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Fabián Soberón

Roma

Roma tiene cicatrices.

En los rincones inesperados, en los círculos concéntricos, en las columnas rugosas hay secretos de un pasado que vuelve.

Va y vuelve.

La ciudad tiene capas hechas de tiempo y agonías. Iglesias descascaradas, muros sepias, esculturas blancas que se ríen de la muerte, puertas con grietas que miran al futuro.

¿Qué hace Roma con sus heridas?

Dibujos erráticos, carteles despintados y señales opacas arman un mapa paralelo y anónimo. Plazas al sol y arcos de la perdida gloria me entregan pistas de lo que fue. Roma es eterna en la degradación de la materia. La ciudad vive en las hendiduras, en los pozos, en los trazos del viento que crece como un animal indómito.

Como un sonámbulo, deambulo por los muros del Foro, los túneles de las catacumbas, los escombros del Coliseo. Y siento una forma de la felicidad: la acumulación de lo que permanece y de lo que se pierde.


Photo Credits: Nick Kenrick

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