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Miami Unplugged

Miami (Un)plugged

Crónicas y ensayos personales e una #CiudadMultiGutural

La compilación de crónicas y ensayos Miami [Un]plugged editada por Hernán Vera Álvarez y Pedro Medina León (Suburbano Ediciones 2016), aproxima las miradas de veintiún autores hispanos a una Miami diversa, problemática, porosa, que es a la vez familiar, cercana, intuida cuanto menos, por quien la visita, por quien la habita, por quien la lee. Página a página, el libro despliega la complejidad cultural que lo hispano manifiesta, la riqueza y la contradicción que suponen tanto la diversidad de lenguajes del español como el bilingüismo spanglish ; la multiplicidad de costumbres y de valores y de memorias colectivas que se dan la mano y se disputan la ciudad, las muchas condiciones en las que la llegada y el asentamiento en el territorio miamense ocurren. Así, va mostrando una Miami que son muchas: la de la fiesta, la pérdida, el trabajo deshumanizador, el miedo ante lo incierto, la de la vida (más) sabrosa en la playa, o de la noche con sus luces intermitentes y sus demonios. Hay tantas Miami como inmigrantes, como búsquedas, como creadores, como lectores. Entre el asombro y el lugar común, transcurre Miami [Un]plugged.

Así, muestra la experiencia de la periferia tanto de manera específica, en relación con las dinámicas de la llamada “Capital del sol”, como en un sentido genérico, que trasciende lo geográfico: extranjeros somos o hemos sido todos. En los tiempos que corren, cualquiera se ha encontrado en una calle desconocida, con una valija en la mano sin saber si cruzar acá o en la siguiente esquina, desconociendo el tenor del espacio que la acobijará las siguientes horas.

Casi todos los textos del conjunto evidencian el intento empecinado por entender y controlar la ciudad, lo que se traduce en una explicación compulsiva de sus formas y territorios. Es un tema recurrente, el del intento por apropiarse del mapa geográfico como entrada “pedagógica” a la ciudad y sus dinámicas sociales, haciendo evidente la relación entre lugar y afecto. Camilo Pino, resuelve la tensión desde el inicio: “Comencemos por el fin. Todos sabemos que Miami se va a inundar”. El huracán, las librerías que desaparecen, la abundancia material y su decadencia, son símbolos en su texto de lo superficial e intrascendente que caracteriza a esta ciudad joven, que morirá joven. Al pisar Miami, Andrés Hernández Alende Miami, agotado por el viaje, solicita: –May I have a cup of coffee, please?, para obtener como respuesta: -Qué tu quieres? un café cubano? Esa taza se vuelve en su crónica símbolo de latinidad, de comunidad; y el lenguaje, forma no ya de comunicación, sino de solidaridad: “Cuando te reconoce la camarera, te sientes en casa”.

La mayoría de los relatos dejan entrever la nostalgia tras el abandono de la patria: “Nadie sale de su país porque quiere, sino porque las circunstancias se cierran y uno cree que afuera le irá mejor…y con ese cuento lavas platos, conduces horas y horas, consigues otro part-time y terminas esclavo del sistema”, dice Enrique Córdoba. “Miami tiene un encanto que sólo disfrutan quienes viven allí”, y es que incluso quienes han corrido con suerte, la reconocen como difícil. Relato a relato, el libro inaugura ante el lector una ciudad densa. Quién está preparado para el suicidio de un ser amado, y quién espera esta historia en una compilación miamense? Anjanette Delgado dice desde el desgano y la ironía, en un relato en el que verano perenne y muerte aparecen indefectiblemente ligados: “Qué te puedo decir? En mi linda casita no hay lugar para el sol”. “Ese es el problema, que en Miami todo es un cabrón party. Y no logro perdonárselo”. La ciudad superficial, la ciudad sino, el lugar del que hay que salir para lograr Ser, es también el tema de Raquel Abend, quien hermana la horizontalidad de Miami a la fragilidad psíquica: a eso ilimitado e incontrolable, que restringe. En su relato, lo seriado aparece como restricción y se manifiesta en pánico. El vaho infinito de un domingo cualquiera es símbolo del tiempo detenido sólo recuperable a partir de la vaivén de las palmeras, meciéndose como metrónomos. Miami es para Abend ciudad plástica, torpe al comunicar: “ciudad de juguete capaz de flotar en las bañeras de los inmigrantes. Igual que los patos de hule”.

Por su parte, Carlos Gámez da crédito a la duda para referirse a la creciente movida cultural y literaria de la urbe tropical: “eso tiene cuanto menos dos lecturas: la buena, que dice que lo cosmopolita ayuda a la cultura a expandirse; la no tan buena, que afirma que solo los ricos son cosmopolitas mientras los pobres somos emigrantes, aunque se trate de emigrantes culturales”. Al final, la incredulidad da paso a una certeza: “…sé que he encontrado el lugar. Que deseo volver aquí una y otra vez, que quiero estar para siempre en el (Hotel) Vagabond, asistiendo a fiestas literarias decadentes, deleitándome con versos y poéticos juegos acuáticos…”. También JC Perez Duthie se refiere a la movida underground, instalándose en la década de los 80, cuando muchos latinos de Nueva York encontraron en Miami la continuación de la fiesta, la vida nocturna de bar en bar, el frenesí de la rumba que la Gran Manzana iba perdiendo poco a poco y que en la costa de la Florida duró una década más.

Así transcurren las páginas de Miami [Un]plugged, “Todo bien, Miami. Gracias por la bienvenida. Pero prométeme algo: que te vas a quedar siempre ahí, al otro lado de mi ventana”, dice José Ignacio Valenzuela. A lo que Pedro Medina León, en un diálogo posible (efectivo en la antología) indica: “Los que cortamos lazos con nuestros países sentimos que nuestras “patrias” se convierten en aquellos lugares donde están los seres que amamos, y es por eso que si tuviera que elegir un lugar para morir en ese momento, sin duda alguna sería Miami”.

Esta compilación es discurso sobre el lugar y su experiencia. Porque no existe lugar sin memoria y afecto. Porque Miami no existe sin sus habitantes, y más aún: no existe sin sus emigrantes latinos, que la forjan día a día al reinstalar consigo sus prácticas sociales, culturales, sus valores y su estética. Quienes llegan huyendo de sus países de origen, allí se los vuelven a topar: lo latino es Miami. Quizás por eso el odio, quizás por eso el amor que dejan entrever sus historias.

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