Tengo el privilegio de vivir, rodeada de museos. En la zona de Polanco, de Ciudad de México, y sus alrededores, hay cinco museos imprescindibles para descubrir y entender la historia de nuestros antepasados y el arte contemporáneo de grandes pintores de todo el mundo. En primer lugar citaría el Museo de Antropología (2 millones de visitantes cada año), inaugurado entre 1963 y 1964 y construido por el Arquitecto Ramírez Vázquez. El entonces, presidente Adolfo López Mateos, fue muy enfático al declarar el día de la inauguración: “(…) El México de hoy rinde homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional”. La arquitectura del museo en sí, es una verdadera obra de arte. Nada me gustaría más que tener un paraguas, tan grande como su maravillosa fuente. Basta con que atraviese el Paseo de la Reforma, para toparme con Castillo de Chapultepec y sumergirme en el siglo XIX. En seguida, camino tres cuadras, hacia el Museo de Arte Moderno, y me quedo totalmente seducida ante la magia de las pinturas de Remedios Varo. Al salir y con cierta prisa atravieso de nuevo Reforma y llego al Museo de Rufino Tamayo, cuya colección de maestro y de Olga, su esposa, va desde: Picasso, Miró, Max Ernst, hasta Andy Warhol. Como tengo que visitar, de una sola vez, todos mis museos consentidos, camino por el bosque de la Tercera Sección de Chapultepec, hasta llegar a la calle de Tres Picos, para visitar, como de rayo el Museo de Alfaro Siqueiros, donde se encuentran sus pinturas, dibujos, obra gráfica, maquetas, libros, fotografías y documentos de otros artistas. Saliendo, me apresuro para visitar uno de mis museos preferidos en la Plaza Carzo (el nuevo Polanco), El Soumaya. Aquí no cobran, entonces entro como perro en mi casa y me paseo por entre las esculturas de Rodin y obras de El Greco, Murillo y Villalpando, entre otras muchas. Al salir me encamino hacia el museo Jumex. Allí, sí se paga, 30 pesos por disfrutar de El Arte Contemporáneo Latinoamericano.
Feliz e instruida como me siento gracias a mis museos, regreso a Chapultepec y me instalo en una banca bajo muchas copas de árboles, y con la imaginación vuelo hasta el Museo de Ciencias Naturales y admiro a tigres “dientes de sable” y a algunos perezosos de casi tres metros. En realidad todo lo miro muy rápido porque quiero llegar al Papalote Museo del niño, el museo consentido de mis nietos. Como de rayo pago mi boleto e inicio mi visita a través de las 5 grandes áreas temáticas: El viaje inicia, Mi cuerpo, México vive, Mi hogar y mi familia.
Aún me falta por visitar muchos museos que adoro, como por ejemplo uno que me es particularmente entrañable, el de Museo Soumaya-Casa Guillermo Tovar de Teresa. Llego (no pago) y se me hace un nudo en la garganta, he estado tantas veces en esa casa, ahora museo. Todo me gusta y me recuerda a Guillermo. No me puedo quedar mucho tiempo, me faltan mis museos preferidos del Centro Histórico. En el Franz Mayer, me siento encantada con su colección de los siglos XVI al XIX. Otro nudo en la garganta se me forma en la sala del Holocausto del Museo Memoria y Tolerancia, para que no se me deshaga en millones de lágrimas, corro hacia Bellas Artes, el edificio más bello del mundo de Art Deco; los murales de Diego Rivera y Orozco, me consuelan. Qué horror, todavía me faltan el Museo de Iturbide. No voy a tener tiempo de admirar las 4,300 obras de arte. Todavía me faltan por recorrer el museo de Clausell, el de la Caricatura, del Grabado y por supuesto el de El Estanquillo. Ese no me lo pierdo por nada por las maravillosas colecciones de Carlos Monsiváis. Siempre he pensado, que este museo es una verdadera joyita. Corro hacia San Idelfonso y me extasío con el convento del siglo XVI, en donde mi padre estudió la preparatorio, como Frida Kahlo. Por cierto, he visitado mil veces, su museo en Coyoacán, por ello considero, la “Casa Azul”, como mi casa. Hace muchos años me la apropié. Ya está oscureciendo y no he ido, al Museo de Diego Rivera. Tal vez, lo deje para mañana. Estoy muerta de cansancio, pero súper feliz por haber visitado mis museos.
Por todo lo anterior, con toda mi convicción apoyo la carta abierta, dirigida al Presidente de la República, del Frente ProMuseos cuya demanda es por el bien de la cultura y el alma de millones de mexicanos y mexicanas.