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Miserias parecidas

Mientras veía la película hindú Tribunal (Court, 2014, Chaitanya Tamhane), muchas veces me pregunté qué pensaría Leopoldo López si se enfrentara a sus imágenes en la miserable celda de Ramo Verde donde el régimen lo mantiene encarcelado. No encontré una respuesta.

Tribunal es una película única. En el contexto de Bollywood, término que tiene su origen en los años 70 y que funde las palabras Bombay y Hollywood, es una obra independiente. ¿Por qué? Porque se aparta de las coreografías masivas, clásicos musicales de la India.

Tribunal narra un juicio y tiende una sombra sobre uno de los grandes segmentos del cine occidental, el de las películas de juicio, con temas como la verdad, la ética, la justicia, los testigos, la democracia…

La Constitución de la India de hoy no se diferencia demasiado de la instaurada en 1950, cuando ese país se independizó del Imperio Británico. Los magistrados se inspiraron en las leyes inglesas que regían desde la época victoriana y las dejaron intactas.

Por eso en 2014 seguía vigente la Ley de Sedición. Sanciona todo tipo de sublevación popular: protestas callejeras, literatura disidente o simples comentarios públicos sobre el mal funcionamiento del gobierno.

Tribunal recrea el absurdo caso del sexagenario Narayan Kamble (Vira Sathidar). Cantautor y profesor de primaria, Kamble es acusado de incitación al suicidio con una de sus canciones, que el gobierno considera subversiva.

Pocas realidades más kafkianas que los tribunales de la India. Pululan corruptos fiscales, monigotes del gobierno que buscan castigar a activistas de oposición y abogados de quienes han sido acusados sin fundamento. Son corredores por donde la justicia ha huido avergonzada, ante el maltrato de magistrados comprados que usan el terror para frenar cualquier protesta.

En esta ficción, que tiene su origen en un caso real, hay una implacable fiscal, Nutan (Geetanjali Kulkrani). Para ella las “malvadas’’ intenciones de Kamble lograron su cometido, porque un hombre fue hallado muerto dos días después de que se celebrara el acto en el que participó el cantante con su veneno musical.

Del otro lado está la defensa: Vinay Vora, abogado de Kamble, interpretado por el actor y productor Vivek Gomber. Vora defiende al acusado frente a testigos comprados por el gobierno, testimonios falsos, documentos extraviados y una sucesión de pruebas incongruentes que manipulan la opinión del juez.

Ambos personajes, la fiscal y abogado defensor, representan dos Indias polarizadas. Ella, el país del atraso. El, la nación que mira al futuro. La fiscal Nutan recoge a su hijo en la escuela pública y prepara la cena. Nunca comen fuera de casa. Si lo hacen,  van a restaurantes populares  con comensales similares a la que Nutan desea encarcelar. Ella quiere que el juicio avance en el idioma local.

El defensor Vinay Vora pertenece a la India globalizada, cuyos miembros compran en la sección gourmet de los supermercados, o frecuentan bares nocturnos donde bellas mujeres cantan baladas brasileras. Vora propone que las vistas del juicio se desarrollen en inglés.

El realizador Chaitanya Tamhane, de apenas 29 años, aprovecha la cámara fija para retratar la burocracia tribunalicia de Bombay. Cuando la trama sale a la calle, recurre a travellings que agilizan la historia. Estamos ante una película política, que muestra la cara fea de la justicia cuando claudican las formas democráticas.

Tribunal es una ópera prima que merece ser vista y debatida. Mil veces. En su provocación y desafío,  desnuda a un gobierno en “apariencia’’ democrático que es profundamente tiránico y déspota. Chaitanya Tamhane traza una metáfora del alarmante estado de la libertad de expresión en el mundo.

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