan, dadas las circunstancias este verano fueron dictados a través del Internet, vía Zoom. La ventaja inmediata fue que la selección de candidatos no se limitó a Nueva York, ya que la ciudad dejó de ser su centro geográfico. En consecuencia, la nómina de participantes –que siguió incluyendo a miembros del estudiantado y del profesorado de CUNY – atrajo además a un mayor número de postulantes de otros países, seleccionados por su nivel de experiencia, su talento y su potencial de creatividad.

La consigna de los maestros, cada uno experto en su materia (dramaturgia, guion televisivo y narrativa breve) era que todos los escritos tuvieran como referente el COVID 19.

Al calor de los talleres se intercambiaron juicios sobre libros y películas y otros géneros artísticos relacionados con plagas que hicieron historia: la influenza pandémica de 1918, la SIDA durante el siglo XX y otras que las precedieron: la peste bubónica, la peste negra del siglo XIV. Se cuestionó el significado real y simbólico que requiere el auto-encierro, el uso del barbijo, la obligación de tomar distancia, y el continuo ejercicio de higiene como medidas preventivas. Se descubrieron así maneras de adaptar herramientas tradicionales a nuevas situaciones concebidas para el distanciamiento sicológico y geográfico.

Frente a la situación que estamos atravesando, durante el curso de los talleres se estableció un sólido vínculo entre los participantes, en su mayoría latinoamericanos documentados e indocumentados, locales y extranjeros. Los lazos de amistad entre ellos fueron más efusivos y urgentes que durante épocas “normales”, y sus escritos los llevaron a establecer con mayor claridad nuevas posibilidades para futuras producciones colectivas.

Paradójicamente, la pandemia abrió nuevos caminos a los integrantes de los talleres.

El taller virtual de guión televisivo liderado por Leonard Zelig[2], superó las expectativas de los participantes. La mayor parte de los ellos contaba con cierta experiencia previa en la escritura de guiones, lo que permitió que se pudieran elaborar detalles más precisos de estilo, estructura y lenguaje en la composición de las historias. Zelig dividió su espacio en tres grupos. El primero se comunicó a través de “Messenger” para representar la antesala de la clase; el segundo operó por medio de “Whatsapp” y el tercero siguió los encuentros a distancia, de manera tradicional.

La sólida experiencia fílmica de Zelig permitió que cada tallerista recibiera sugerencias relevantes e imaginativas en cuanto a la metodología más apropiada a sus expectativas, como resultado del acuerdo al que ambos llegaron al inicio del taller. Trabajando en grupos o individualmente, algunos participantes prefirieron desarrollar una escaleta (delineamiento básico); otros optaron por esquematizar y desarrollar guiones para cortometrajes, y aún otros elaboraron adaptaciones de cuentos.

Fruto inesperado de los talleres fue que una vez concluidas las sesiones, la mayoría de los participantes ha mantenido contacto en agrupaciones fructíferas. En el taller de guiones, la composición de nuevos escritos televisivos resultó en un ejercicio que convirtió a creadores solitarios en fervientes colaboradores.

Pese al continuo desconcierto producido por la pandemia, para Giovanna Rivero,[3] coordinadora del taller “Claves del cuento”, la pandemia ha sido “el arma que permitió al grupo forjar una comunidad pequeña pero diversa, internacional e intergeneracional.” Sus integrantes lograron formar un equipo que participó del “Mundial de escritura”, una competencia mundial que se llevó a cabo durante el mes de julio. El grupo continúa comunicándose vía Facebook, reforzando sus lazos en nuevos proyectos de escritura.

Los dieciocho integrantes del taller de ficción creativa, provenientes de Europa, América Latina y los Estados Unidos, tenían diferentes niveles de acercamiento a la escritura –varios de ellos con publicaciones previas. “La heterogeneidad del grupo,” explica Rivero, “fue una de las fortalezas del taller, pues a la hora de trabajar en pequeños grupos para intercambiar los avances de sus textos literarios, cada tallerista pudo recibir opiniones originales, frescas, experimentadas o muy intuitivas. El objetivo principal consistió en proveer a los talleristas de un espectro de herramientas de creación literaria en el género del cuento que los habilitara, además, a realizar descubrimientos muy propios.”

La amplia batería de lecturas teóricas contó con “textos obligatorios” y “textos opcionales”, de modo que los escritores tuvieron la oportunidad de regular sus propias necesidades cognoscitivas. El fruto de este proceso de adquisición de conceptos –que incluía nociones sobre personajes, trama, conflictividad narrativa, así como lengua literaria y escritura en “grado cero”– fue la escritura de un cuento completo como cierre de las sesiones virtuales. El taller de narrativa abarcó además el intercambio via email de comentarios y sugerencias de Rivero a cada participante, asegurando que durante las reuniones sincrónicas se discutieran las escrituras en progreso, que se desglosaran las lecturas teóricas y se interpretaran los cuentos asignados mediante reflexiones prácticas y teóricas. Esta dinámica ofreció a los talleristas un adecuado nivel de confianza en su propio talento y estimuló su deseo de imaginar y escribir.

Del taller de dramaturgia, liderado por Lupe Gehrenbeck, reconocida dramaturga y actriz venezolana/neoyorkina, derivó –no tanto por milagro sino debido a las extrañas circunstancias que nos toca vivir en estos tiempos– en una nueva manera de hacer teatro.[4] Desde Caracas, Gehrenbeck dirigió su taller con participantes de ocho países latinoamericanos, americanos y europeos. Su propósito era lograr que escribieran escenas cotidianas que representaran en directo las emociones de los intérpretes, y dejaran entrever que algo más profundo y relevante se gestaba detrás. Surgieron temas como la frustración de un joven peruano que al no poder regresar a su trabajo en Nueva York debido a la pandemia, se resiste a ser “domesticado” por su madre en el Perú como si fuera el niño que jamás había partido de Lima; la incertidumbre de una venezolana exiliada en España, que se lamenta de haber perdido todo, incluso la memoria, pese a la empatía y el apoyo gestual y verbal que le ofrece su hija, radicada en Nueva York; el pavor y la mudez de una víctima de violencia doméstica, quien desde el confinamiento de su cocina, planea una acción drástica que la libera.

Considera Gehrenbeck que “el asunto de la enseñanza de dramaturgia no reside en la propagación de fórmulas para lograr que una escena funcione o que un diálogo fluya, –para eso se puede escoger entre infinitos manuales a descargar por medio del internet. Se trata en cambio de identificar la verdad que esconde la necesidad expresiva de cada creador con el fin de emitir su voz propia, pues solo la honestidad en el arte logra trascender y conmover al otro.”

En el transcurso del texto escrito a la puesta en escena, los talleristas se fueron adiestrado en concebir múltiples soluciones en el diseño de la planta de movimientos, el manejo de recursos, el vestuario, la dirección actoral, la utilería y las luces. Descubrieron así nuevas maneras de adaptar las herramientas de los teatros tradicionales a situaciones dramáticas concebidas para el distanciamiento sicológico y geográfico.

Gehrenbeck recurrió a una plataforma que hacía un tiempo venía elaborando, pero que ahora le permitía improvisar nuevas estrategias para estrenar escenas originales. Su objetivo coincidió con el del “Grupo de Acción Literaria para el Teatro Orgánico” (GALTO), de montar obras de dramaturgos y técnicos profesionales. Durante los meses de la pandemia, ante la imposibilidad de actuar en teatros comerciales, los teatristas colaboraron voluntaria y gratuitamente, añadiendo su propia inventiva a los textos de los talleristas de CUNY. A partir del mes de junio, cada domingo por la tarde las representaciones de GALTO, creadas especialmente para la plataforma digital, “en vivo”, pudieron incluir las escenas breves compuestas por los talleristas, quienes quedaron asombrados y profundamente agradecidos por el profesionalismo de los artistas de GALTO, con funciones que lograron atraer a una audiencia de más de 100 espectadores cada semana. Las representaciones virtuales incluían maquillaje, vestuario, disfraces, música, mobiliario y utilería. Al finalizar cada representación se discutieron los trabajos entre los participantes (a la manera del “Actors Studio de Nueva York), con la participación entusiástica y solidaria de los espectadores, desde sus propias pantallas caseras. La fidelidad del público ha servido de inspiración a los participantes del taller.

Al ser incorporadas a la cadena de Youtube, las escenas televisadas ofrecieron la oportunidad de dar a conocer a autores, actores y directores que hasta el momento no habían tenido ocasión de presentarse ante un público global, llevando su arte y entretenimiento a cada casa, sin costo alguno y sin interrupciones de anuncios comerciales. Es de esperar que en tiempos de post-pandemia, cuando se normalice la situación presente y se vuelva a un “new normal”, el formato de internet se vea necesitado de proyectar estrategias de financiación, inexistentes hasta el momento.

En conclusión, los talleres digitales de creación literaria en español han sido una experiencia única, una convergencia de desafíos técnicos y estéticos. Este proyecto en vivo ha estimulado el contacto internacional entre participantes, ha vinculando a escritores reconocidos con otros relegados al olvido, a escritores locales con extranjeros, a   viejos con jóvenes. Se han abierto oportunidades inesperadas y situaciones bajo otras circunstancias no hubieran sido descubiertas ni necesarias. Lo que en principio se percibió como una inconsolable limitación, ha dado lugar al surgimiento de nuevos géneros de expresión creativa con la esperanza de que trasciendan y continúen enriqueciéndose.


[1] Los talleres de verano fueron coordinados por profesores de CUNY: Nora Glickman (Queens College), Alejandro Varderi (Borough of Manhattan Community College) e Inmaculada Lara-Bonilla (Hostos Community College).

[2] Leonardo Zelig Leonard Zelig, director venezolano, ha sido galardonado por la Hispanic Organization of Latin Actors (HOLA) y la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE). Su tercera película Translúcido fue la selección oficial de Ecuador para los Premios Goya 2018. Es fundador de la DIY Film School donde dicta, entre otros, el taller de guión “De Aristóteles a Tarantino».

[3] Giovanna Rivero, escritora boliviana, ha sido premiada por sus colecciones de cuentos (Para comerte mejor, 2018) y de novelas (98 segundos sin sombra, 2014). Rivero recibió su doctorado en literatura hispanoamericana en la Universidad de la Florida; es académica e investigadora independiente. Su último libro es Tierra fresca de su tumba (2020).

[4] Lupe Gehrenbeck, renombrada actriz, directora y dramaturga, es una de las autoras más representativas del teatro venezolano contemporáneo. Entre sus obras premiadas figuran La noche de las dos lunas La (2018), Caribe (1990) y La pasión de Teresa (1987).


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