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Sin Ucrania no hay paraíso

Criticar es un deporte fantástico. Por tradición, el anuncio de un premio Nobel humanístico inflama controversia. En este otoño 2019 el mismo escritor austríaco Peter Handke dijo estar “asombrado” por la decisión “muy valiente por parte de la Academia sueca”, pues nunca pensó que sería elegido “por sus problemas del pasado”.

Su historial incluye haber llamado a abolir este ansiado galardón, condenando la “falsa canonización” de quienes lo ganaban…

Tras el veredicto, no lo han acusado de ser mediocre como escritor, sino su apoyo a los serbios durante la guerra de la ex Yugoslavia, honrando al dictador Milosevic hasta que murió preso esperando juicio en La Haya en 2006.

Defender a Milosevic, ir a su funeral y negar sus matanzas son burradas mayores: fue el primer ex jefe de Estado llevado a la justicia internacional, enfrentando 66 cargos de genocidio, crímenes de guerra y lesa humanidad.

Pero ¿cuántos de quienes le critican eso a Handke –incluyendo esquiroles y previos ganadores del Nobel- no han apoyado o mirado para el otro lado ante las carnicerías de Fidel, el Ché, Al-Assad, Jomeini o Chávez? ¿Acaso las torturas de la izquierda son más poéticas y metafóricas que las de la derecha?

También en la autollamada “mejor democracia del mundo” la intelectualidad ha fallado en entender y explicar -para prevenir que vuelva a suceder- cómo un empresario narciso, ignorante y evasor de impuestos pudo instalar el gobierno con más conflicto de intereses, incoherencia y lenguaje agresivo en la historia (su ayuda a Venezuela se agradece, pero no lo exonera).

Ucrania, sin proponérselo, parece que hará la tarea de los intelectuales estadounidenses para resolver el error histórico de 2016. Vaya doble ironía: es el país más ruso fuera de Rusia, y además Putin supuestamente ayudó al triunfo de Trump.

Avance o no en el Congreso el caso contra el mandatario por su torpe llamada a Ucrania, la suerte y la paciencia parecen haberse agotado ante el circo, incluso entre los mismos Republicanos.

Como en un terremoto, apenas en un día este 11 de octubre hubo cinco decisiones judiciales en contra de Trump quien, aunque no lo admita, bien podría estar considerando no presentarse a la reelección para “salvar” su ego, en su particular manera de razonar.

Pero aun antes y después de que llegara Trump, los intelectuales tampoco han logrado explicar cómo la sociedad más generosa y abierta a la inmigración es también la economía desarrollada con más desigualdades sociales, tensiones raciales, polución y tiroteos civiles en el mundo.

Cerdos que se vuelven personas y personas que se vuelven cerdos, diría Orwell, quien no ganó el Nobel quizá porque muy temprano desenmascaró la hipocresía, con argumentos que perduran y aplican para cualquier tendencia de la infinita imperfección humana.

¿Trump saldrá del poder? Depende de si los Demócratas repiten el infantil suicidio de caer en triunfalismos y olvidar que en este país los votos se cuentan indirectamente. ¿O también de eso tienen la culpa las carabelas de Cristóbal Colón?

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