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Propósitos que mejorar

Para favorecer el crecimiento mental las neuronas deben aprender de los errores que cometemos, mejorar las estrategias, en pocas palabras estar atentas para evitar iguales equivocaciones. Sin embargo, es un proceso complicado. Para lograrlo debemos identificar cuáles son nuestras habilidades, las fortalezas y las debilidades, aquello que nos apasiona y nos hace felices.

La madurez del sistema nervioso se logra en la vida práctica a través de todo aquello que vamos aprendiendo, y de las conductas y hábitos que vamos mejorando. Muchas conductas al volverse hábitos, se dan en automático y luego cuesta trabajo cambiarlas. El cerebro prefiere la repetición al cambio. A veces no entendemos porque las parejas se quedan en relaciones destructivas y con personas que los maltratan. La verdad es que para cambiar una conducta, hay que estar consciente, atento a la motivación y al refuerzo durante al menos 21 días.

En la cultura consumista lo más importante es la posesión de bienes materiales, contar con reconocimiento social y mantener relaciones por conveniencia. Los más estudiosos se enfocan en lograr objetivos profesionales. Sin embargo para todos es necesario encontrar una armonía en el funcionamiento biológico, psicológico, social y espiritual. Entre otras cosas necesitamos mantener un equilibrio entre la alimentación y las actividades necesarias para cuidar la salud mental.

Otro aspecto importante es analizar la diferencia entre el placer y la felicidad. Los seres humanos sufrimos el vacío existencial, lo que nos lleva a convertirnos en “buscadores” del placer inmediato hedonista-consumista. En la vida moderna los vacíos se llenan cada vez más con sustancias, con la compra de objetos y otras actividades. En muchos casos la persona se encuentra atrapada en adicciones, que pueden ser desde las compras compulsivas, la ludopatía hasta los deportes extremos, o la ingesta de sustancias.

El placer es pasajero, momentáneo, generalmente tiene costo, la felicidad se da por añadidura. El placer es visceral, la felicidad es sutil, sublime, intangible. El placer es consumir, la felicidad es dar y recibir. El placer se consigue ingiriendo sustancias, repitiendo comportamientos, deportes y conductas extremas, peligrosas. El placer no necesita compañía, pero la búsqueda del placer lleva a la adicción. La felicidad es diferente se experimenta sin costo, solo con estar atentos, compartiendo, socializando. En el placer se activa la dopamina, químico altamente adictivo, con graves efectos secundarios, que produce el cerebro y se eleva con sustancias. La felicidad produce serotonina, el neurotransmisor que induce bienestar, se encarga del disfrute de lo cotidiano, del aquí y el ahora. La dopamina estimula las neuronas. Cuando esos estímulos son muy frecuentes y fuertes las neuronas para protegerse reducen los receptores. En consecuencia sube el nivel de tolerancia y, para sentir placer, cada vez se necesitarán más sustancias externas. Pero llega un momento en el cual las neuronas se agotan y fallecen. Por eso muchos adictos ya no se recuperan y los vemos perdidos como indigentes.

Lo mismo sucede con el corazón cuando recibe demasiado estímulo a través de la ingesta de algunas sustancias: cocaína, mariguana, fentanilo, cristal, opioides y morfina para el dolor. El agotamiento del corazón es tal que, después de un tiempo, incluso cuando se deja de consumir sustancias, es muy probable fallecer de infarto. La dopamina suprime la felicidad, mientras más placer se busca más infelicidad se obtiene. La serotonina no sigue el mismo proceso, desacelera las neuronas, no las daña y genera tranquilidad, atención, un placer más duradero, ese que se llama felicidad.

La economía hedonista-consumista está basada en vender placer, atrapar a los consumidores, clientes cautivos incluso con drogas legales que proporcionan los médicos. La felicidad está en el dar, la producen el contacto físico, los alimentos, el compartir. Y también cuidar la naturaleza, establecer procesos de empatía, sentir compasión y solidaridad hacia quienes nos rodean. La socialización es una de las cosas indispensable, el cerebro necesita de otros seres humanos para formar redes neuronales.

En la pandemia nos obligan a confinarnos. Es la primera vez, en la era moderna, que hacen este experimento, y no ha funcionado. Más bien ha dejado trastornos en la salud mental y en la economía. Debemos confiar en el sistema de defensas, esa gran maravilla que nos ha mantenido como especie a los seres humanos y a los animales. El miedo, la incertidumbre son como la kriptonita para Superman, dañan nuestras defensas; la confianza y la buena actitud son básicas.

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