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Por eso estamos como estamos

No es la corrupción lo que tenemos que combatir en México. Lo primero es la impunidad. La tarea del Estado es protegernos; sin embargo no ha sido capaz de enjuiciar a los responsables de violar las leyes. Somos un Estado fallido que no salvaguarda a sus ciudadanos. Tenemos un sistema de justicia lento, corrupto e injusto. Llevamos años de rezago esperando respuestas: en 13 años suman unos 70 mil desaparecidos.

Causa indignación, coraje, impotencia, ver, en cada manifestación, a los vándalos dañar monumentos del patrimonio nacional y las fachadas de los negocios de particulares. Las pérdidas de los negocios son millonarias, y esos daños no los cubren los seguros.

El presidente López Obrador y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheibaum se ufanan al decir que no van a intervenir con violencia a pesar de las provocaciones de los vándalos. Los problemas del país no se van a resolver con los dichos del presidente que escuchamos todas las mañanas, ni imponiendo una cartilla moral. Ni compartiendo su frase Fuchi-guácala.

López Obrador no es congruente, defiende a los anarquistas que hacen los destrozos, y culpa a los conservadores: su “chivo expiatorio”. Desde la tribuna defiende a los vándalos, dijo que los anarquistas son un movimiento con ideales muy profundos; productivo, propositivo. Afirma que el vandalismo es una variante del conservadurismo. ¿Se sentirá identificado?. Tantos años de lucha y pérdidas que ocasionó cuando tomó la avenida Reforma.

La violencia, el vandalismo no es privativo de la actual administración, pero, el presidente prometió en su campaña que nos devolvería el paraíso. Ahora nos damos cuenta que está fascinado con su retórica, no se apena de mostrar sus filias y fobias y culpa al neoliberalismo de todos los males de este país. ¿Quién va a querer invertir en nuestro país viendo cómo se violan las leyes? La violencia aleja a los turistas y, el turismo es una de las industrias más productivas de México.

Vale la pena recordar que el ser humano estaba cansado de vivir en la violencia y por eso se sometió a las leyes. Pero ¡qué paradoja! nos estamos acostumbrando a vivir en la violencia, viendo como violan las leyes.

El presente es una construcción, miramos al pasado para dejar huella de nuestro paso por el mundo. Los estudiosos del derecho siguen con el retrovisor recordando a personajes que dejaron un legado en esta área. Montaigne, en el siglo XV afirmaba: “las leyes se mantienen no porque sean justas, sino porque son leyes. Son el fundamento de la autoridad. Pero la autoridad no basta para hacer el derecho, por eso se necesita la máscara de la justicia” Pascal, en el siglo XVI, aseveraba. “Es la autoridad, no la verdad, la que hace la ley. Hay que obedecer las reglas convencionales enunciadas por el poder” Rousseau en el siglo XVII, afirmó que la ley es una declaración pública y solemne de la voluntad general sobre un objeto particular. La ley solo se realiza cuando el pueblo legisla para el pueblo y siempre se necesitan leyes nuevas”.

La palabra “derecho” tiene sus raíces en el latín directum que significa dirección y directiva, norma de conducta y regla. Las reglas existen para evitar que los hombres recaigan en el estado de naturaleza, solo puede haber derecho donde hay sociedad. El derecho es el único modo de garantizar la paz social y la seguridad individual, no surge de la naturaleza sino del consentimiento de los hombres. No se trata del derecho del más fuerte, el objetivo principal es sustituir la violencia, suprimir el recurso de la fuerza, para no recaer en el estado de guerra. La fuerza no hace al derecho, pero el derecho no se hace sin la fuerza. El derecho aparece como el medio inventado por la fuerza para ganarle a la ley del más fuerte.

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