Mercedes tenía cuatro tías solteras. Le pregunté por qué eran solteras. Y me contó una historia festiva pero no me... Sigue leyendo
Fabián Soberón
Fabián Soberón
La ciudad es puro humo. Los cascos broncíneos y las lanzas argivas brillan en el campo de batalla. Los crueles... Sigue leyendo
Dos monjes budistas caminan por el parque Madison en East Village. Se sientan cerca de mi banco. En el mismo... Sigue leyendo
STATEN ISLAND Dicen que Thoreau vivió en Staten Island y que tenía un rabioso perro lanudo que paseaba jubiloso... Sigue leyendo
Al mediodía, mientras el padre y el niño juegan con los autos, la madre le pide que se cambie de... Sigue leyendo
Aleksandr Solzhenitsyn se encierra en su casa. Deja de escribir cartas. No atiende el teléfono. No sale con putas. Escribe... Sigue leyendo
La familia de Astor cena en una calle de Manhattan. Están todos: el matrimonio y los dos hijos. Suena el... Sigue leyendo
Un matemático escribe una fórmula en el borde de un cuaderno. Anota que no puede escribir la demostración de la... Sigue leyendo
Fabián Soberón nació el 18 de junio de 1973 en la ciudad de Juan Bautista Alberdi, provincia de Tucumán, República... Sigue leyendo
A Renán Darío Arango Como un Tolstoi colombiano, con su melena blanca tocada por el viento, Renán Darío Arango nos... Sigue leyendo
Translation by Nita Renfrew My destination was Vermont. But there was an unavoidable stopover in Newark, one of New York’s... Sigue leyendo
a Luis Chitarroni Mi destino era Vermont. Pero había una escala ineludible en Newark, uno de los aeropuertos de Nueva... Sigue leyendo
Mijail Bakunin piensa en una figura antes de la noche. Sentado en la cama, en una casa modesta de Berna,... Sigue leyendo
Mansilla conversa con Proust. Están sentados en un café de París. Proust estira su mano y saca una moneda plana,... Sigue leyendo
Un hombre habla todos los días, a la madrugada, en una habitación del hotel Paradise, en Brooklyn. Tiene la voz... Sigue leyendo
Los ojos miran el poniente en el Hudson. Mis ojos son un reflejo turbio. Mi corazón late en Manhattan. Los... Sigue leyendo
Vencida de la edad sentí la espada. Quevedo El resplandor violeta de un bar nocturno lo enceguece y lo calma.... Sigue leyendo
En la esquina de mi casa, un hombre vende el diario por la mañana. Hemos llegado a un acuerdo. Todos... Sigue leyendo
Lavo la ropa siempre en el mismo lugar, en la misma máquina. Eso me da cierta seguridad, cierta calma. Me... Sigue leyendo
Camina bajo la solitaria luz crepuscular. Las ásperas sandalias le astillan los pies. No lo salva ni del sol ni... Sigue leyendo