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Mauro Bafile

Los precios del petróleo y América Latina

Un primer paso, sin duda alguna importante. Mas, tan solo eso. Nada más. Quienes, pecando de excesivo optimismo, pronostican un incremento sostenido en los precios del barril de crudo para los próximos meses, como el que se produjo a inicios del período del primer mandato del presidente Chávez, pudieran incurrir en un error. Decimos, el acuerdo alcanzado por Arabia Saudita, Rusia, y Venezuela pareciera un mero saludo a la bandera. Congelar el techo de producción a los niveles de enero, en opinión de los expertos, no reduce el exceso de hidrocarburos en el mercado. Y mucho menos asegura que Irán, como ha anunciado en repetidas oportunidades, deje de incrementar su producción. Luego de haber sido castigado severamente por las sanciones económicas impuestas por la ONU, a causa de sus ambiciones nucleares, quiere reconquistar mercado. Por ende, las condiciones, hoy, están muy lejos de ser las de hace casi dos décadas.

Hagamos memoria. La crisis asiática, en 1998, provocó la reducción abrupta de la demanda de crudo. Esta, al sumarse a la sobreoferta de hidrocarburos, condujo los precios al colapso. El valor del barril cayó a 11 dólares, el más bajo desde el ocaso de los ’70 y los albores de los ’80. Hay que reconocer que la insistencia del extinto presidente Chávez y la habilidad del ministro Rodríguez Araque lograron hilvanar hilos y reconstruir la unidad de la Opep. En fin, fueron decisivos para que los precios frenaran su caída, en un primer momento, y, luego, recuperaran paulatinamente terreno.

La estrategia de la Opep, en aquel entonces, fue orientada a fortalecer los precios más que a defender cuotas de mercado. El organismo encontró la disciplina que nunca fue su característica principal. En efecto, los países de la Opep, a través de argucias cada vez más sofisticadas, siempre han encontrado fórmulas que les permitiesen desatender las cuotas de producción.

Hoy la realidad es mucho más compleja. Y los son también las estrategias para superarla. La crisis de los precios no es tan sólo producto de la recesión, que desde el 2009 golpea a los países industrializados; recesión que, tan sólo ahora, parecieran dejar atrás. Tampoco lo son únicamente las dificultades que, en estos meses, tienen en jaque la economía china, gran consumidora de crudo.

Hoy estamos en presencia de un fenómeno peculiar. El petróleo ya no es un producto escaso. En Estados unidos y en Europa los depósitos rebosan de crudo. Y hay quienes piensan en la adquisición de buques petroleros para transformarlos en almacenes flotantes. ¿Verdad o Mentira? Por ahora, sólo especulaciones. Lo cierto es que el precio del barril de crudo se acerca peligrosamente a los 25 dólares. Morgan Stanley proyecta para un futuro próximo precios por debajo de los 20 dólares, al tiempo que Chartered bank va mucho más allá y pronostica precios cercano a los 10 dólares.

Arabia Saudita, y otros países del Medio oriente, han apostado en la defensa de su cuota de mercado. Y pudieron hacerlo por haber sido precavidos. Decimos, a diferencia de productores latinoamericanos, ahorraron en los años de bonanza. Y ahora, que vivimos épocas de vacas flacas, pueden subsistir sin problemas y seguir financiando sus programas de carácter social.

Hormigas y cigarras. La historia se repite. Unos ahorran otros despilfarran. Mientras Venezuela, por ejemplo, derrochaba millones de dólares y acompañaba la retórica política impregnada de demagogia, con medidas populistas; Noruega ahorraba los excedentes de su renta petrolera. Y hoy cuenta con más de 700.000 millones de dólares en reservas para seguir financiando su generoso Estado de providencia. Lo mismo hicieron Arabia Saudita (757,2 billones de dólares), Abu Dhabi (773 billones), tan sólo para nombrar dos de los más importantes.

El precio del barril de crudo por debajo de los 50 dólares, saca del mercado a los productores de shale oil. Estos, en su mayoría norteamericanos, han dejado de ser competitivos en los mercados internacionales. Y hoy algunos productores corren el riesgo de caer en default. El desplome de los precios de crudo también puso en dificultad a las «7 hermanas», que el año pasado reportaron pérdidas cuantiosas.

La realidad del mercado petrolero afecta tirios y troyanos. Decimos, atenta contra el desarrollo de las naciones productoras de crudo y amenaza los países industrializados, los cuales temen el fantasma de la deflación.

No sólo efectos económicos, como los que pudiera sufrir México que, a pesar de tener una baja dependencia del crudo – se estima apenas un 8 por ciento del Pib -, mantiene una conexión importante entre petróleo y tipo de cambio. En nuestro hemisferio, la evolución del mercado petrolero pareciera empujar cambios políticos importantes. La influencia internacional de Venezuela, por ejemplo, ha comenzado a mermar. Su acción diplomática, reforzada con los petrodólares, viene menos. Y sus aliados más cercanos – léase, Bolivia y Ecuador – luego de haber aprovechado su ayuda para afianzar una economía productiva, ahora parecieran querer tomar distancias. El bloque alrededor del “Socialismo del Siglo XXI” se está desintegrando paulatinamente. Pragmatismo más que populismo. De hecho, la demagogia antiimperialista que alimentó otrora el “chavismo” en América Latina pareciera haber quedado en el tintero. Frente a la realidad del mercado, hasta Venezuela, que ha hecho de la guerra al Fondo Monetario Internacional el “leit-motive” de su cruzada política antiimperialista ha tenido que tomar medidas económicas – léase incremento de los precios de la gasolina, devaluación de la moneda y controles de precios menos rígidos – que tiene  el sabor amargo de la receta fondomonetarista.


Photo Credits: Javi

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