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paola maita
Photo Credits: Ernesto Andrade ©

No valéis

La premisa con la que comienzo a escribir esto es desalentadora. Tal como hace Lemony Snicket, advierto que estas líneas no tienen un final feliz. Durante los últimos años, he sido fiel creyente que cada quien es libre de hacer con su cuerpo y con su vida lo que se le antoje. Poco a poco he ido intentando disminuir mi intromisión en la vida ajena para poder defender la mía sin sentir que estoy siendo doble cara. Sería lógico pensar que por karma o por lo menos por principios básicos de paridad, esto sería una ecuación muy sencilla, pero aparentemente la fórmula no es tan fácil de balancear.

Hace unos días, me tocó escuchar un “es que no valéis porque no tienes hijos”, un comentario que estoy clara que no soy la primera mujer que lo ha escuchado. A pesar de que este año ha estado en la palestra latinoamericana el tema de los derechos reproductivos de la mujer, aún hay mucha labor que queda por delante. El que todavía existan personas que piensen que el valor de una mujer radica en lo que pueda salir o no de su útero me parece preocupante.

Esto no es cuestión de hacerle una apología al aborto o a la elección de no tener hijos del todo, porque si hay algo hermoso de la humanidad es la variedad de credos y deseos. Lo que me inquieta es la visión reduccionista de “es mujer quien pare”.

La preocupación por la perpetuidad de la especie está íntimamente ligada al instinto de supervivencia, la continuación del legado familiar y el sentir que hay una prolongación de la vida después de la muerte a través de los descendientes y su progenie.

Puedo entender que la demanda esté asociada con un intento (inútil, por demás decirlo) de vencer de alguna manera a la muerte, y que siendo nosotras quienes gestamos y parimos, seamos las cuestionadas. Aclaro, que lo entienda no quiere decir que piense que es correcto.

El punto desalentador de toda esta maraña es que no puedo ofrecer otra solución que no sea que cada uno defienda, de la manera más limpia posible, su privacidad y sus decisiones. Aunque suene pesimista, sé que esta historia termina en esto, respondiendo un “yo sí valgo”, demostrando lo que puede hacer más allá de procrear, pero son de esas pequeñas acciones cuya suma tarda en hacerse visible.


Photo Credits: Ernesto Andrade ©

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