Ombligo del mundo, rascacielos, hoyo profundo, 9/11, caleidoscopio, aeropuerto, de kilómetros a millas, desgarre, esperanzas que aterrizan, nostalgias que se enraízan, espacio físico que se encoge, subterráneo, subir escaleras, bajar escaleras, ratas insolentes, ratas resueltas, ratas urbanas, olores que ofenden, grúas, alcantarillas que fuman, ruido, ambulancias, bomberos, policías, pobreza desesperada, riqueza infinita, tribus tatuadas, trabajo, ojeras, sueño, sueño que agota, sueño que despierta, morir de visa, garras,casas compartidas, anhelos compartidos, camas compartidas, encuentros fugaces, amores que nacen, amores que se apagan, culturas, vibraciones, música, vivir sin límites, prejuicios que se desmoronan, libertad a ras de piel, arte que nutre, innovación, movimiento, tesoros escondidos, bares, soledad, amistades, raíces arrancadas y vueltas a reanudar.
Nueva York es eso y mucho más…
LOS WÁLTERS, POP ELECTRÓNICO CON SAZÓN CARIBEÑA
También en Nueva York, con el emblemático skyline de fondo, en un imponente escenario rodeado de muros laterales envueltos en gigantescas hojas de planta perenne china y pantallas de proyección a cada extremo, Los Wálters, el dúo de indie pop electrónico puso a bailar a su audiencia. Puertorriqueños, latinos, y gente de todo el mundo se dejaron llevar por su música en una noche en la cual las sombras mitigaban el calor del verano.
El dúo está formado por Luis López y Ángel Figueroa. Empezaron su proyecto musical a larga distancia tras conocerse en un “jangueo”, o salida con amigos en común en su natal Puerto Rico en el 2011. El repertorio de la noche neoyorquina reunió diez de sus temas más representativos. Destacaba el emblemático “Isla Disco”. Los 90 grados Fahrenheit de ese día, compaginaban con el coro de su enérgico “Sube el calor”, que luego, al caer la noche, y en conexión con las luces magnéticas de la escenografía, daba paso a su “Balada Lunar”. La audiencia, en su mayoría, puertorriqueños radicados en Estados Unidos, se transportaban ilusoriamente de vuelta a su isla del encanto al coro de “Mayagüez”. El atuendo de Ángel y Luis, así como del resto de los componentes de la banda, quienes de vez en cuando se suman cuando los shows son grandes, era simple pero peculiar. Usaban camisetas, jeans, shorts y converse, con largas capas vintage de colores eléctricos que ponían en evidencia un excentricismo, que así como su nombre, alusiva y anecdóticamente inspirado en el mítico Wálter Mercado, ha plasmado su estilo.
Horas antes de su show, una vez concluido el soundcheck, fuimos a la terraza del Brooklyn Mirage. Mientras apreciábamos el horizonte que mostraba Manhattan a lo lejos, Luis López y Ángel Figueroa comentan que se estaban reencontrando casi después de un mes, tras haber tocado en el Funka Fest en Ecuador, un festival de música indie internacional en el cual compartieron escenario con grandes artistas como Fito Páez y bandas indie emergentes como Miami Horror. Ángel apenas había llegado de Austin, en donde vive desde hace seis meses, mientras que Luis, actualmente radicado en Nueva York, había tenido un fin de semana bastante placentero viendo tocar a Nathy Peluso, Ximena Sariñana, y Kevin Johansen en Latin Alternative Music Conference LAMC en el Central Park.
Emprender un proyecto musical a larga distancia nos parece intimidante; sin embargo ellos resaltan que esa distancia ha sido el componente principal de sus creaciones. Un reto que, junto a la fusión de ritmos y exploración constante de sonoridades electrónicas, los ha llevado a fluir con ideas innovadoras hasta crear algo “cool”, con el cual ambos se sintieran conformes e identificados.
“Cuando empezamos, en 2011, todo era un experimento, había una escena grande del indie pop europeo y de bandas australianas como Cut Copy, Hot Chip, LCD soundsystem, cuya onda fue nuestra inspiración. Sin embargo, queríamos hacer algo más personal, meterle esa sazón puertorriqueña con el beat de la salsa, y con líricas más cautivadoras y atrevidas. Lo juntamos, y así surgió Los Wálters, una mezcla entre ritmos electrónicos fuertes con sazón caribeño, muy muy nuestro”, comenta Ángel.
La multiculturalidad también ha tenido un gran peso en lo que son y buscan proyectar. El haber vivido en ciudades como San Juan, Miami, Río de Janeiro, Filadelfia, Barcelona, Nueva York, y Austin, a lo largo de estos ocho años, no solo los ha ayudado a darse a conocer en cada una de ellas, sino que ha contribuido mucho a enriquecer su proceso creativo. “Uno siempre se entera de lo de lo que está pasando en la onda alternativa local, conoce nueva música, a otros artistas y a públicos diversos. El entorno siempre tiene un peso en lo que cantas, dices, piensas”, expresa Luis.
Aunque las longitudes impliquen el tener que acoplarse a diferencias horarias y diversos estilos de vida, ellos las viven de la manera más ingeniosa. Su primer disco completo “Ponte el Casco” fue grabado completamente a distancia, entre dos continentes, y sin verse siquiera una sola vez durante la creación. Todo fue por medio de internet, con propuestas que iban y venían de ambos lados.
“Mientras Luis grababa voces, a veces en el baño de su pequeño departamento en Barcelona, yo (Ángel) escribía en mi cuarto viendo la nieve caer en Filadelfia. Fueron escenas completamente contrastantes, pero que a su manera, han ido forjando nuestra identidad. Cada uno ponía su toque de acuerdo con lo que vivía y sentía en su propio contexto.”
El estar lejos de Puerto Rico también ha marcado sus creaciones. Se nota en las letras de las canciones en las cuales son muy comunes palabras como playa, arena, fiesta, disco, sol, calor. Todo con un dejo de melancolía. Aunque “Isla Disco” sea su producción más vivaz y bailable, surgió de la nostalgia, del añorar y recordar.
“Cuando vivía en Puerto Rico, iba siempre con mi familia a Mayagüez. Nunca me fijé mucho en el trayecto desde San Juan. Ya estando lejos, encontré el deseo de volver a vivir esa experiencia y de contarla. Así nació Mayagüez”, recuerda Luis. Para Ángel “si eres de Puerto Rico, temas como San Juan, Urbanización y otros te hacen pensar en tus panas, en el jangueo de barrio, en tu familia, y, si no lo eres, te sumergen en la isla así nunca hayas estado allí”.
Es un sentimiento de nostalgia que comparte todo emigrante y más para los muchísimos jóvenes que dejaron Puerto Rico para venir a Estados Unidos, tras el huracán Maria. Aunque dicen que su intención principal no es la de influenciar la forma de ver su país sino la de crear algo basado en su identidad, ser considerados parte de esa cultura y poder contribuir a llevarla en el mundo, los entusiasma siempre.
Actualmente, viviendo en el mismo hemisferio, pueden trabajar y verse un poco más seguido. A inicios de este año, tuvieron su primera gira por Estados Unidos y México, con fechas consecutivas, empezando por el noreste. Estuvieron en Nueva York, Boston, para luego pasar por el centro en Detroit hasta llegar a la costa oeste en California y en la Ciudad de México. “Es magnífico y gratificante sentir toda la energía de la gente. No pensábamos que en San Francisco, y Los Ángeles, íbamos a tener tanto público. Tuvimos shows súper buenos, gente de todos lados que llegó para bailar y pasarla bien”, comenta Luis, a lo que Ángel añade que resulta muy interesante ver a personas de toda Latinoamérica reunidas en un solo lugar. “Ver como la plataforma para la onda y el arte latino e hispano está creciendo exponencialmente en todo Estados Unidos resuena mucho con lo que somos y el poder contribuir a esta expansión es extraordinario”
Ya se les acerca la hora de subir al escenario. En su futuro tienen planeados otros muchos conciertos en diferentes ciudades.
¿Y si tuvieran que resumir Los Walters en una sola palabra?
La respuesta, acompañada por una picardía explosiva, no se deja esperar. Simultáneamente y entre risas responden: “amor”.
Photos by: Andres Salazar ©