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No me feliciten…

… el Día de La Mujer, porque los hombres siguen ganando más que nosotras, aunque hagamos el mismo trabajo. Porque ellos tienen mucho más chance de credibilidad política o de ascender a cargos gerenciales en cualquier empresa, que sus colegas mujeres. Porque la promiscuidad masculina goza de una tolerancia que los exime de todo juicio en tanto tienen derecho a hacer con sus cuerpos lo que quieren y desean, mientras que las mujeres tenemos que pagar muy caro cualquier ejercicio libre de nuestra sexualidad.

Los hombres atacan, no son atacados sexualmente en la calle. Mientras 30.000 mujeres -sólo en el Reino Unido- pierden su trabajo cada año, debido a sus embarazos, los hombres pueden decidir ser padres, o convertirse accidentalmente en padres, sin que esto represente ningún riesgo en sus carreras profesionales.

¡No dejes de leerme, no te asustes del feminismo! ¿Todavía hay que explicar que el asunto no es en contra los hombres… que no es porque nos sentimos mejores? No es igualitarismo pero tampoco me engaño con paternalismos sexistas. Son muchas las cosas que quedan por resolver para poder decir que las condiciones son iguales para hombres y mujeres.

A pesar de que las mujeres somos responsables de 2/3 del trabajo que se realiza en el mundo, poseemos sólo un 10% del capital y el 1% de las propiedades. Cada año 70 millones de mujeres son privadas de una educación básica y de las que asisten a la escuela, 60 millones son atacadas sexualmente camino a clases. Nos da miedo caminar de noche por la calle, aunque muchas de nosotras lo que temen es llegar a casa: al menos 1 de cada 4 mujeres son víctimas de violencia doméstica. Cada semana mueren 2 mujeres a manos de sus parejas o exparejas, sólo en el Reino Unido. Entonces, ¡no me feliciten!

Porque si en Inglaterra las cifras son así, según las muestra un video producido a propósito justamente del Día de la Mujer por el BIC Inequality Debate, no quiero ni imaginarme cómo son los números en Venezuela, Argentina, Perú o México, Egipto, Irán, Arabia Saudita, Cambodia o Laos…

Los mensajes de felicitación que versan “una mujer como tú… eres una gran mujer… porque ustedes son mas evolucionadas… gracias a mi madre, una mujer extraordinaria, soy…”, no alientan sino que por el contrario, banalizan la situación pues surgen a partir de un reconocimiento que a pesar de que puede tener una proveniencia legítimamente respetuosa, afectuosa e incluso admirativa, quedan invalidados porque están sembrados en una realidad de injusticia tan gruesa, tan llena de gestas hipócritas, como el Día de la Mujer… que ya no engaña a nadie.

¿Para qué sirve, en todo caso, el fulano Día de la Mujer? Si ni siquiera somos beneficiadas con obsequios… en cuyo caso se diría que es un invento comercial. La primera vez que se celebró fue un 8 de Marzo en 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza con la intención de conmemorar la lucha de la mujer por conseguir la igualdad con el hombre en la sociedad y por ejercer su derecho a su desarrollo íntegro como persona. En 1975, cuando la ONU declaró el Año Internacional de la Mujer, invitó a todos los Estados a declarar un día como “Día Internacional por los Derechos de la Mujer… y la Paz Internacional”. El temita de la Mujer no les pareció suficiente, supongo, de manera que completaron con “la Paz internacional”. Como no ha bastado tampoco tanta lucha, ni las 140 inmigrantes trágicamente muertas en la Fábrica de camisas Triangle de Nueva York, producto de las deplorables condiciones de trabajo, que aunque aportó importantes reformas a la legislación laboral de Los Estados Unidos, también significó que la injusticia se mudara a Bangladesh, por ejemplo, donde 4.500 fábricas textiles producen lo que multinacionales como Tesco, Wal-Mart, H&M, Marks & Spencer, Kohl’s y Carrefour venden en USA, algunas llegando a reproducir incluso el modelo de las muertas calcinadas.

Mientras tanto en el Líbano, a las mujeres aun se les exige la prueba de educación básica para otorgarle su derecho al voto, mientras los hombres pueden votar siendo analfabetas. El voto es un derecho adquirido tan recientemente como en los años 60 y 70 en muchos países… Y no hay que olvidar que muchos de los derechos que asumimos como naturales y damos por sentado, son logros de cruentas y largas luchas feministas: votar, opinar libremente, tener cuenta en el banco, usar anticonceptivos…  Pero la práctica de la ablación afecta hoy a unas 140 millones de mujeres y niñas en el mundo. Las niñas afectadas son cada vez más pequeñas (entre edad de lactancia a los 15 años), por evitar que las víctimas puedan juzgar a conciencia lo que les hacen. En África la ablación es ilegal, pero aproximadamente 92 millones de mujeres y niñas de más de 10 años de edad, han sido víctimas. La mutilación genital femenina se sigue practicando en casi todos los países árabes. Es corriente en comunidades kurdas, Afganistán, Tayikiskean, Brunéi, Malasia e Indonesia, incluyendo incluso tipos de mutilación más radicales que la ablación… todo por evitar que las mujeres gocen.

¿Por qué será que la sociedad tiene tanto miedo de lo que nos puede emancipar? ¿Por qué no quieren que las mujeres despertemos de la ilusión de creer que somos débiles y menos que los hombres?

Es verdad que el mundo ha cambiado a favor de las libertades y derechos de la mujer… pero como contraparte, cualquier argumento sospechoso de feminista es inmediatamente rechazado como si fuera anacrónico, fastidioso, pasado de moda, pesado, anulado como simples reclamos de mujeres resentidas que padecen vidas amorosas insatisfactorias… la descalificación de “mal cogida”, pues, para decirlo en términos más vulgares que todo el mundo entiende.

¿Será que la creciente tendencia a la bisexualidad y homosexualidad en las mujeres de hoy, tiene algo que ver con su repudio a las injusticias en la cultura del macho dominante? ¿Remedo de la Lisístrata que convocara a las mujeres a unirse en una huelga sexual, obligando a los hombres a la abstinencia, por conseguir que cambiaran de parecer, que le pusieran fin a la guerra? ¿Será que Aristófanes visionario, supo ver desde el siglo V, que la lucha no era cosa fácil? ¿O una vez mas, nos maltrató con la hipocresía del argumento que se supone femenino, porque hace valer la voz de las mujeres, pues nos otorgó el entrepierna como única arma de lucha? Eso pasó y sigue pasando, cada vez que la historia de las mujeres la escriben los hombres.

En honor a la verdad, los hombres también están llamados a ser feministas. Porque a todos nos afecta la falta de igualdad de derechos. Si ganamos las mujeres ganamos todos. Tan simple como porque vivimos juntos, hacemos juntos y somos juntos.

Debo decir que saco la carta de mi innegociable feminismo por escribir, después que vi el video del delincuente que quemaron vivo en los Flores de Catia en Caracas, ayer… que me dejó sin palabras.

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