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Receta fácil para escribir posmopoemas

El desgaste de la posmodernidad y el onanismo lírico derivado de la sobreexposición a la experiencia urbana han logrado, juntos, lo que jamás pudieron las neveras repletas de Magnetic Poems ni los insoportables blogs para escritores amateurs: dilatar el umbral del ridículo literario y poner la escritura poética al alcance de todos. Sí, de todos. Ahora un poema urbano promedio, presentable en ateneos, talleres financiados por el Estado o reuniones de colectivos de poesía hiperpolitizada, con chances de ganar algún concurso menor y controlar culitos de reconocible intensidad, es escribible. Y tiene su receta.

*

Ingredientes:

1. Un lugar caótico de la ciudad asociado a una escena voyerista.
2. Una alusión a un bar rebuscado, a un restaurante chino o a cualquier otro recinto del entramado underground de la ciudad, contrastada con alguna experiencia de renuncia (el verso deberá incluir un adjetivo altisonante y preferiblemente en desuso).
3. Tres maldiciones sobre artefactos urbanos, domicilios de exparejas o espacios públicos anónimos (la tercera maldición deberá caer sobre una línea de transporte, intervenida por una frase de elevada potencia metafórica).
4. Una orden.
5. Un aforismo.
6. Una acción preerótica hacia un , preferiblemente lejano.
7. Un objeto kitsch de gran tamaño envuelto en alguna acción con consecuencias metafísicas (si revierte alguna de las tres maldiciones anteriores, el poema podría abrirse a suculentas resonancias).
8. Un aquí-ahora nostálgico y de lectura sorpresiva, con al menos una mala palabra que contrarreste el peligro de cursilería y que dialogue, de modo casi imperceptible, con la escena voyerista del inicio.
9. Otra orden.
10. Una frase cotidiana, preferiblemente doméstica, que quiebre el espacio semántico del poema.

Preparación:

• Componer los ingredientes en líneas cortas, directas, con falso tono conversacional y desparpajo pretencioso. El orden de aparición debe ser estricto. La anarquía debe parecerse a la tuya y la de tus amiguitos y quedarse solo en el peinado.
• Picar los versos libremente y sin proporción identificable. Mientras haya más caos en la forma, más escombros de tipografía, más audacia en el interlineado, mejor.
• Agregar conectivos y adverbios al gusto.
• Dejar reposar de dos a tres horas en cocuy.
• Ensayar la lectura varias veces con voz de proclama y dicción adolorida.
• Enviar el resultado en una nota de voz de WhatsApp a tres integrantes del colectivo literario más cercano.

Para servir:

Si seguiste los pasos al pie de la letra, obtendrás algo como esto:

En La Vargas una mujer le mama el güevo a un tipo
y en El Dragón de Oro tu nombre

inmarcesible

se

disuelve

maldigo esta intersección
maldigo este poste
maldigo este Ruta 5 donde nos hicimos paraíso

guarda silencio

la basura es también una experiencia estética

Me agacho en ti, te desnudo

y pasa The Malandra[1] atravesando nuestros espíritus

todo aquí se hace                   mierda,

beso

cemento

miéntele al mundo:

el agua no viene hasta el viernes.

_/-

Pos(tre)data:

El poema, como tú, tiene ahora un absurdo que administrar.

Házlo que suene, poeta.


[1] The Malandra: guagua de culto de las calles de Barquisimeto (Venezuela). Lleva antenas, luces fosforescentes y estampados psicodélicos. Tiene en el guardafango la inscripción: «Reina de la calle» y cubre la ruta expresa hacia Cabudare.

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