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puerto rico maria
Photo Credits: Rob Witcher ©

Los muertos de Puerto Rico 

La insensibilidad del Presidente de Estados Unidos Donald Trump hacia las catástrofes que azotan América Latina no debería sorprender. Sabíamos desde su campaña electoral cuál era su posición con respecto a nuestra región. ¿Cómo olvidar las veces en las cuales tildó a los inmigrantes latinos de delincuentes o su largo silencio tras el terremoto que dejó muerte y destrucción en México? 

Sin embargo no podemos dejar de sorprendernos e indignarnos cada vez que esa actitud se 

repite. Sobre todo cuando tanta insensibilidad golpea un país, Puerto Rico, que tiene una relación especial con Estados Unidos por ser uno de sus Estados Libres Asociados. 

Hoy, a un año de los huracanes Irma y María, Puerto Rico todavía está tratando de cerrar sus heridas. Las consecuencias devastadoras dejadas por las lluvias y los vientos siguen evidentes. Ambos huracanes destruyeron las ya débiles infraestructuras de la isla e infligieron un golpe mortal a su economía. Sanidad, educación, y servicios como agua potable, electricidad y gas quedaron paralizados durante meses.  

Imposible no sentir dolor y solidaridad frente a las imágenes del desolador paisaje que dejó la furia de la naturaleza. En momentos como esos el ser humano toma consciencia de su pequeñez y vulnerabilidad y redescubre los valores positivos que derivan del vivir en sociedad.  

Sin embargo, cuando el huracán María destruyó lo poco que había dejado Irma a su paso y la isla quedó sumergida en una oscuridad que embargaba cuerpos y almas, la reacción del Presidente de Estados Unidos fue de una frialdad desdeñosa y de una profunda indiferencia humana. 

Hoy, a un año de la tragedia, los puertorriqueños dentro y fuera del país, luchan para reconstruir lo que Irma y María, con su furia, se llevaron.  

Lo único que no pueden hacer es devolver la vida a sus 2.975 muertos.  

Bien saben los familiares de esas víctimas que esa cifra no es fruto de un maquillaje ni de una maniobra política. Es la lamentable realidad que los ciudadanos de a pie conocían mucho antes del informe presentado por la Universidad George Washington.  

Las víctimas no solamente murieron durante las horas en las cuales los huracanes se abatieron con furia sobre la isla sino también en los meses siguientes. El coletazo de María dejó desprotegida sobre todo a la población más anciana y más pobre de la isla. Es evidente que la cifra oficial de 64 muertos dista ampliamente de la realidad; es evidente que la tragedia desnudó las carencias de una administración que no estaba preparada para una emergencia de tales proporciones y tampoco para contabilizar a las víctimas mortales a corto y mediano plazo.  

En este momento más que buscar culpables sería importante encarar la realidad y enfrentarla para evitar que desastres de esta naturaleza puedan volver a dejar una estela de dolor tan profunda. Pero no, el Presidente Trump habla de cifras trucadas, de números falsos inflados por los demócratas para desacreditarlo. Descubrimos así que la gran víctima de María fue él. 

El historietista Edgardo Miranda-Rodríguez, creador del personaje La Borinqueña y autor de la novela gráfica Ricanstruction, quien participará en nuestro próximo Bitter Laughter, haciéndose eco del sentir de muchas personas así contestó al Presidente: “No tengo tiempo para la rabia. Dentro de mi hay demasiado amor hacia mi país. Haré lo que sea necesario para que esos 3.000 y más muertos no sean olvidados”. Miranda-Rodríguez lo hace a través de su súper heroína y también devolviendo los fondos que recauda con las ventas de Ricanstruction a los puertorriqueños.  

En estos momentos, mientras Puerto Rico celebra su triste aniversario, la costa este de Estados Unidos sufre los embates del huracán Florence cuyas consecuencias se prevén catastróficas. 

Bien lo han explicado científicos como James Kossin y Kevin Trenberth entre otros. Los huracanes se vuelven cada día más mortíferos porque se han vuelto más lentos y la cantidad de agua que descargan sobre la tierra ha aumentado a causa del incremento de vapor en la atmósfera ocasionado por el calentamiento global. 

No podemos evitar de pensar que la indiferencia del Presidente Trump, la necesidad de quitar importancia a las tragedias ocasionadas por los huracanes, esconde intereses mucho más amplios. Intereses ligados a la necesidad de desbaratar todos los acuerdos hechos hasta ahora para contrarrestar el calentamiento global, en aras del enriquecimiento de sectores económicos poderosos.  

Indiferente a tanto dolor, en estos mismos días, el Presidente Trump está promoviendo medidas que permitan disminuir los controles sobre las emisiones de metano en pozos de combustibles fósiles.  

Gravísima decisión que se suma a las anteriores, vueltas a desmantelar el legado de Obama sobre el clima. Desde que Trump asumió la presidencia, Estados Unidos dejó el Acuerdo del Clima de París, que había requerido un largo y delicado trabajo diplomático, amplió las zonas abiertas a perforaciones y redujo las regulaciones sobre las emisiones contaminantes de las plantas eléctricas de carbón y de los vehículos. Medidas todas que agravarán inevitablemente el calentamiento global y en consecuencia fenómenos atmosféricos extremos como inundaciones, sequias, incendios y carestías.  

Es un panorama desolador que no podemos dejar de encarar. El futuro nuestro y del planeta están en serio riesgo.


Photo Credits: Rob Witcher ©

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