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Alfredo Villanueva
Photo by: Fio Condutor ©

Nos ha dejado Alfredo Villanueva

La muerte de un amigo deja un vacío profundo y una sensación de orfandad que tratamos de llenar atesorando los recuerdos y, en el caso de Alfredo Villanueva, leyendo una y otra vez sus poemas. Un legado que supera la fragilidad del cuerpo y la inexorabilidad del tiempo.

Alfredo Villanueva fue un poeta de aguda sensibilidad y sabia ironía. Consciente de la precariedad de la vida, la absorbía minuto a minuto con la avidez de un niño que descubre el mundo y se deja llevar por el placer de la maravilla.

Como escribió en estas columnas su gran amigo, el escritor Alejandro Varderi: La cocina, el sexo, la religión, los mitos, la academia, el paso de los años, la política, el deterioro del entorno y el cuerpo, las cosas que atesoran memorias de lo vivido y perdido son temas que no escapan a esta poesía que enuncia y denuncia, con un lenguaje que no esconde ni eufemiza sino se muestra descarnado e implacable.

Villanueva era puertorriqueño pero también venezolano y neoyorquino. Viajero incansable, volvía llevando consigo una estela de recuerdos que quedaba refleja en objetos que atesoraba en su casa. En ese apartamento, espejo de dos personalidades, la de Alfredo y la de su esposo Abersio Nuñez, que celebraban la cultura y la belleza, cada detalle cuenta una historia. La sofisticada transparencia del vidrio en sus múltiples formas y colores, las lámparas que difunden suaves claroscuros, los cuadros, los otros objetos, lo transforman en un hogar lleno de magia y calidez.

De Alfredo recordamos su ironía, la capacidad de analizar con descarnada objetividad su vida y la del entorno y al mismo tiempo su alegría y vitalidad.

Era un luchador, luchó hasta el último día de su vida. Como escribió su esposo y gran amor de su vida, Abersio Núñez, “escucho su potente voz que me impulsa a continuar… mantenerme en el ruedo. Hay una canción que Alfredo amó y fue un presagio que siempre di por hecho. Se cumplió: Morir al lado de mi amor.

 

 

Se fue con el murmullo, una vez que dejó de respirar, que producía la maquina y el flujo del agua que lo oxigenaban. Mostró un leve gesto de dolor. No sin antes leerle el salmo 23. Se lo venia leyendo durante los últimos días. Era su favorito”.

Alfredo Villanueva fue profesor emérito de Hostos Community College CUNY. El Presidente de esa Universidad informó de su muerte a los otros colegas, con cálidas palabras de admiración y respeto.

Entre los trece poemarios que nos ha dejado para disfrute de nuestras almas, se cuentan Pato salvaje (Arcas 1991), Entre la inocencia y la manzana (UPR 1996), De antiguo amor (Taller del Poeta 2004), Pan errante (Taller del poeta 2005), Mala leche (Taller del poeta 2007) y Poemas inhumanos (Taller del poeta, 2012); Estados alterados (Altered Tuning Press, 2016).

Lo recordamos publicando de nuevo, en nuestra sección de escritura creativa, sus poemas tomados del poemario inédito “Papel mojado”, que muestran su pasión por la música, así como por las palabras.


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