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Photo Credits: Jaume Ventura ©

Si nos viola la justicia

¿Cuántas veces una mujer puede ser violada aun por aquellos que deberían defenderla? Es la pregunta que surge tras la infamante decisión de los jueces españoles de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, España, en el caso que involucra a cinco hombres quienes abusaron sexualmente de una joven en 2016. Pruebas aplastantes demuestran como estos amigos quienes se denominan La Manada arrastraron a la muchacha en un portal y la penetraron repetidas veces sin su consentimiento. Sin embargo, según los jueces, no se trató de violación sino de abuso sexual continuado, lo que les permitió recortar la sentencia de 20-22 años, que era el tiempo que había pedido la Fiscalía, a solo 9 años. La justificación para una sentencia de por sí injustificable es que no hubo ni intimidación ni violencia. Prueba de ello sería que la joven, en evidente estado de shock, quedó inmóvil y ausente mientras los hombres abusaban de ella. La sentencia humillante, dolorosa, incomprensible agrega violencia a la violencia que sufrió la joven española y muestra, una vez más, cuán fuerte y radicada es la cultura machista en todo el mundo, hasta en países como España en los cuales las mujeres han levantado sus voces en diferentes ocasiones y luchan cotidianamente para ser consideradas “seres humanos a pesar de su sexo”.

Mientras en España las calles se llenaban de personas que protestaban por esta sentencia, en Santiago de Chile una mujer de 28 años fue atacada y violada por cinco hombres vestidos como hinchas de la Universidad de Chile, otra Manada destructiva y cobarde.

El problema de la violencia hacia las mujeres en América Latina y Centroamérica es realmente alarmante. Según un informe que presentaron Onu Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en noviembre de 2017, esta es la región del mundo con el más alto índice de violencia sexual contra las mujeres fuera de la pareja y la segunda mayor por violencias perpetradas por sus compañeros.

El femicidio es una verdadera plaga en México y Centroamérica, sobre todo en Honduras, El Salvador y Guatemala, países en los cuales dos de cada tres mujeres asesinadas mueren por el simple hecho de ser mujeres.

La violencia continúa a pesar de las leyes que en 24 de los 33 países de América Latina y el Caribe tratan de defender a las mujeres tanto en el ámbito privado como en el público.

Sin embargo España está demostrando que no basta con legislar, hay también que modificar la mentalidad de la sociedad y en particular de las personas quienes tienen la responsabilidad de aplicar las leyes.

A pesar de la emancipación femenina, a pesar del valor que están demostrando las mujeres en todo el mundo al denunciar abusos recientes y pasados, a pesar de la solidaridad que reciben de parte de muchos hombres quienes comparten sus luchas, la cultura machista y patriarcal persiste y las diferencias de género son muy marcadas. En el mundo del trabajo, en el contexto de las familias, entre los fieles de diferentes religiones, ser mujer es un estigma que se paga con la discriminación, la violencia, a veces con la vida.

Es una situación inaceptable y la única esperanza posible reside en promover cambios profundos en la educación, en las escuelas, en las familias, en la sociedad en general. Habría que impulsar todo tipo de eventos, seminarios, estudios, para educar al respeto hacia el otro, independientemente de su género y preferencia sexual.

En el mientras las mujeres seguirán sufriendo violencias y los culpables encontrando caminos para salir bien librados de sus delitos.


Photo Credits: Jaume Ventura ©

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