Salvator Rosa (1615-1673) pintó un “Autorretrato como filósofo del silencio”. El nombre del cuadro señala una declaración de principios. La pintura viene a ponderar el silencio como una de las bellas artes. La labor del filósofo tiene como meta igualar el poder del silencio. De lo contrario, el pensador debe callar.
Abajo, a la izquierda, se lee un dicho latino: “calla o di algo mejor que el silencio”.
¿Será este autorretrato una anticipación del llamado al silencio que hizo Wittgenstein?
Rosa no imaginó que un pensador vienés haría un elogio de la necesidad del silencio similar a la que él hizo como pintor. En este caso, las pinceladas dan un testimonio mejor que el que dan las palabras. En el universo de Rosa, la palabra tiene menos fuerza que la música o que la imagen. Rosa va más allá e invierte la lógica de la tradición pictórica: si la imagen importa más que las palabras, los colores importan menos que el silencio. La imagen puede colaborar con la benéfica economía de la palabra.
¿Cómo sería un mundo sin palabras? En dicho mundo, algunos pintores se comportarían como filósofos y algunos filósofos deberían callar. Si seguimos la invención excepcional de Rosa, podríamos incentivar la existencia de un orbe inspirado en este cuadro disímil. El silencio sería el aire para respirar y reservaríamos el uso de la palabra para ocasiones excepcionales. Evitaríamos la proliferación de descalificaciones verbales y contribuiríamos con la inexistencia de un presidente de EEUU, el último de los monos agramaticales.
Sobre la pintura “Autorretrato como filósofo del silencio”, de Salvator Rosa.
Photo Credits: Salvator Rosa, Autoritratto in veste di guerriero, 1640-1649 (Siena, Banca del Monte dei Paschi, Collezione Chigi Saracini)