Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

México, canta y no llores

Sabemos que hay dos temas que no debemos tocar cuando estamos en grupo, porque corremos el riesgo de encender un conflicto: política y religión.

En tiempos de campaña electoral, el ambiente está al rojo vivo, pero, cuando de futbol se trata y México compite con otros países nos unimos todos. El futbol crea sueños y nos distrae de realidades.Los mexicanos somos buenos para criticarnos, hablar de nuestros defectos, decir que somos flojos, ignorantes y creer que cualquier país está mejor que el nuestro.En familia refuerzan los defectos del país y callan sus cualidades. Son modelos de aprendizaje, traumas que compartimos desde la conquista, las guerras civiles y las invasiones que ha sufrido nuestro país. Sufrimos de falta de memoria a largo plazo, recordamos lo más reciente, consideramos que lo que vivimos es lo peor, olvidando que hemos estado aún peor. Nos hemos quedado con dosis de resentimiento.

Con la conquista perdimos la identidad y no queremos o no podemos recuperarla, cargamos asuntos históricos e histéricos que dañan la autoestima. Por más que nos hayamos superado como país siempre nos sentimos menos que los de tercer mundo sin embargo tenemos una historia y una cultura que admiran propios y extraños.

La victoria contra Alemania fue una victoria colectiva. Los fanáticos del futbol corrieron a agruparse en el ángel, en la Minerva, en los bares, en familia celebrando el día del padre. Cualquier lugar fue bueno para festejar, sentirse el jugador número doce. Nadie creía que los mexicanos podían ganar al campeón del mundo en un mundial, y sin bien lo han hecho otras veces, esta tiene un significado especial.No falta quien sigue dudando del potencial de los jugadores y se atreve a decir que el partido fue arreglado; son quienes no creen que nuestro país ya está a nivel de competencia en muchas áreas, esos que siguen sin avanzar y que no acaban de sanar sus heridas.

La psicología colectiva muestra que tenemos una fuerte identificación con el futbol; los jugadores son símbolos de lo que se puede lograr en grupo, como familia, en un negocio y como país. El futbol se convierte en un contenedor, un distractor de sentimientos, ayuda con el estado de ánimo, con la frustración, es una buena terapia para quien lo practica y un distractor para quien lo disfruta como espectador. La identificación con el equipo refuerza lazos familiares, de amistad, y cuando se compite con otros países une socialmente. Esto la sabe la FIFA de tal manera que aprovechó el mercado para adueñarse del mundial del futbol y obtener ganancias millonarias. Reparte y recibe ganancias hasta con las empresas que venden alcohol. Son tantos los ingresos que se descubrieron casos de corrupción entre sus dirigentes. Los festejos, la euforia por ganar un partido puede ser exagerada, pocos entienden el significado del triunfo. Sentirnos de primer nivel eleva la autoestima. Ya no somos los últimos de la lista, los que juegan al “ya merito”, ya estamos a nivel de competencia de las grandes potencias incluso en la economía.

Lo que debe quedar claro es que en el juego como en el amor y en los negocios se gana o se pierde, pero, hay que seguir con la autoestima alta. ¡Que no nos divida la política, somos un equipo, a pesar de tener malos gobiernos hemos salido adelante! Sin embargo tenemos que seguir en la jugada, metiendo goles y no permanecer solo como espectadores. Ningún candidato tiene una varita mágica para arreglar nuestros problemas, por más que se empeñen en ofrecer las perlas de la virgen.Vamos México, nuestro país necesita amor y compromiso, justicia y honestidad de cada uno de nosotros, esa es la mejor manera de meter goles.

Hey you,
¿nos brindas un café?