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Sin tema… cantan los ruiseñores

No quiero escribir de los muertos de Tumeremo, Tumeremo tomorrow night... ¿hasta cuándo el gobierno, hasta cuándo…? Hablar de militares culpables me enrarece la capacidad de continuar respirando los minutos que siguen en el poder… las bandas, que son lo mismo… gobierno, militar, banda, mafia, tráfico, malandro, víctimas, muerte… después, sólo queda la impotente angustia, trato de llenar mis pulmones de otro aire… otro tema… escucho mi respiración atormentada con el país atravesado… busco refugio en algún artículo sobre salud… me tropiezo con la basura expuesta en Brasil, salto el obstáculo, llego a la colección Primavera-Verano de Prada, me deleito hasta el aburrimiento, transito por las últimas páginas de El Pasado de Pauls, el Herralde argentino, demasiada eyaculación, y empiezo a descubrir Los Pájaros Americanos de Lorrie Moore… pero… ¿qué es lo que suena?… ¡cierro el libro!

Son pájaros, sí, en medio de la noche, después del amor, a las 3 de la mañana en insomnio y no son lechuzas. La melodía transcurre de una manera, luego otra, son varios los cantos que recorren felices la oscuridad detrás de mi ventana, como dibujos invisibles en el aire, a escasas dos cuadras del DFR… ruiseñores, como los de los cuentos, mágicos como los de Hans Christian Andersen, me hacen levantar de la cama, encender un cigarrillo imprevisto, asomarme a la ventana y tratar de entender de qué está hecha la vigilia de los que aun caminan por la ciudad… de fiesta… de disgusto… de amor apasionado… de mala noticia… de viaje…? Las ventanas son posibilidades de ver en otros lo que tratamos de entender en nosotros. No importa la hora ni el lugar, siempre andamos en eso mismo. Escudados en el ensayo de entender a los otros, aventuramos las explicaciones que sólo quieren traducirnos a nosotros mismos, pequeña tarea que muchos dejan pendiente cuando la muerte cobarde acaba con el tiempo.

Sigo buscando el tema, me niego a hablar de Donald Trump, él se revienta solo, y el país que lo explica, que también tiene un montón de gente que piensa, más aun, el mundo que piensa, no ha economizado adjetivos, verbos y adverbios en su contra… agua en el mar, mis palabras buscan puerto, aun escucho el canto del ruiseñor, me acuerdo, de que lo importante no es el canto, sino la magia de su regalo, en medio de mi insomnio inocente… así como para el antiguo emperador chino de Andersen, que adoraba el canto del ruiseñor y para todos los de su reino, era ese canto una de las cosas más bellas y valoradas de su imperio… ¿qué fortuna me mostraba anoche al azar de escuchar su canto?

El emperador chino, confundido de poder, maravillado con el canto de cierto ruiseñor, ordenó traerlo a palacio para poder siempre admirar su melodía. El ruiseñor accedió ir a la corte y cantar para él. Tan encantado quedó el gobernante entonces que ordenó que el ruiseñor no regresara al bosque nunca más. Hasta que tiempo después recibió un regalo: un pájaro mecánico de tan fina factura y que cantaba tan igual al ruiseñor del bosque, que el emperador olvidó el canto del ruiseñor que retenía en cautiverio y lo dejó partir… Pero el día llegó en que el pájaro de fábrica humana, que le otorgara tanta felicidad impostada al emperador, se rompió y también el emperador, enfermó de muerte. Todo el reino se preocupó, y la noticia llegó a oídos del ruiseñor del bosque que no dudó en volar al palacio para entonar la canción más hermosa, que le devolvió la salud al emperador.

… it is not news that we live in a world
Where beauty is unexplainable
And suddenly ruined
And has its own routines. We are often far
From home in a dark town, and our griefs
Are difficult to translate into a language
Understood by others.
Charlie Smith
“The Meaning of Birds”

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