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Patricia

En Ciudad de México nos hemos dado por vencidos porque hemos perdido la «ilusión». Patricia Mercado, que viene de Ciudad Obregón, Sonora, no ha perdido la ilusión. Más que enamorarse de la Revolución cubana se enamoró de la socialdemocracia europea de los ‘70 que marca su carrera política. Cuando su trayectoria de mujer comprometida y transparente se vuelve útil al gobierno de la CDMX, gobierno que nos desilusionó, allí, una mujer que no ha perdido la ilusión del servicio público realizó un trabajo extraordinario que seguro se lo reconocerán los grupos para los cuales dedicó toda su energía.

Para Patricia Mercado, el respeto a la diferencia es fundamental. Desde que tenía 20 años y entró al Partido Revolucionario de los Trabajadores, siempre ha luchado por la igualdad de derechos para las mujeres, por la diversidad sexual, por todas aquellas personas que por ser distintas, es decir, por ser indígenas o tener una discapacidad, son discriminadas. A pesar de que su madre quería que Patricia se casara con un rico agricultor sonorense, a pesar de haber estudiado con monjas, a pesar de ser hija de familia y a pesar de haber sido formada en la Teología de la Liberación, Patricia quería absolutamente formar parte de la clase trabajadora e impulsar su auto-organización. Dejó la carrera de Economía e hizo de todo, incluso se metió a estudiar electricidad para que la contratara la fábrica Kelvinator que está en Ecatepec. No se pudo y en cambio la contrataron en DINA. Su objetivo era un movimiento de solidaridad con la huelga. Tenía sin embargo tres obstáculos: no era obrera, no pertenecía a su clase y era mujer. De allí que sus 89 compañeros del sindicato no le dieran el menor crédito. Patricia, que todo en ella es fuerza de voluntad, buscó otros sindicatos y organizaciones. Como pudo buscó recursos económicos, solidaridad política y pronunciamientos a favor de su huelga. «Éste fue un capital político importante después, cuando mi militancia feminista, pues al menos me daban el beneficio de la duda ante ciertas organizaciones. Es decir, si yo había sido dirigente sindical pues seguramente mi feminismo no era tan malo y ‘burgués’ como el de otras mujeres. Esto me abrió muchas puertas y me ganó legitimidad en años posteriores, cuando mi activismo a favor de las causas de las mujeres absorbió todo mi interés y tiempo» (Gritos y Susurros, editorial Grijalbo).

Si nadie en su casa era de izquierda, ni político, ni mucho menos defensor de los derechos humanos, ¿de dónde diablos le salió a Patricia su militancia por la izquierda? Tenía 17 años cuando ingresó a la Universidad en Hermosillo y en lugar de estudiar se enroló en el movimiento estudiantil. Nada le daba más ilusión que repartir volantes, botear, hacer guardias, discutir con sus compañeros que todo eso se debía de hacer por amor a los otros, por la justicia pero sin violencia. Sin darse cuenta había caído en medio de guerrilleros y organizaciones políticas clandestinas. No hay duda que en esa época Patricia era una activista estudiantil de izquierda muy diferente a las demás. Su lenguaje, su manera de vestir, su formación católica, su escuela de monjas y, como ella misma dice: «Una mujer de no mal ver, inteligente, comprometida y ‘burguesa’, la hacían ver muy distinta. Entonces empezaban a llamarla «Patricia Hearst», por su similitud con la joven millonaria estadounidense que en ese tiempo fue secuestrada por guerrilleros. «Llegó un momento que yo no entendía nada: estaba metida en asuntos que rebasaron mi experiencia e ingenuidad. Además, a mis 17 años yo no había tenido relaciones sexuales, y varios de los compañeros me decían que una mujer revolucionaria no podía no tenerlas, aunque no las gozara (decían que eso lo lograban las mujeres alrededor de los 30 años), pero que era muy importante no ser virgen. No pude más, y regresé a Ciudad Obregón. Sintiéndome un poco derrotada, pedí permiso para irme a estudiar lejos de Sonora, a la Ciudad de México» (Gritos y Susurros).

Patricia Mercado fue candidata a la Presidencia de la República por el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina en el 2006. En la contienda electoral, Patricia obtuvo 1,128,850 votos. Con este récord, fue la mujer candidata a la Presidencia de México con mayor votación en la historia del país (Wikipedia). También fue secretaria del Trabajo en la CDMX y secretaria de Gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Por todo lo anterior, por lo que me faltó, por todo lo que representa para muchas mujeres, por ser transparente y por no haber perdido nunca la ilusión, el domingo 1 de julio, voté por Movimiento Ciudadano para que Patricia llegara al Senado.

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