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Que seas feliz…

Bastaba con que Sofía pidiera un refresco en cualquiera de las terrazas de París para que de inmediato mirara derechito a los ojos de su maridonovioamante y le preguntara con absoluta intensidad: «Dime, por favor, ¿cuántos pesos son 8 euros?». La pseudoparisina se negaba a multiplicar un euro por 21.77 pesos, le parecía demasiado complicado. «Tu bebida costó más de 160 pesos». «¿Cómo es posible si la pedí sin gas?». Conforme pasaban los días de sus vacaciones en la Ciudad Luz, Sofía no podía evitar ponerse de más en más nerviosa respecto a los gastos. Por más que ella y su pareja optaron, para ahorrar, por no desayunar en el hotel y hacer nada más una comida importante al día y cenar una crepa (150 pesos) o una mini pizza (400 pesos) en la Plaza de la Contrescarpe, los gastos para ambos se acumulaban día a día. Para colmo faltaban por comprar algunos regalitos y pagar el hotel súper austero del Barrio Latino.

¿Y si mejor hubieran tomado sus vacaciones en México, en moneda nacional? ¿Acaso AMLO no insiste en tratar de convencer a los mexicanos de que México es un paraíso? Después de leer, completito, el tercer Informe de AMLO, Sofía le dijo a su pareja con una sonrisita maliciosa:

-¿Por qué no mejor nos regresamos al paraíso, donde el peso ha resistido, no hay recesión y el pueblo está «feliz, feliz, feliz»? Seguro así ha de estar, porque él tiene otros datos. Seamos felices y regresémonos cuanto antes…

Al escuchar lo anterior, su maridonovioamante no sabía si reírse, llorar o seguirle la corriente a su compañera de viaje. De hecho y a pesar de los años de estar juntos, a veces no sabía cuándo Sofía hablaba en broma o en serio.

-Yo sí, la verdad me regreso… Mi tarjeta ya no da para más… Y extraño a mis nietas.

-Falta ver muchas cosas: el Museo de la Liberación, la Casa Rodin, el Museo Picasso, la exposición de la pintura romántica alemana y francesa, la casa de Victor Hugo y el museo Pompidou. No hemos caminado por los jardines de Luxemburgo, ni tampoco hemos ido a la Comedia Francesa. No nos podemos ir sin saludar de cerquita a la Torre Eiffel y al Arco del Triunfo… Tampoco hemos ido al Metro, ni al Bateau Mouche. Ah, y no hemos ido al Louvre, ¿te das cuentaaaaaa?

Su novioamanteconfidente escuchaba su perorata con un cierto desgano. En el fondo lamentaba que en la lista de Sofía no hubiera incluido el «Crazy Horse Saloon» o el «Lido». Tampoco su novia se había referido a un concierto de Vivaldi y Haendel en la iglesia de Saint Germain des Prés, ni a la película Once upon a time in… Hollywood de Tarantino, ni al Jazz Club & Bar. También le hubiera gustado ir a la casa de Monet en Giverny y a algunas de las iglesias góticas cercanas como Chartres y Amiens. Y por supuesto ver su pintura preferida, Los cepilladores de parquet de Gustave Caillebotte. De todo esto no le dijo una sola palabra, porque para algunas de estas cosas, él ya no se lo podía costear.

-Dime tres cosas que te hayan gustado y tres que no te hayan gustado de París -le preguntó Sofía en tanto comían paraditos una crepa de azúcar (la más barata).

-Lo que no me ha gustado en París son los riesgos en los baños de los hoteles: no tienen regaderas, las tinas son muy profundas y no tienen de dónde sujetarse. Les vale. Tampoco me gustan los horarios tan rígidos en los restaurantes y los precios de los taxis. Lo que sí me ha gustado han sido los vitrales de la Sainte Chapelle, la Torre de Saint Jacques y comer en el «Deux Magots», entre otras cosas.

-Pues a mí todo me gusta de París. ¡Toooooodo! De verdad que aquí soy «feliz, feliz, feliz». Pero lo que más, más, me gusta es la nostalgia que tengo de cuando era estudiante aquí y tomaba mis clases de francés en la Alianza, y tomaba el Metro, y hacía babysitting para ganarme un poco de dinero, y me paseaba por las calles del Quartier du Marais, y posaba para los artistas aficionados de la Place de Théâtre y leía, leía y leía puros autores franceses.

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