Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

Sopa de gato en Londres: Una saga increíble, en solo 24 horas… Parte I

La tristeza era como para hacerse de un gatico tan pronto como fuera posible. Pero en Londres no sucede que te encuentras un mango en la calle a la hora de la merienda, ni un gatico necesitado de hogar que te mira con ojos de súplica justo el día en que la generosidad te alcanza… Lo mejor será adoptarlo. Hay varios sitios. Uno cerca… cerca en Londres son 30 minutos en transporte público o 45 caminando. El autobús tarda, vamos caminando, eso también ayuda a que la tristeza amaine. Solo que llovía un poco, digamos que suficiente para paraguas, lo grave era el viento que tampoco amainaba…

Usando la magia que permite contar en dos líneas lo que tomó 45 minutos, digamos que después de una congestionada travesía llegamos al lugar de muros altos y garita con dos vigilantes, doble reja. Había que pagar para entrar.

– ¿Qué desean?

– Venimos a adoptar un gatico…

Pagamos, entramos, llegamos a unas instalaciones tipo Clínicas Caracas pues. Con dos personas en el lobby, de nuevo…

– ¿Qué desean?

– Venimos a adoptar un gatico.

– ¿Y ustedes ya se inscribieron online?

No. No nos habíamos inscrito.

– Tiene que llenar este formulario.

– Y ¿se pueden ver los gaticos?

– Sí. Puede subir por esas escaleras.

Escaleras de caracol, con vidrieras a los lados, un segundo piso circular, lleno de pequeños cubículos de vidrio muy limpios y decorados con esmero, donde reposaban los gatos. Solo tres de los cubículos tenían gatos. En dos de ellos unas mujeres acariciaban a los gaticos.

– Son voluntarias. Vienen a darle cariño a los gatos.

Nos dijo una muchacha que pasaba y nos vio con cara de no estar entendiendo el procedimiento. Uno de los cubículos vacíos era el mientras tanto de una gata de 12, que no se dejaba ver. Después de 12 años parecía haber visto suficiente.

Al bajar, luego de llenar la planilla por las dos caras, hubo que esperar para la entrevista. Dos jóvenes nos hicieron pasar a una oficina. De nuevo…

  Queremos adoptar un gatico.

– ¿Dónde viven?

– Apartamento.

Una le susurró algo a la otra con cara de suspicacia…

– ¿En qué piso?

– 4to.

Intercambiaron otro susurro, las entrevistadoras cómplices con cara de entendidas. Luego, con voz apenas audible…

– Y sgaren tneup prnn blmdo?

– ¿Cómo?

– Que si tiene balcón…

– Sí.

Y ahí se miraron con la satisfacción de quien descubre lo que no era evidente, mirándonos de reojo, como si fuéramos sospechosas de un delito que aún no habíamos cometido.

– 4to piso… humm…

Luego de una pausa, con voz condescendiente…

– Se pueden apuntar en una lista de espera para adoptar un gato de 12 años de edad.

– ¡¿12 años?!

Mi pensamiento corcoveó con inconfesa crueldad: ya le dijimos que no teníamos jardín, pensé. ¿Dónde se supone que lo vamos a enterrar? ¿En el balcón?

– Sí. 12 años. Y en la lista de espera de los gatos de interior, que no tienen ya deseos de salir y correr riesgos y están todo el tiempo dentro de casa y…

Después de más de una hora de estar en el lugar, salimos de allí abatidas. Aún más, con una amarga incomodidad entre pecho y espalda. Una sensación de incomprensión y maltrato que guardamos en silencio. ¿Es que teníamos el aspecto de ser capaces de hacer lumpias con carne de gato? ¿Qué es lo que puede mover a una persona que traspasa todas las fronteras y requisitos de un lugar como este, para adoptar un gato, si no es el deseo de cariño prolongado, leal y responsable?¿Es que no priva la disposición de dar y las ganas de recibir en la decisión de adoptar un gato? ¿Cuál es el perfil psicológico que ha de tener un buen candidato para adoptar un gato abandonado? ¿Cuál, el de las entrevistadoras… voluntarias? ¿Ser acreditada en un albergue de gatos, te hace mejor persona con tus semejantes… o todo lo contrario?

Salimos de allí sin gato ni esperanzas.

Continuará…

Hey you,
¿nos brindas un café?