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México al voto entre muertos, escándalos y promesas

El día de las elecciones en México ya está en puertas y todo parece indicar que Andrés Manuel López Obrador llegará a la Presidencia.

En la recta final de una campaña electoral aguerrida, sin exclusiones de golpes y marcada por una violencia atroz y descarada, López Obrador, según todos los sondeos, dejó atrás por un amplio porcentaje, a los otros dos candidatos con más chance: José Antonio Meade de la coalición Todos por México (PRI, PVEM, PANAL) y Ricardo Anaya quien lidera Por México al Frente (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano).

Encandilado por los números favorables en las encuestas, Obrador ahora está apuntando a conseguir una mayoría también en la Cámara de Diputados y en el Senado. Para lograrlo se ha aliado con “dios y con el diablo” ya que lidera la coalición Juntos haremos historia en la cual a su partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se han sumado el conservador Partido Encuentro Social (PES) y el izquierdista Partido del Trabajo (PT). Gracias a ellos la mayoría en la Cámara de Diputados pareciera ser una meta muy probable y la del Senado un poco más difícil pero no imposible. De lograrlo Morena sería el tercer partido, después de los históricos PRI (Partido Revolucionario Institucional) y PAN (Partido Acción Nacional), capaz de cohesionar a más de 200 legisladores. Un resultado que le permitiría llevar adelante muchas medidas en diferentes campos pero insuficiente para cambiar la Constitución ya que para eso necesita una mayoría calificada de 334 parlamentarios.

Es la tercera vez que Andrés Manuel López Obrador intenta conquistar la Presidencia. Tras militar en el PRI, antes, y en el PRD (Partido Revolucionario Institucional) después, creó, en 2011, su propio partido Morena. Se presenta como un candidato izquierdista aunque en estas elecciones, lejos de seguir una línea ideológica, ha demostrado su capacidad para hablar a electorados diferentes cambiando el discurso según las exigencias de cada audiencia. Su único norte ha sido amasar votos y todo indica que lo ha logrado. No le tembló el pulso a la hora de estrechar vínculos con el dirigente nacional del Partido Encuentro Social PES, el evangélico y conservador Hugo Eric Flores Cervantes, cuyas posiciones en contra del aborto, del derecho al matrimonio y a la adopción de las parejas gay, así como de la liberalización de las drogas livianas, son notorias. Una decisión que le costó el alejamiento de Elena Poniatowska quien lo había apoyado hasta ese momento.

La alianza con el PES podría tener un costo importante en materia de derechos humanos. La única respuesta que, a lo largo de su campaña, ha dado Obrador a quien le pedía su posición sobre esos puntos, fue “consulta pública”. Cabe preguntarse ¿Es posible someter a consulta pública los derechos humanos? Más bien pareciera la contestación resbalosa de quien no está dando demasiada importancia a temáticas que supuestamente deberían encabezar la lista de prioridades de la agenda de un izquierdista.

Animal político con gran carisma, Andrés Manuel López Obrador, al igual que muchos populistas, ama llenar el aire de promesas, se presenta como el paladín de la honestidad y promete resolver todos los males que aquejan a sus compatriotas.

Sin embargo hasta el momento son muchas las interrogantes y pocas las respuestas que acompañan su, aparentemente inexorable, escalada al poder.

Lo único que evidenciaron estos largos meses de campaña electoral son los grandes problemas que enfrenta México y a los cuales deberá dar una respuesta seria, honesta, el próximo Presidente, sea quien sea. In primis la corrupción que ha logrado permear todos los estratos de las instituciones y que representa uno de los temas álgidos para los mexicanos, cansados del abuso del poder político, de su connivencia con el poder económico y con la delincuencia organizada, del descarado enriquecimiento de pocos a costa del sacrificio de muchos.

La desigualdad social y las asimetrías regionales son otro de los puntos dolientes. No solamente determinan la calidad de vida de las personas sino la posibilidad misma de vivir ya que los estratos de la población más pobres, así como las comunidades rurales e indígenas, son las grandes víctimas de la crueldad de los carteles.

Y finalmente la violencia, un mal que en estas elecciones ha mostrado todo su poder. Según las últimas encuestas de la consultora privada Etellekt, desde el comienzo del proceso electoral en septiembre de 2017 han sido asesinados 120 políticos, 17 de ellos mujeres, 50 familiares y 351 funcionarios no electos. Las amenazas se multiplicaron y fueron denunciadas más de 400 agresiones. Los políticos asesinados eran precandidatos, candidatos, ex alcaldes, regidores y presidentes municipales. Los estados con el más alto índice de muertes, amenazas y agresiones son: Guerrero, Oaxaca, Puebla, Jalisco, Michoacán, Colima y Nayarit.

Estos los problemas prioritarios que aquejan la vida de los mexicanos y que posiblemente los impulsen a votar por una persona nueva que promete de todo y a través de la cual pueden desahogar desencanto, rabia, frustraciones. A ello hay que agregar la irrupción, en la campaña electoral, de un Presidente como Trump quien, desde los Estados Unidos, ha declarado guerra a los mexicanos, denigrándolos y ofendiéndolos. Su política económica, la insensibilidad para con los migrantes, la obsesión en transformar a México en un chivo expiatorio a quien poder achacar los males de su gobierno, han dado mucha fuerza a otro populista quien pareciera listo para enfrentársele y dar batalla.

Poco ha logrado una oposición que arrastra un pasado y un presente plagados de denuncias de corrupción. Y tampoco les valió utilizar el espectro de Chávez y de la realidad venezolana para infundir miedo y alejar el electorado de López Obrador.

En realidad, quizás la única cosa positiva que ha dejado la aventura chavista en la región es el ejemplo claro de lo que hay que evitar.

Los populistas de los otros países harán otros errores pero se guardarán bien de seguir los pasos de un gobierno que ha sido capaz de llevar a un país entero al despeñadero.

O, cuanto menos, es lo que todos esperamos.


Photo Credits: Photy .org ©

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