Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
paola maita
Photo Credits: Bethany King ©

Lost in translation

Durante 4 semanas, tuve la oportunidad de sentarme casi todos los días con un extraño grupo conformado por marroquíes, otros latinos y una belga. Es una combinación que podría parecer bastante improbable, pero nos unió el estar en un lugar nuevo y estudiar su idioma.

Fuimos casi como la torre de Babel, donde tres de nosotros fungimos como traductores entre los demás miembros del grupo, y también de nosotros mismos. Entre latinos teníamos que encontrar terrenos en común, recurrir a Google para también traducir nuestros modismos. Claro que la situación se ponía peliaguda cuando teníamos que traducir entre francés, árabe y español, por todos los vericuetos que entraña el pasar las palabras de alguien a otro idioma.

Al final, todo salió bien. Quizás fue porque no estábamos tratando temas dignos de la ONU, pero no pude evitar pensar en que probablemente con la mitad de esas personas no terminaré de hacer una conexión profunda, porque entre estas traducciones donde a veces se omite información por fines prácticos, se pierde un poco de la personalidad de cada uno.

Los que hablamos varios idiomas nos enfrentamos al peligro de tener varias versiones de nosotros mismos (hago énfasis en que dice versiones, y no personalidades). Cada lengua que aprendemos, trae consigo una carga cultural e ideológica a la cual vamos amoldando la manera de expresar nuestras ideas.

Cuando tomamos prestadas las palabras de un idioma que no nos pertenece, hay una parte de nosotros que queda lost in translation, porque por muy bien que lo dominemos, no todo es traducible perfectamente. De ahí viene la sensación de que somos otros.

Me quedé con la duda de qué cosas de ellos no podré conocer porque no hablamos natalmente el mismo idioma o qué cosas de mí misma no podré traducirles. Es cierto que difícilmente, por no decir jamás, llegamos a conocer a alguien al 100%, y si a eso le sumamos el traducir, las posibilidades se vuelven casi invisibles.

Creo que a lo que le estoy dando tantas vueltas para decir es que, como si fuese Roma, todos los caminos del que migra le conducen a extrañar. Esta situación, me hizo darme cuenta de la falta que me hacen mis amigos y esa parte de la vida donde todo era más sencillo, sin tantos idiomas ni versiones de mí misma en el medio.


Photo Credits: Bethany King ©

Hey you,
¿nos brindas un café?