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Paola Miata
Photo Credits: mrhayata ©

Los triciclos no escriben

Mientras crecía, recuerdo ser una lectora muy ávida. Leí todo lo que pudo caer en mis manos. A pesar de que leí autores de todas partes, desde venezolanos hasta noruegos, solo recuerdo haber leído a una escritora que me marcase.

Quizás si quisiera dedicarme a otra cosa que no fuese escribir, esto me haría muy poco o ningún ruido, pero el caso es que me di cuenta de la relevancia de esto hablando con V., una amiga que también tiene el mismo vicio.

Comentábamos sobre lo viscerales que somos a la hora de escribir y cómo identificábamos esto con escribir “como mujer”.

…yo me lo cuestiono mucho. Y no sé muy bien donde viene. Muchas veces me juzgo o me doy palo pensando tipo que soy demasiado intensa o demasiado emocional o demasiado corporal e incluso –admito con vergüenza, machista– me pregunto por qué escribo tanto “como una mujer”. [Un día me dije] Bueno(…), es que eres mujer, qué esperabas: ¿Escribir como un triciclo?

Su cuestionamiento hizo eco en el mío. Por mucho tiempo, han sido otros quienes han tenido que quitarme el látigo de la mano para que deje de reprocharme el tono de mi voz narrativa. Que no se note que me duele, de quién hablo, que soy sensible, que esta vivencia me dolió, que los afectos me hieren, que soy vulnerable… Quizás el fondo de todo esto era “Que no se note que soy mujer apenas me lean”.

Casi todos mis referentes literarios son masculinos. Por mucho tiempo, intenté emular sus tonos y los ambientes de sus historias, hasta el punto donde todo lo quería ubicar en la Europa de los años 60 y 70, la del boom latinoamericano. Pensaba si no narraba con el tono con el que Cortázar escribió Rayuela, no servía.

Sí, todo ser humano se hace a sí mismo partiendo de un otro, de los que lo rodean, y amo que mis referentes sean los que han sido hasta ahora. Lo que he tenido que cambiar es el aceptar que escribir “a lo femenino” será parte de mí porque la verdad es que antes de ser cualquier cosa en el mundo, soy mujer. Eso tiene un peso en todo lo que soy y hago.

Hoy tengo la madurez para entender que aceptar esto es el primer paso para poder dejar de juzgarme por escribir “como mujer”, a pesar de que tenga que estar clara que quizás hayan situaciones donde sea una desventaja, sobre todo en el mundo de la literatura.

Después de todo, V. tiene razón. No podemos escribir como triciclos.


Photo Credits: mrhayata ©

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