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ninos migrantes desaparecidos
Photo Credits: Jeanne Menjoulet ©

Nacer en la cuna equivocada

Hay niños quienes, desde la protección del vientre materno, escuchan música clásica y otros que perciben gritos, amenazas y disparos.

Las diferencias cada día más dramáticas entre áreas del mundo, clases sociales, etnias y regiones de un mismo país, marcan sus vidas aún antes de nacer. Muchos conocen los caminos amargos de la emigración siendo todavía muy pequeños.  Hambre y violencia son los motores que los obligan a dejar los países en los cuales ocurrieron sus sufridos nacimientos.

En el día mundial de las migraciones, el pasado 18 de diciembre, Unicef señaló que unos cincuenta millones de  niños se encuentran en tránsito en el mundo.

Los más afortunados pueden hacerlo con padres y familiares quienes tomaron libremente esa decisión. Los otros, casi treinta millones, tienen que enfrentar los peligros de la emigración clandestina y la mayoría lo hacen solos en edades en las cuales, de haber nacido en otros hogares, irían acompañados hasta a la escuela.

Unicef ha dibujado un plan de cuatro puntos para ayudarlos. El propósito es garantizarles protección contra la trata y la explotación, asegurarles el acceso a los servicios de salud y educación, evitar su encarcelación o regreso al país de origen cuando enfrentan peligros allí, y favorecer la reunificación familiar. Gracias al trabajo de Unicef estos lineamientos serán parte del Pacto Mundial para las Migraciones, un acuerdo intergubernamental que se considera de dimensiones históricas, porque podría mejorar considerablemente la gobernabilidad de las migraciones.

En 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes, decidió desarrollar un acuerdo que los diferentes miembros de las Naciones Unidas deberían firmar este año durante la Asamblea General. A tal propósito está prevista una conferencia intergubernamental sobre migración internacional.

Sin embargo el gobierno de Estados Unidos decidió salir del Pacto y seguir una política propia para enfrentar el tema de las migraciones.

El alejamiento de organizaciones tan importantes para mitigar las injusticias internacionales, como es Unicef en lo que se refiere a la infancia, ha permitido al gobierno de Estados Unidos profundizar las políticas de rechazo hacia los migrantes, incluyendo a los niños.

La mayoría de ellos llega de México y Centroamérica, sobre todo de El Salvador, Guatemala y Honduras, tres países con un altísimo índice de violencia.

Numerosas las denuncias contra la Patrulla Fronteriza a causa de los maltratos físicos y psicológicos a niños y adultos. El pasado 23 de mayo, Claudia Patricia Gómez González, de apenas 19 años de edad y originaria de Guatemala, murió de un disparo en la cabeza al entrar en Texas. Había salido de San Juan Ostunalco, Quetzaltenango, con la esperanza de terminar sus estudios y reunirse con el novio. Profunda ha sido la indignación que produjo su muerte. Organizaciones de derechos humanos han manifestado su rechazo hacia el uso excesivo de la fuerza por parte de los funcionarios de la Patrulla Fronteriza y una vez más salieron a luz los muchos otros abusos de los cuales son regularmente acusados.

Millares de niños y adolescentes viajan solos y quienes llegan con sus padres y familiares corren el riesgo de ser separados al cruzar la frontera. Anteriormente ya se había asistido a este tipo de separaciones pero solo cuando existía la sospecha de tráfico de seres humanos. Ahora se han vuelto una práctica habitual utilizada en gran parte como disuasivo para evitar el ingreso de inmigrantes ilegales. Golpea indiscriminadamente a todos, también a quienes piden asilo porque sus vidas corren peligro. Según cifras oficiales de ACLU (American Civil Liberties Union) desde octubre de 2017 hasta abril de 2018 más de 700 niños han sido separados de sus padres. De ellos más de 100 no llegan a los cuatro años de edad.

Es una práctica realmente inhumana y ACLU está preparando una class-action para evitar que se siga adoptando.

Otra noticia reciente ha catalizado la atención de los estadounidenses sobre estas problemáticas. El gobierno, tras algunos titubeos, admitió haber perdido el rastro de casi 1.500 niños migrantes. Todos habían llegado solos al país y habían sido asignados a diferentes hogares y familias. Sin embargo ha resultado imposible contactar a las personas que los tomaron en custodia. Están perdidos. Se sospecha que muchos quedaron con familiares quienes prefieren no contestar las llamadas de los funcionarios de inmigración al ser ellos mismos inmigrantes clandestinos. Pero es muy probable que muchos otros hayan caído en manos de las redes de prostitución y traficantes de órganos. Esos niños tenían derecho a protección, merecían un futuro digno. En cambio, huyeron de un infierno, cruzaron otro y terminaron en uno peor. Están pagando las culpas de los adultos y sufren las consecuencias de haber nacido en un mundo que se vuelve cada día más injusto e insensible. Y sobre todo de haber nacido en la cuna equivocada.


Photo Credits: Jeanne Menjoulet ©

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